SIDA: ESCANDALO CHIMBO

Histeria por SIDA en homosexuales y heterosexuales es más un boom de moda que una realidad inminente, particularmente en Colombia.

30 de septiembre de 1985

Un nuevo fantasma recorre al mundo. O por lo menos eso es lo que piensan muchos especialistas en París, Londres, Nueva York, Atlanta y Los Angeles, para citar apenas algunas de las ciudades donde el pánico causado por el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) ha conquistado las portadas de las más serias revistas. Se registran a diario los casos más espectaculares y se despiertan los más variados sentimientos. Desde la compasión frente al caso de Ryan White, el niño norteamericano de 13 años, víctima de la enfermedad y quien fue obligado por las autoridades de su escuela a recibir clases desde su casa por medio de un téléfono y una computadora, hasta el alboroto ante el mito hollywoodense que se derrumba con las "confesiones" de Rock Hudson y los exámenes que se ha practicado Linda Evans, con quien el otrora inigualable galán se besó hace pocas semanas apasionadamente para la filmación de un capítulo de la serie "Dinastía". Ningún círculo parece salvarse y es así como la semana pasada un semanario británico explicó la muerte reciente del Lord Avon, hijo de un ex primer ministro inglés, viceministro a su vez del gabinete de la señora Thatcher, como consecuencia del SIDA. Ni siquiera en Colombia, donde las más altas autoridades del sector salud han jugado con las cifras de casos de SIDA como si se tratara de una lotería, se han podido evitar los chismorreros de coctel y no han faltado las menciones de algunos hombres públicos fallecidos recientemente.
Pero en todo esto, ¿que tanto hay de amenaza real y que tanto de escándalo publicitario? ¿Acaso el SIDA es uno más de esos fenómenos científicos que se ponen de pronto de moda, como sucedió con el herpes hace algún tiempo? Difícil responder tajantemente a estas preguntas sin correr el riesgo de resultar demasiado radical. Sorprende, eso sí, que el número de casos registrados en el epicentro del escándalo, los Estados Unidos, apenas sea de 13 mil (o sea 5,6 habitantes de cada 100 mil) con un total de 5 mil muertes. En las épocas del herpes se llegó a hablar de millones de casos en ese mismo país y, sin embargo, meses después de que este tema produjera un interés sin precedentes en los medios de comunicación, el impacto se redujo y los especialistas colocaron a la enfermedad en el lugar que le correspondía en el escalafón de las prioridades de la salud.
Entonces, ¿por qué tanto alboroto? Sin duda alguna, el boom del SIDA es explicable a través del análisis de cuestiones que van más allá de las fronteras de la medicina y la biología. En primer lugar, es indudable que hay un elemento de morbo, fácil de explotar, basado en el hecho de que las víctimas registradas en Estados Unidos son en un 73% homosexuales. De este modo, cualquier figura conocida que manifieste síntomas de SIDA puede ser objeto de "sospechas", que abren un camino directo para que el Público pueda penetrar en la más cerrada intimidad del personaje en cuestión. Pero si bien es cierto que este elemento de morbo está presente en la inmensa mayoría de los artículos y programas de televisión sobre el tema, no lo es menos que esta dedicación tan especial al problema del SIDA ha sido exigida por la propia comunidad gay de los Estados Unidos, cada día más influyente, como que se ha convertido en una más de las minorías a conquistar en una campaña electoral. En manifestaciones y documentos, los gays han pedido al gobierno federal que se preocupe por el SIDA y que financie costosas investigaciones.
Sin embargo, aparte de estas repercusiones publicitarias y políticas, es innegable que los científicos están particularmente interesados en el SIDA. Y esto tiene su explicación. Para el epidemiólogo colombiano, Mauricio Restrepo, "el fenómeno del SIDA es, biológicamente hablando, fascinante. Y además, puede dar pie para grandes investigaciones sobre el sistema inmunológico". El interés que despierta el SIDA entre la comunidad científica salta a la vista cada vez que se conversa con un medico o con un biólogo. Todos se engolosinan hablando del tema y planteando el sinnúmero de preguntas sin respuesta que han quedado sobre el tapete desde los primeros hallazgos.
