¿SIRVE LA SICOTERAPIA?

La sicóloga Ruth Lechter hace una serie de reflexiones sobre uno de los principales recursos de ayuda del hombre contemporáneo.

18 de julio de 1994

EN UNA ÉPOCA EN la que el sicólogo parece ser un miembro más de las familias modernas y donde todo tipo de problemas, desde las fobias hasta los duelos, se resuelven con ayuda de un especialista, vale la pena analizar hasta qué punto una persona puede, como se cree, mejorar su calidad de vida, disminuir sus sufrimientos o combatir sus temores a través de la sicoterapia.

La encargada. de responder a esta pregunta es la sicóloga Ruth Lechter, quien en su libro ¿Sirve la sicoterapia? señala que las estadísticas indican que en el 50 por ciento de los casos los problemas suelen solucionarse y que, en el 90 por ciento de los pacientes, los cambios positivos empiezan a notarse después de ocho sesiones consecutivas. La escritora describe lo que ocurre a puerta cerrada en una consulta terapéutica, la cual ella define como "una serie de encuentros 'fuera de serie' entre un consultante y un terapeuta, en los cuales se conversa con el fin de clarificar el mundo del paciente". Y dice que los trastornos de conducta, el aburrimiento y la depresión, la baja autoestima, la timidez, los conflictos laborales y la insatisfacción son los problemas que con mayor frecuencia conducen al consultorio del sicoterapeuta.

"En cualquier caso -dice- la confianza es el ingrediente más importante en la relación terapeuta y consultante". Según la sicóloga, de no existir una relación de empatía aparecen obstáculos que pueden incidir en el fracaso de los tratamientos. Pero además advierte que los resultados no dependen tanto del sicoterapeuta como de las expectativas del paciente. A los ojos de los sicólogos, todo ser humano tiene tanto la capacidad interna de desarrollar una vida sana como la de llevar una existencia llena de dificultades. "La idea de ir a sicoterapia es profundizar en los aspectos verdaderamente significativos de la vida de la persona, y esto sólo se consigue despojándose de la máscara y hablando sinceramente. Ahora bien: la misión del terapeuta es guiar y proteger al paciente hasta que sus heridas sanen", explica la sicóloga.

Pero hay que diferenciar entre sicoterapia y sicoanálisis. Si bien este último pretende mejorar la salud mental a partir de las vivencias de la primera infancia, la sicoterapia implica el uso de ciertos principios sicoanalíticos bajo una modalidad diferente. Se trata de realizar charlas que involucren la parte racional del consultante además de sus sentimientos, expectativas y frustraciones. "En este punto -aclara la doctora Lechter- es importante entender que, de cualquier manera, todos los estilos de terapia tienen el mismo nivel de ayuda y que los diferentes ángulos de ver la realidad en cada escuela (sicoanálisis, terapia sistémica, humanista, etc.) pueden aportar algo dependiendo de la actitud del consultante".

La doctora Lechter llega a la conclusión de que la sicoterapia es sólo un medio al alcance del paciente que le permite aclarar sus dudas, conocer sus dificultades y limitaciones, y acercarse más a su propio yo. Lo cierto es que aunque no brinde soluciones mágicas puede ser una experiencia curativa. Sin embargo, en algunos casos empeora antiguas dificultades y, en últimas, se convierte en un pasatiempo inútil, como lo demuestra patéticamente el caso del actor Woody Allen.-