SEñALES DE HUMO

Un nuevo método para dejar el cigarrillo causa polémica en Estados Unidos y Europa.

21 de septiembre de 1992

DEJAR EL C[GArrillo es la gran obsesión de finales de siglo. Para deshacerse del vicio algunos fumadores recurren al chicle, otros echan mano de la comida y no faltan aquellos que decidén jugar con cuanto cae entre sus manos.
Pero los resultados no siempre son alentadores y muchas personas recaen.
Sin embargo, desde diciembre pasado señales de humo blanco tocan las puertas de los fumadores en Estados Unidos y Europa. Se trata de un novedoso tratamiento que se realiza con un "parche de nicotina", que funciona como una cura y se pega en cualquier lugar de la parte superior del cuerpo, Allí segrega una cantidad controlada de nicotina que se difunde por la piel hasta llegar directamente a la sangre, disminuye los deseos de fumar y, pa radójicamente, logra crear cierta repugnancia hacia el cigarrillo. Algunas pruebas realizadas con un grupo de fumadores moderados (aquellos que fuman hasta 20 cigarrillos por día) a quienes aplicaron el parche, demostraron que el 26 por ciento de los fumadores dejaron el cigarrillo definitivamente.
Hoy por hoy, en los mercados norteamericano y europeo el tratamiento para un mes tiene un costo hasta de 150 dólares y busca liberar al fumador de la dependencia de la nicotina en un lapso de seis a 16 semanas. Pero el parche por sí mismo no hace que el fumador deje el cigarrillo. Es parte de un tratamiento que debe complementarse con ayuda sicológica. Algunos estudios demostraron que aquellos fumadores a quienes se les aplicó el parche y simultáneamente asistieron a la terapia sicológica, tuvieron el 11 por ciento más de probabilidad de dejar el vicio definitivamente.
Pero aunque el parche de nicotina ha resultado un verdadero éxito comercial entre los estadounidenses, algunos especialistas desaconsejan su uso. A pesar de que los estudios no han establecido a ciencia cierta los inconvenientes que acarrea, existen algunos efectos colaterales como brotes en la piel, escozores y sueños extraños para quienes duermen con el parche.
Pero lo que tiene en jaque a los científicos y que no se ha comprobado aún, es la probabilidad de que un 10 ó 20 por ciento de los fumadores se haga adicto al parche después del tratamiento. ¿La cura más mala que la enfermedad?