Finalmente, hay algo relacionado con lo anterior que permite explicar buena parte del alboroto. Y es que el SIDA, hasta ahora, no tiene cura. Y nada que aterrorice más a los hombres de hoy en día que una amenaza contra la cual creen que no podrán defenderse. Los temores derivan en toda clase de interpretaciones, incluyendo las de aquellos infatigables lectores de libros sobre profecías que anuncian el apocalipsis y que aseguran que "esta plaga también fue anunciada por los profetas". ¿Qué diría de ello la monja norteamericana de 66 años, cuyo nombre fue incluido en la lista de casos reportados de SIDA hace algunos meses?
Es cierto que el sentimiento de indefensión ante una enfermedad sin cura resulta bastante difícil de controlar. Pero hay que decir que en esto también hay algunas exageraciones. Se ha dicho que el ataque del virus del SIDA "deja sin defensas al cuerpo humano". Nada más falso. Según las más recientes investigaciones, el virus ataca uno, y sólo uno, de los sistemas de defensa del cuerpo, en el cual juegan un papel central los linfocitos T. Como existen otros mecanismos en el sistema inmunológico de los humanos para la producción de anticuerpos, un individuo que sufra de SIDA tiene aún algunas defensas contra ciertos virus y bacterias.

EN BUSCA DEL VIRUS
Para consuelo de quienes se desvelan pensando en la falta de cura para la enfermedad, es bueno decir que los avances que se han logrado hasta ahora en las investigaciones resultan ciertamente alentadores. A pesar de que sólo desde hace cuatro años se están reportando casos de SIDA, el descubrimiento del virus vino antes de lo esperado.
Fue hace poco más de un año cuando, casi simultáneamente, los doctores Luc Montaigner del Instituto Pasteur de París,y Robert C. Gallo del Instituto Norteamericano del Cáncer anunciaron haber aislado e identificado el virus que eventualmente podría ser considerado como causa del SIDA. El francés lo clasificó como Virus Linfadenopático Asociado (VLA) y el norteamericano como virus III linfotrópico de la célula T. Pero son idénticos, y lo importante es que los científicos ya saben cómo opera, aunque desconocen aún cómo atacarlo o siquiera frenarlo.
El virus ataca directamente las células ayudantes T (o linfocitos T, como son conocidos) y los invade en forma similar a como el virus de la hepatitis se hospeda en las células del hígado. Una vez que ataca los linfocitos T, el virus los destruye impidiendo que realicen su función como detonantes de la respuesta inmunológica del organismo. Específicamente, según los investigadores, el virus se introduce en la célula T y se incorpora en el material genético o ADN, en el núcleo. Cuando las células T son activadas -como deben serlo en presencia de una infección- el virus se reproduce, destruye los linfocitos T impidiendo que realicen su función, y lo que es más grave, los convierte en una fábrica del virus, que libera nuevos virus que invaden y matan a otras células T. Se ha descubierto que un gene en el virus crea una proteína que invade la célula T infectada y la hace producir nuevos virus a una velocidad sorprendente: hasta mil veces más rápido que cualquier otra clase de virus.
El mecanismo de reproducción del virus ayuda a explicar por qué es tan devastador su efecto y por qué puede extenderse tan rápido: el virus del SIDA destruye su medio, la célula T. De ahí la peculiar forma de la enfermedad que, a medida que progresa, destruye los linfocitos T. Lo mismo sucede con el virus, pero para entonces el paciente está invariablemente más allá de cualquier recuperación posible. Invisible, implacable, el virus no se de tiene y convierte a su víctima en presa de cualquier otro tipo de infección.
