sicologia

Tan cerca y tan lejos

La escritora y diputada española Carmen Alborch presentará en la Feria del Libro su obra 'Malas', un polémico análisis sobre la rivalidad y la complicidad entre las mujeres.

20 de abril de 2003

Con motivo de las bodas de Tetis y Peleo, se reunieron en un banquete los dioses del Olimpo. La Discordia , que no fue invitada, dejó una manzana en el frutero con la siguiente inscripción: 'Para la más hermosa'. Afrodita, Hera y Atenea lucharon por ser la más hermosa. Prudentemente, Zeus no quiso juzgar el asunto y pidió que fuera el príncipe Paris quien decidiera la cuestión. Las diosas bajaron al monte Ida y mostraron sus encantos al príncipe. Hera le prometió que, si la nombraba a ella, lo convertiría en el dueño del mundo; Atenea le ofreció ser invencible en la guerra y Afrodita le prometió a la mujer más hermosa. El famoso juicio de Paris se resolvió a favor de Afrodita. Esta le concedió a Helena y así comenzó la guerra de Troya".

Carmen Alborch encontró en esta historia de la mitología griega un claro ejemplo de cómo la rivalidad entre las mujeres puede tener consecuencias nefastas en la sociedad. Si bien las diferencias no van a desatar una guerra la confrontación femenina ha jugado en contra de las propias mujeres, quienes en su afán por sobresalir individualmente han sacrificado valiosas opciones de desarrollo colectivo. Este es el tema de Malas, la más reciente producción de la escritora y diputada española, quien aprovechará el marco de la XVI Feria del Libro para presentar su obra en Colombia.

En entrevista con SEMANA Carmen reconoció ser consciente de que Malas es una obra polémica. Apenas se menciona la palabra "rivalidad" las mismas mujeres ponen el grito en el cielo y aseguran que tal cosa no existe. Que todo es un cliché inventado y perpetuado por los hombres para mantener a las mujeres dominadas. Si tal "rivalidad" existiera, ¿cómo se explicarían entonces los proyectos colectivos exitosos como las madres comunitarias, las asociaciones feministas, el ascenso de la mujer en la vida laboral?

Carmen Alborch intenta ir un paso más adelante y demostrar que, a pesar de las buenas intenciones, las mujeres son tan complejas que no se aceptan tal y como son y suelen juzgarse con más severidad que lo que los hombres lo harían entre sí. Suena extraño pero las mujeres también pueden ser misóginas. La obra no pretende ser un respaldo al trajinado chiste machista según el cual cuando dos mujeres están hablando siempre están criticando a una tercera, pero sí enfatiza la poca solidaridad que se evidencia en situaciones cotidianas. Se quiera o no frases como: "Es bonita pero parece anoréxica", "es inteligente pero antipática", "es buena trabajadora pero muy exigente" y "es simpática pero muy coqueta", son recurrentes en las conversaciones entre mujeres.

Como señala la autora, "parece que hayamos interiorizado -y hemos de ser conscientes de ello si queremos superarlo- aquello de que el valor de cada mujer está en relación con la desvalorización de otras mujeres. Cuánto valgo, con relación a otra; valgo más si tú vales menos. Se trata de una clave patriarcal en la que para que una mujer sea elegida otra tiene que ser excluida? Muchas mujeres hubieran deseado haber nacido hombre; muchas han maldecido su condición y han llorado el nacimiento de sus hijas, pero no por la famosa envidia del pene sino de la libertad y los privilegios de los que siempre ha disfrutado el hombre".

Este deseo por la singularidad, por ser única e irrepetible, por ser una y no la otra, ha generado el síndrome de la "abeja reina". A estas mujeres se les reconoce por su talento y porque han alcanzado altos cargos en sus respectivos campos laborales. Ellas consideran que llegaron tan alto por sus propios méritos y, por lo tanto, no tienen nada que agradecerles a otros hombres y mujeres así las conquistas hayan sido colectivas.

En su particular visión del mundo aquellas mujeres que no lograron sobresalir se merecen su suerte porque no tuvieron las agallas o el talento suficiente para hacerlo y no toman en cuenta que no todas las mujeres tienen las mismas oportunidades para surgir. Las "abejas reinas" no son dadas a compartir los espacios de poder y se sienten amenazadas cuando otra persona -sea hombre o mujer- intenta brillar con luz propia en el que ella considera su territorio. En algunos casos la mujer que logra llegar a la cima suele asociarse con los hombres poderosos y discriminar al resto.

A la par de la "abeja reina" surge la figura de la "elegida". Estas mujeres se exhiben con el ánimo de ser seleccionadas dentro del grupo femenino al que pertenecen, ya sea por su inteligencia, belleza, sensualidad o carisma, dejando que sea el hombre el que tase el valor de cada una de ellas. Lo anterior se pone de manifiesto en cualquier ambiente social donde se relacionen los dos sexos y abarca desde la madre y la hija que se disputan la atención del esposo/padre y las compañeras de trabajo que se pelean el puesto de ser la más bonita y deseada por los hombres de la oficina.

"El mito naturalista que supone una solidaridad innata entre mujeres, como algo obvio, es un ideal no sustentado en lo real que se convierte en expectativa y deber y crea frustraciones, decepciones y falsas ilusiones. Frente a este mito, y complementándolo, está el de la enemistad natural. Se trata de dogmas estereotipados. Enemigas/hermanas. El naturalismo no nos ayuda porque nos enfrenta".

En su libro Carmen Alborch insta a las mujeres a que tomen lo femenino en serio y que se apropien de su condición sin miedos ni prejuicios. "Las mujeres pueden estudiar carreras sin tener que convertirse en las 'abejas reinas' o pueden ser madres de una prole y vivir en una casa grande sin necesidad de convertirse en la gran mamá. Los hombres pueden quedarse solteros y pueden tener relaciones con las mujeres sin ser 'playboys' o pueden casarse y tener hijos a quienes puedan apoyar sin ser tiranos. Sin rencor, mentiras, o culpabilidad".