¿SE ACABARON LOS HABANOS?

La salida de Davidoff y Dunhill, pone en peligro el futuro de la gran tradición cubana de los puros.

14 de enero de 1991

A Fidel Castro, ese hombre de gran tamaño, gran barba y hasta hace poco de gran cigarro en la boca, la humanidad le podrá perdonar cualquier cosa menos lo que esta a punto de suceder: acabar con la gran fama de los habanos. Hasta hace muy poco los nombres de Davidoffy Dunhill eran sinónimo de los mejores tabacos cubanos. Cuidadosamente enrollados a mano sobre el curtido muslo de una atractiva mulata, estos cigarros eran la mezcla de por lo menos cinco variedades de los mejores tabacos del mundo. Para los grandes fumadores un habano con el anillo de uno de estos dos fabricantes, siempre se ha asociado con lo más exquisito. No en vano Davidoff siempre ha bautizado lo mas selecto de sus caneyes con los nombres de los grandes vinos. En materia de tabaco, estas dos marcas son simplemente la creme de la creme.

Todo este mito está al borde de acabarse. En los próximos meses, sino en las próximas semanas, no se va a volver a encontrar un cigarro cubano con el nombre de estos famosos comerciantes. Tanto Davidoff cuya sede principal está en Suiza como Dunhill de Inglaterra, han decidido cancelar a Cuba tabaco, el principal de todos sus proveedores y trasladar sus actividades a República Dominicana. La razón principal para tomar la decisión, fue lo erráticas que se han vuelto las entregas, lo que a su vez se atribuye a la baja productividad actual y al deficiente control de calidad de los cubanos.

En el último año, los dos han venido contratando una serie de expertos productores de cigarros para que les provean tabacos hechos a mano de alta calidad. Las primeras muestras comienzan a salir tímidamente al mercado, tanto en los Estados Unidos como en Europa, y la idea es llenar el nicho vacío que van a dejar los habanos.

Davidoff ya presentó hace pocas semanas, en uno de sus almacenes americanos, la primera de las nuevas marcas producidas en República Dominicana y piensa lanzar una gama de por lo menos diez nuevas marcas a principios del año entrante en Europa. Dunhill, por su parte, ya presentó en la Gran Bretaña las primeras de ocho variedades dominicanas que piensa comercializar masivamente a partir de 1991.

Pero la pregunta que se está haciendo todo el mundo, es que tan buenos van a ser estos tabacos en comparación con los cubanos.
Los fumadores veteranos, tienden a tener una lealtad de marca del tamaño del más grande de los habanos y convencerlos de que los nuevos productos son tan buenos como los de toda la vida, puede ser el principal obstáculo de mercadeo que tengan que enfrentar estos dos rebeldes comerciantes.

Sin embargo, la producción ya arrancó y buena parte de ella es realizada por cubanos exiliados, que son una legión por todo el Caribe. Las instalaciones de Dunhill en la Romana, son parte de ese famoso complejo que comprende un elegante desarrollo turístico, un ingenio azucarero e importantes extensiones de agricultura comercial y cuyos principales propietarios son los Fanjul, una familia de orígen cubano establecida en los Estados Unidos. Dunhill argumenta que el clima y las condiciones de la tierra en esa zona de República Dominicana son virtualmente tan buenas como las de Vuelta Abajo en Cuba.

Según los conocedores ingleses que ya han probado los nuevos cigarros de Dunhill, todo parece indicar que la cosa va por buen camino. Por ejemplo las panatelas Dunhill Valverdes han tenido una excelente crítica y una muy buena acogida. Una de las razones para esto, según Dunhill, es que se instaló en la Romana un aparato de vacío que permite probar la facilidad con que se puede aspirar el tabaco. Eso hace posible que las enrolladoras prueben el flujo de aire de cada cigarro antes de empacarlo y despacharlo al mercado. En cuanto al sabor, los nuevos Dunhill son considerados por los expertos, como los tabacos de mejor sabor que se producen fuera de Cuba, a pesar de que reconocen que les hace falta algo de la famosa "robustez" de los verdaderos habanos. Este problema debería quedar solucionado con el tiempo, en la medida en que se mejoren las mezclas de tabaco.

La decisión de salirse de Cuba de estas dos compañias es probablemente la más difícil que les haya tocado tomar. Dunhill desde hace varios años había venido haciendo un costoso relanzamiento de sus diferentes marcas de habanos, colocándolos en los hoteles, restaurantes y almacenes más exclusivos del Reino Unido. Este año, sin embargo, decidió frenar el esfuerzo por los despachos y la calidad tan errática de Cubatabaco, el monopolio estatal que desde la revolución castrista en 1959, ha venido manejando todo lo que tiene que ver con el cultivo, la producción y la venta del tabaco en la isla. Esta entidad gubernamental nunca ha logrado hacer coincidir satisfactoriamente los mandatos de una economía centralizada con la demanda y los requerimientos de su principal mercado, el europeo, ya que el de los Estados Unidos esta cerrado desde el embargo de principios de los años 60.

Los problemas de Davidoff fueron bastante más dramáticos, pues se enredó en una especie de guerra verbal con Cubatabaco, cuando la firma suiza salió a decir que había recibido miles de cigarros que no alcanzaban el nivel de calidad exigido por ellos. Cubatabaco respondió diciendo que Davidoff cobraba excesivamente por sus productos e inclusive trató, detrás de bambalinas, de adquirir -sin éxito- el control accionario de la compañía suiza. Los vínculos de muchos años entre Davidoff y Cuba se rompieron a principios de este 1990 y el inventario de cigarros cubanos se le debe estar acabando al comerciante suizo en los próximos meses.

Pero afortunadamente para los amantes del tabaco no todo en este negocio es en blanco y negro. A pesar de los problemas de Cubatabaco con Davidoff y Dunhill, que sin duda son los más importantes del mundo, queda por suerte, la alternativa de toda una serie de marcas, como Monte Cristo, Romeo y Julieta, Upman, Cohibas, Punch y Ramón Allones que aunque con altibajos, todavía se encontrarán en el mercado y aún en los almacenes de los dos comerciantes rebeldes. Puede que Fidel haya logrado dejar su tabaco hace unos años, pero ciertamente ese no es el caso de miles, de fanáticos de exhalar eso que Cabrera Infante llamó "humo santo".