Sin embargo, no todo el que está infectado con el virus desarrolla el síndrome mortal. La mayoría vive en lo que pudiera considerarse una coexistencia pacífica con el SIDA. No presentan síntomas, o si lo hacen, son mínimos. Pero es evidente que esas personas tienen una infección persistente y probablemente son persistentemente infecciosas para otros. La pregunta que asalta es, qué porcentaje de las personas que no presentan síntomas, pero que efectivamente tienen anticuerpos del virus, llegarán a desarrollar un SIDA activo. Es como una ruleta rusa y los investigadores indagan las claves para saber por qué una persona desarrolla la enfermedad, mientras otras sólo guardan el virus. Algunos creen que infecciones virales adicionales pueden jugar un papel como detonantes de la enfermedad. Los más sospechosos son dos de la familia del herpes, el Epstein-Barr y el cytomegalovirus, pero la dificultad estriba en determinar cuándo tales virus, son de hecho coagentes del SIDA o simplemente infecciones acompañantes.
El profesor Montaigner ha sugerido que el virus pertenece al grupo de los organismos conocidos como "virus lentos", que causan en los animales cierto número de enfermedades con largos períodos de incubación. Una vez en el cuerpo, el virus permanece en él para siempre y las víctimas infectadas son capaces de transmitirlo, también para siempre, mientras viven. Las enfermedades de virus lentos tardan años en destruir las defensas inmunológicas de sus huéspedes, pero son casi siempre mortales.
Por ejemplo, el período de incubación del kuru -enfermedad de virus lento, muy rara, que ocurre en Nueva Guínea-, varía de 4 a 35 años. Un período de incubación de 10 a 20 años -en vez del que se acepta hoy de 6 meses a 6 años-, indicaría que apenas se ha empezado a ver la punta del iceberg del SIDA.
Los virus lentos son capaces de alterar sus características genéticas, lo cual implica que cada cambio necesita una vacuna diferente, y es ahí donde actualmente radica uno de los problemas más serios.

SINTOMAS
El SIDA tiene varias manifestaciones e implica que los pacientes se ven afectados por una gran variedad de infecciones que, hasta ahora, los conducen invariablemente a la muerte. En los Estados Unidos, donde se ha extendido como una plaga, entre 50 y 100 mil norteamericanos presentan síntomas tempranos, o lo que se ha denominado "complejo-relacionado con el SIDA", como son: inflamación de los ganglios linfáticos, fatiga, malestar, fiebres, sudores nocturnos, pérdida de peso, diarrea. Como el virus invade a veces las células cerebrales, un gran número de víctimas sufren problemas mentales y neurológicos, como pérdida parcial de la memoria, dificultad para hablar temblores y demencia progresiva.
Por otra parte, como lo ha reportado el doctor Michael Gottlieb, el inmunólogo que fue el primero en identificar casos con preocupantes denominadores comunes, muchos de los pacientes del SIDA se ven atacados por lo que los médicos llaman "infecciones oportunistas", como es el caso de la neumonía pneumocystis carinii, que generalmente golpea a personas con defensas muy bajas, como algunos pacientes enfermos de cáncer y pacientes de transplantes. También es frecuente la presencia del sarcoma de Kaposi, un raro cáncer de la piel que usualmente se presenta en hombres mayores de origen mediterráneo, lo mismo que otras infecciones como: el candida albicans, un hongo que invade la boca y la garganta y que vuelve doloroso hablar y comer, los virus Epstein-Barr y Cytomegalovirus, de la familia del herpes, y microbios exóticos, que se ven con más frecuencia en animales que en seres humanos, como el toxoplasma gondii y el cryptosporidium, que causa diarrea.

COMO SE TRANSMITE
Se cree que el virus es transmitido fundamentalmente por el semen y la sangre, y está tratando de conseguirse evidencia con respecto a otros fluidos corporales, como la saliva y las lagrimas, pero en este campo no hay aún suficientes pruebas científicas. La transfusión de sangre infectada es la forma más segura de contraer la enfermedad, lo mismo que por el semen, especialmente, segun han afirmado algunos científicos, a través de la relación anal. Aunque se ha encontrado el virus en la saliva de algunos enfermos, en niveles bajos, los expertos sostienen que es poco probable que los besos sean una forma efectiva de transmisión, aunque aconsejan evitarlos, por precaución, con víctimas de SIDA o posibles portadores. Por otra parte, no se ha comprobado que la enfermedad se transmita a través de un estornudo o tos, por un contacto casual con un enfermo o por hablar con él. Hasta ahora, sólo un 1% de los trabajadores de la salud que han estado en contacto con enfermos de SIDA, han presentado síntomas de exposición, según las estadísticas norteamericanas.

