El celular no sólo sirve para hablar, pues se ha convertido en un compañero más.

HÁBITOS

Todo en uno

El teléfono móvil ha impactado profundamente la comunicación y ha traído tanto beneficios como desventajas.

27 de junio de 2010

Al cierre de 2009, en Colombia había 42.025.520 líneas celulares activas, según la Asociación de la Industria Celular de Colombia (Asocol). El teléfono móvil es el medio preferido de los habitantes y supera el número de teléfonos fijos. Así, Colombia se convierte en uno de los países latinoamericanos con más influencia en el mercado global de la telefonía celular, cuya meta para este año es llegar a la cifra de 5.000 millones de unidades vendidas en todo el mundo.

Desde su llegada, en 1994, el celular no solo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos, sino que ahora es el verdadero promotor de la comunicación en la vida social y cultural así como en el mundo comercial.

La posibilidad de estar conectado todo el tiempo en Internet desde un teléfono móvil ha permitido tener un acceso muy amplio a la información y ha brindado la posibilidad a los individuos de revisar sus correos personales cuantas veces les plazca, de llamar, utilizarlo para jugar, para tomar fotografías y hasta para despertarse en las mañanas. El celular se ha convertido en un compañero más. No obstante,
también tiene implicaciones negativas.

El hecho de estar disponibles las 24 horas y de estar conectados en la red permanentemente ha hecho que “cambie nuestra percepción del tiempo, lo que provoca una necesidad artificial de estar siempre conectados y nos convierte en seres capaces de hacer varias tareas al tiempo”, según los investigadores de la Universidad de Toronto Jamie Spiegelman y Allan Detsky.

En su informe publicado en la revista Journal of The American Medical Association (Jama), los autores afirman que el celular puede ser catalogado como uno de “los males de este siglo”: los seres humanos sienten que no pueden vivir sin su celular. Pareciera como si las personas se sintieran ‘inseguras’ o ‘desnudas’ sin él, lo cual podría traer enormes consecuencias en sus vidas personales.

Este es el caso de Nicolás, estudiante de la Universidad de los Andes. “Hago todo en mi celular, tengo la alarma, recordatorios, compro cosas, hago citas en la agenda, veo noticias, hablo con mis amigos por Messenger, BlackBerry chat, reviso Facebook, cambio de estatus todos los días”. Nicolás se declara 100 por ciento a favor de la tecnología y acepta que no le importa depender de su celular, pues según él lo que no anota, no lo cumple.

Un estudio realizado en la Universidad de Maryland llamado ‘24 horas desconectados’ escogió a 200 jóvenes entre los 18 y los 21 años para que permanecieran alejados de los medios electrónicos. Al finalizar su día de ‘abstinencia’ los investigadores descubrieron que muchos estudiantes sintieron los mismos síntomas que un adicto al alcohol o a la droga, entre ellos desesperación, mal genio y ansiedad. Algunos incluso manifestaron la amenaza que la negación de estos medios representaría para su vida social, pues muchos afirmaron que les fue imposible comunicarse con sus compañeros.

Lo anterior genera preocupaciones, pues si bien estas nuevas tecnologías ayudan a socializar, también pueden actuar a la inversa, pues un individuo que pase la mayoría del tiempo usando este medio puede estar en riesgo de convertirse en una persona con actitudes de dispersión, a la vez que se pierde la importancia de la interacción cara a cara, fundamental en la vida de los seres humanos. Además, resulta pertinente que los estudiantes se preocupen por temas verdaderamente importantes, pues aunque utilizan su celular para estar informados, la mayoría del tiempo lo usan para enterarse de lo que ocurre en sus vidas sociales.