cruceros

Todos a bordo

Se inauguró en el Caribe el barco más grande que jamás haya sido construido. Este gigante del mar se llama Liberty of the Seas, y es sorprendente.

26 de mayo de 2007

El barco de pasajeros más grande jamás construido surca desde la semana pasada las aguas del Caribe. Se trata del Liberty of the Seas, un buque de proporciones inimaginadas que más bien es un enorme hotel flotante dotado de comodidades inéditas en la industria mundial de los cruceros de turismo.

Se trata de la adquisición más reciente de la empresa Royal Caribbean, una compañía noruego-norteamericana que tiene su base en Miami, Florida. Fue construido en los astilleros de Ayer Finnyards, en Turku, Finlandia, y entregado a sus dueños el 22 de abril pasado, en un plazo de apenas 18 meses. Este es apenas el abrebocas de las sorpresas que esconde su inmensa estructura. Porque resulta verdaderamente increíble que en ese corto lapso se pueda haber puesto en servicio un navío de 339 metros de eslora (largo), 18 cubiertas (pisos) y 160.000 toneladas de desplazamiento. Con su hermano gemelo, el Freedom of the Seas (dedicado al mercado europeo), es el barco de pasajeros más grande jamás construido. Aunque los armadores prefieren no hacer la comparación, pues los estándares de seguridad no son ni lejanamente semejantes, el Liberty of the Seas es al menos tres veces más grande que el legendario Titanic.

Pero no se trata sólo del nivel tecnológico que exhiben hoy estos barcos, lo que permite dejar atrás los antiguos temores que afectaron por muchos años la industria naviera mundial. Hoy se puede decir que con las capacidades estabilizadoras de su casco, su manejo computarizado, sus radares y su maniobrabilidad (las hélices giran 180 grados para dirigir el buque), los pasajeros, o más bien los huéspedes de esa ciudad flotante, apenas se dan cuenta de que están en medio del mar. Para la muestra, su velocidad de crucero de más de 22 nudos (casi 50 kilómetros por hora), le da la posibilidad de evitar, de lejos, cualquier amago de tormenta.

Porque no hay que perder de vista que el negocio de estas grandes compañías no es el transporte marítimo en sí, sino servicios de un alto nivel, que se acompañan con la llegada a puertos exóticos.

Si el buque es impresionante por fuera, lo es aun más en su interior. Para comenzar, a la altura de la cubierta (deck) cinco los pasajeros pueden pasear y encontrarse con sus amigos en el Royal Promenade, una verdadera calle central de 140 metros de largo, coronada por un techo tipo cúpula a tres pisos de altura, que dispone de cafés, bares, almacenes, restaurantes, una heladería y hasta una peluquería. En ese paseo se realizarán desfiles de variedades.

En cuanto a sus cabinas o camarotes, el Liberty of the Seas tiene en realidad verdaderas habitaciones hoteleras, desde una suite presidencial capaz de albergar a 14 personas, hasta cabinas sencillas. Del total de 1.817 habitaciones, 1.084 tienen vista al océano y 842 de ellas incluso tienen un pequeño balcón con un par de sillas. Y son 172 las que miran al Royal Promenade, indicadas para personas con gusto por la acción.

El Liberty of the Seas, por lo demás, ofrece mucho por hacer a sus pasajeros, y todo es en grande. Comenzando por el comedor principal de tres pisos con capacidad para 2.101 personas, en el que el capitán invita a sus comidas de gala, y siguiendo por el número de sus restaurantes, que ofrecen a los viajeros una gran variedad de estilos. Está incluido un bar latino, el Bolero, que parece destinado a convertirse en uno de los lugares más populares.

Y muchas de sus instalaciones son estrenos. La más espectacular de ellas es la piscina con simulador de olas Flowrider, que permite hacer surfing en la cubierta. También dispone de un gimnasio provisto de decenas de aparatos de última generación, que incluye un ring de boxeo. Una pista de patinaje, en el llamado Studio B, con 760 sillas, permite no sólo asistir en las noches a un espectáculo de primer nivel, sino tomar lecciones durante el día. Una plataforma de deportes con campo de minigolf de nueve hoyos, canchas de basquetbol y voleibol, mesas de ping pong y una pared de escalar de 12 metros de alto y 11 rutas para subir, completan la oferta. Y en el teatro Platinum, para 1.320 espectadores, es posible ver cada noche un show de la calidad de los de Broadway. Para los niños y los adolescentes hay todo un programa de actividades, que comienzan con su propia zona de piscinas, con un jardín interactivo de esculturas, llamada H2O Zone.

Se trata de una verdadera maravilla del mundo a flote. Y lo mejor es que, aunque no está todavía dentro de los planes, el presidente de la compañía, Adam Goldstein, no descarta que en un futuro cercano la Ciudad Heroica quede incluida en los itinerarios del mamut del océano.