LAS PRINCIPALES VICTIMAS
Hasta hace poco se consideraban grupos de alto riesgo, "las cuatro Hs": homosexuales, heroinómanos, hemofílicos y haitianos.
Los casos de haitianos, hombres y mujeres, constituyeron un quebradero de cabeza: mientras que los que vivían en Haití mostraban una alta incidencia de anticuerpos del SIDA en su sangre, los residentes en Estados Unidos desde antes del brote, no manifestaban mayor incidencia que la del resto de la población norteamericana. Sin embargo, se descubrió que muchos de los hombres, aunque no tenían inclinaciones homosexuales, se habían prestado para relaciones homosexuales como una forma de sobrevivencia. Así que los haitianos fueron eliminados como categoría de alto riesgo, porque son otras condiciones, y no las biológicas, las que determinan muchos de los casos del virus en esa población.
Entre el 73 y el 75% de los casos se manifiesta en hombres homosexuales y bisexuales menores de 50 años, en quienes se presenta el sarcoma de Kaposi o infecciones causadas por los llamados "gérmenes oportunistas", y quienes llevan una vida sexual caracterizada por un alto índice de promiscuidad y sobreexposición al semen (los pacientes de esta categoría presentan cuadros con un promedio de contactos sexuales con cerca de mil hombres diferentes).
Otras potenciales víctimas son los hemofílicos, que deben inyectarse con una sustancia que promueve la coagulación, derivada de donante sanguíneo. Sin embargo, sólo un 1% de los casos conocidos corresponde a personas con hemofilia, y hay investigaciones que sugieren que antes de 1979, cuando comenzaron a conocerse casos aislados de SIDA, ya se daban muertes con cuadros clínicos similares a los que hoy se identifican con los del síndrome en cuestión. Actualmente se siguen muriendo los hemofílicos en la misma proporción, y el hecho de que presenten inmunodeficiencia y mueran de infecciones por "gérmenes oportunistas", ha determinado que algunos los asimilen como víctimas del SIDA. Pero todavía no existen los datos suficientes para poder afirmarlo con certeza y es de anotar que no se conocen casos de estos pacientes en los que el sarcoma de Kaposi haya estado presente.
Otro de los grupos más afectados es el de los drogadictos que se inyectan por via intravenosa, el 17%. El enfoque inicialmente dado a la enfermedad como "plaga homosexual", contribuyó a ocultar el hecho de que los patrones de su propagación coinciden exactamente con la propagación de la hepatitis B, enfermedad cuyo virus se transmite por contacto sanguíneo entre individuos.
En Africa Central, el SIDA parece ser enteramente una enfermedad heterosexual, donde hombres y mujeres se ven afectados por igual. Allí, la prostitución parece haber jugado papel importante: la mayoría de los hombres afectados son heterosexuales, pero tienen historias sexuales con muchas compañeras. En países del Africa, como Zaire, Congo, Uganda, Rwanda y regiones de Kenya y Tanzania, una de cada 20 personas está infectada, aunque no necesariamente enferma del SIDA. Por esto se ha extendido la tesis anteriormente enunciada de que las condiciones generales del Tercer Mundo pueden estimular la enfermedad, como la presencia de heces en el agua, el uso y reuso de agujas sin esterilizar, y posiblemente rituales locales que incluyen sacrificios e intercambio de sangre entre humanos. Asi, pues, desnutrición, pobreza y medio ambiente tropical, parecen ser factores propicios para la propagación de la enfermedad.

DIAGNOSTICO, DROGAS Y VACUNAS
Para hacer el diagnóstico es necesário realizar una serie de exámenes, entre ellos el de la medición de los linfocitos T, cuya función es atacar virus, hongos y parásitos, y cuya presencia casi nula es característica en los enfermos del SIDA. Sin embargo, hasta el momento este examen sólo se realiza en Colombia en algunos laboratorios sofisticados como el de la Fundación Santa Fe y el Instituto Nacional de Salud, y aún en los Estados Unidos, donde es mayor el pánico por la mayor incidencia de la enfermedad, su costo es elevado, cerca de 600 dólares.
Las investigaciones para descubrir drogas para atacar la enfermedad se han acelerado: solamente en 1984 se ensayaron más de 100 componentes en pacientes del SIDA. Concretamente se extendió el uso del HPA-23, un medicamento antiviral cuyos "ensayos in vitro", según declaraciones del doctor Montaigner, y sobre los enfermos, ha mostrado que el número de glóbulos blancos infectados disminuye, pero no cura el SIDA. Es una sustancia necesaria, pero no suficiente, pues no restaura la inmunidad celular. Por otra parte, se ha probado que es demasiado tóxica y que tiene efectos colaterales debilitantes, como lesiones del riñón, lo cual impide tratamientos muy prolongados.
Otras drogas que han sido utilizadas, son el suranim, originalmente aplicada para tratar desórdenes parasitarios como la enfermedad africana del sueño; el alpha-interferón, sustancia producida por el cuerpo que se sabe que pelea con el virus y evita que ataque las células sanas; y el foscarnet, que se está experimentando en Suecia y Canadá.
Los científicos consideran que un tratamiento efectivo tiene que ser múltiple: algo para deshacerse del virus -y en este sentido las drogas antivirales son la máxima esperanza-, y algo para restaurar la función inmunológica, como sería el caso de transplantes de la médula ósea -que es la que produce las defensas del organismo-, para restaurar la función de los linfocitos. Otro de los objetivos fundamentales de los investigadores es el desarrollo de vacunas para prevenir la difusión de la enfermedad. Pero el SIDA es un enemigo tenaz: no sólo se reproduce a velocidades sorprendentes, sino que puede mutar frecuentemente y cambiar sus antígenos constantemente -el ingrediente esencial para hacer la vacuna-, entre 100 y mil veces más rápido que un virus gripal. Así, pues, intentar el desarrollo de una vacuna contra el SIDA resulta tan difícil como tratar de dar en un blanco en movimiento. Sin embargo, los científicos investigan zonas de la proteína viral que son más resistentes al cambio, con la esperanza de poder usarlas para crear una vacuna efectiva. No hace mucho tiempo, la revista británica Nature comentaba que "nadie debería sorprenderse si el virus del SIDA resulta tan cambiante que no es posible producir una vacuna universal".
En fin de cuentas, lo único que queda claro es que los científicos han aprendido más, en menos tiempo, del SIDA que de otros virus, con ayuda de nuevos instrumentos de ingeniería genética y de la biología molecular. Además, su investigación puede llevar a los científicos a descifrar más de un enigma entre los muchos que aún se conservan en el campo de la inmunología. La relación de ciertos retrovirus como el del SIDA con otros virus que producen cáncer en animales permite también prever que lo que se está investigando sobre el SIDA pueda significar en un futuro la apertura de nuevos caminos para una mejor comprensión de la biología del cáncer.
LAS JUSTAS PROPORCIONES
Lo que no se sabe a ciencia cierta es cómo se podrá comparar esta "miniepidemia" con otras epidemias históricas, como la "gripe española" que cobró 500 mil víctimas en Estados Unidos y 20 millones en todo el mundo entre 1881 y 1919, o el cólera que cobró un millón de vidas rusas en 1848, para no hablar de la peste negra que, según cálculos, produjo la muerte de 23 millones de personas en Europa y otro tanto en Asia, registrando el único descenso real de la población mundial en toda la historia.
De todos modos, la verdad es que si bien puede ser discutible desde distintos puntos de vista que los laboratorios de los Estados Unidos le estén dedicando tanto tiempo y tanto dinero a investigar sobre el SIDA, lo que no está en discusión es que Colombia no debe caer dentro de este huracán histérico. En el país sólo se han podido comprobar entre 3 y 4 casos: uno en Cali y otros tres en Bogotá, de los cuales por lo menos dos relacionados con personas que vivían en Estados Unidos desde hace muchos años y que vinieron a Colombia a morir en su tierra.
¿Se justifica entonces que estos 3 ó 4 casos produzcan tal alud de titulares de prensa y de especiales de televisión? No es esta la primera vez que Colombia importa esta clase de booms. De hecho, la dependencia de los Estados Unidos no se limita exclusivamente a los prestamos de la banca internacional. Ya en el pasado hemos tenido ejemplos de importación de problemas ajenos: los colombianos saben hoy en día más sobre los efectos psicológicos de la guerra del Vietnam en la juventud norteamericana que sobre esos mismos efectos en la juventud colombiana que combate a la guerrilla.
"Pero lo grave en este caso del SIDA es que en nuestro país la gente se esté desvelando por estos 3 ó 4 casos y nadie hable de los 50 mil niños que mueren, anualmente por enfermedad diarréica aguda o infección respiratoria aguda", anota el jefe del departamento de inmunología del Hospital San Juan de Dios, Elkin Patarroyo. "Todo esto sin hablar de las otras causas de mortalidad, como la malaria, las venéreas, los tumores malignos o simple y llanamente los homicidios, los accidentes de tránsito y el hambre", agrega el epidemiólogo Restrepo. No se trata de que en Colombia los especialistas y las autoridades se despreocupen totalmente del tema. Este martes 3 de septiembre, el secretario general del Ministerio de Salud, Ricardo Galán, convocó a una reunión en el Ministerio de Salud para trazar algunas pautas preventivas que puedan evitar sorpresas en el futuro. La reunión busca también reducir a sus justas proporciones el problema y poner orden a la información que se suministra a la prensa.
Y si en Colombia se estan buscando esas justas proporciones, es seguro que en el mundo sucederá algo similar en poco tiempo. El SIDA es una amenaza que no se puede ignorar. Pero en todo esto hay más de histeria y de elementos sensacionalistas y hollywoodenses en torno de ella, que han ocultado hechos más graves como la muerte por hambre, desnutrición y enfermedades tropicales de millones de personas en los países del Tercer Mundo.
LA HIPOTESIS DE LOS MONOS VERDES
Algo se ha especulado con respecto al origen del virus y la hipótesis más extendida parece ser la que sostiene que el Africa Central fue su cuna y los monos verdes probablemente los portadores y transmisores del mismo. Sin embargo, nadie sabe con precisión cómo, cuándo y por que el SIDA pasó al hombre y en qué momento se extendió a otros Continentes, especialmente a América, en donde en los Estados Unidos se ha convertido en una especie de sexto jinete del Apocalipsis. Se cree, eso sí, que estuvo durante muchos años oculta en pobladores de Norteamérica antes de que se detectara su presencia en 1981.
La hipótesis de que los monos verdes son posiblemente los portadores del mal, se basa en el hecho de que el análisis de muestras de sangre de 200 de esos animales arrojó que el 70% estaba infectado con un virus similar al que causa el SIDA en los humanos. Sin embargo, el virus no parece dañar a los micos, hecho que puede encerrar claves importantes para investigaciones futuras. Se sospecha que en los últimos 20 o 40 años, el virus pasó del mono al hombre, en forma similar a como lo han hecho otros virus. Los monos verdes viven en estrecha asociación con comunidades humanas y con frecuencia se dan casos de personas mordidas por esos animales, que es lo que explicaría la transmisión al hombre en zonas rurales. Ahora bien, los cambios en la población, la práctica generalizada de la reutilización de jeringas sin la esterilización adecuada y la promiscuidad sexual, podrían haberse constituido en factores de propagación de la enfermedad entre los humanos.
En Congo, Rwanda, Uganda, Zaire y regiones de Kenya y Tanzania, llamado el cinturón del SIDA, existe una gran proporción de personas contaminadas. Sin embargo, se han reportado menos casos de SIDA activo en estas poblaciones en relación con Norteamérica, pero muchos más casos de personas con anticuerpos del virus en la sangre. Sin embargo, como los síntomas del SIDA se parecen a los de algunas enfermedades tropicales comunes y como son pocos los africanos que reciben el tipo de tratamiento médico que se necesita para diagnosticar con precisión, muchas muertes debidas al SIDA pudieron no haber sido reportadas como tales. Se calcula que uno de cada 20 africanos de la región mencionada tiene el virus. El doctor Peter Piot, del Instituto de Medicina Tropical de Amberes afirma que "esta estimación es mínima y es comparable e incluso superior a las tasas de San Francisco y Nueva York".
La pregunta que ha quedado en el aire ha sido la de cómo viajó el virus del Africa a los Estados Unidos. Se ha dicho, y no se sabe exactamente por qué, que miles de haitianos vivieron en Kinshasa (Zaire), desde comienzos de los años 60 hasta mediados de los 70,y que muchos de ellos fueron luego a vivir a Europa y los Estadós Unidos a donde habrían llevado el virus. Otra variante de esta teoría es que el virus pasó del Africa al Caribe, concretamente a Haití, en donde los norteamericanos encontraban atractivos planes de vacaciones y que habría sido allí donde los gringos se contagiaron y llevaron la enfermedad a su país. Por otra parte, se afirma que en Brasil, el país de América del Sur donde hay reportados más casos de la enfermedad, el virus llegó por cuenta de gays norteamericanos a quienes se organizaban tours especiales para el Carnaval de Río. Sin embargo, son hipótesis nada más, sin confirmación científica aún.

LA HEPATITIS B
Uno de los debates científicos que prometen resultar más interesantes es el de si la propagación del SIDA se efectúa por el semen, la sangre o un fluido corporal diferente. Para esta discusión, los hallazgos en el campo de la hepatitis B parecen ofrecer más de una clave.
La hepatitis B es muy común en las naciones más pobres del Tercer Mundo y gran número de africanos se ve afectado, según datos de la Organización Mundial de la Salud. La teoría de que la hepatitis B y el SIDA se transmiten sexualmente con el semen, no ha sido demostrada en forma concluyente. Otra posibilidad es que se transmiten incidentalmente a través de algunos tipos de contacto sexual, en los que la abrasión de las membranas mucosas pone en contacto sangre de los dos individuos. Las prácticas sexuales de muchos homosexuales pueden producir este tipo de lesiones. Si el semen es el vector de la infección, resulta muy difícil explicar cómo hay tantos casos de hepatitis B en niños y cómo son tan pocos los casos de SIDA en las mujeres de los países del Norte.
Un estudio sueco sobre la propagación de la hepatitis B sugiere formas más probables de propagación del SIDA en el Tercer Mundo, donde la amenaza se cierne sobre toda la población. Durante la década del 50 un equipo médico sueco observó la aparición de una miniepidemia de hepatitis B entre corredores de campo traviesa que llevaban pantalones cortos. Descubrieron que los atletas, que a menudo se rasguñaban las piernas, tenían la costumbre de lavarse el barro y la sangre acumulados durante la jornada, en aguas de río. La infección era transmitida durante esas inmersiones. Cuando las autoridades sanitarias de Suecia aprobaron leyes para que los corredores llevaran ropa protectora, la incidencia de la enfermedad se redujo en forma favorable. Si hay alguna relación entre la exposición de heridas a condiciones de insalubridad, los países del Tercer Mundo son un caldo de cultivo potencial inmenso. No solo por las condiciones de higiene, sino incluso por los mismos tratamientos médicos, que se pueden convertir en factores de propagación, debido a la práctica corriente de reutilizar agujas hipodérmicas sin la adecuada esterilización. Por estas razones, científicos europeos sostienen que el SIDA puede ser una amenaza mucho mayor para el Tercer Mundo que para los países desarrollados. El doctor John Seale, especialista inglés, sostiene que "el hacinamiento y las condiciones de insalubridad en las que vive la mayor parte de la población, junto con la frecuencia de infecciones, heridas y llagas que abren la piel, hacen que resulte prácticamente inevitable el contacto sanguíneo entre miembros de una misma familia y, por consiguiente, la transmisión del virus".