OBESIDAD

Desayunar como un rey

Un reciente estudio señala que el momento en que una persona come es tan clave como las calorías que ingiere. Y refuerza la importancia de tomar en la mañana la comida más grande del día.

26 de agosto de 2017

Hay un debate encendido sobre la importancia del desayuno para el control del peso. En un lado están quienes creen que comer bien en la mañana previene la obesidad y que hay mucho más que una simple asociación entre ambos factores. Pero a ellos se oponen quienes creen que el desayuno es una comida como cualquier otra y no tiene impacto en el aumento de peso. El estudio más reciente en el tema, realizado por investigadores de la Universidad de Loma Linda, en Estados Unidos, se inclina a favor de la primera hipótesis.

En la investigación participaron 50.000 adultos adventistas durante 7 años. Los expertos concluyeron, tras analizar sus hábitos durante ese lapso, que presentaron menor propensión a ganar peso con el tiempo quienes tomaban un buen desayuno, comían luego un almuerzo más pequeño y terminaban el día con una cena ligera o sin comer. Según Hana Kahleova, autora principal del trabajo, esa conclusión revive el viejo dicho de que hay que desayunar como rey, almorzar como príncipe y cenar como mendigo.

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Aunque el trabajo encontró una asociación y no una relación de causa-efecto, los investigadores creen que la explicación para este hallazgo está ligada a los tiempos de trabajo de la insulina, la hormona que segrega el páncreas para convertir la glucosa en carbohidrato. No es el primer estudio que llega a la misma conclusión. En un experimento hecho en animales se observó que cuando los ratones tuvieron acceso a una dieta calórica sin restricciones de horario, se volvieron obesos en solo diez días. Sin embargo, eso no sucedió cuando se limitó la ingesta de esas mismas calorías a un periodo de ocho horas. Esto hace pensar que no solo son importantes las calorías consumidas, sino la hora de hacerlo, una teoría que viene ganando peso entre los expertos en nutrición.

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De hecho, otro trabajo, que consistió en darle a un grupo de individuos sanos la misma comida a una hora en la mañana o en la noche mostró la misma diferencia. Su autora, Satchidananda Panda, explica que en la mañana el páncreas esta trabajando y puede procesar una buena dosis de comida pero en la noche ‘duerme’ y no produce tanta insulina. Por lo tanto, la glucosa permanecerá por más tiempo en la sangre “Es lo que antes se llamaba diabetes de la noche”, dijo al diario The New York Times esta profesora del Salt Institute for Biological Studies en San Diego.

Los investigadores de Loma Linda también encontraron que aquellos que hacen las tres comidas completas más dos onces tienden a ganar más peso, mientras que quienes comen una o dos lo pierden. Sin embargo, de estos últimos, los que comían en forma abundante en la mañana presentaron los más bajos índices de masa corporal (IMC). Los mejores IMC se observaron en aquellos que no volvían a comer después del almuerzo sino hasta el siguiente día, lo que indicaría que los ayunos por 18 horas son benéficos. Según Kahleova, dejar estos periodos sin comer le indica al cuerpo que debe gastar la grasa acumulada.

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De acuerdo con Greg Fraser, coautor del trabajo, los individuos menores de 60 años que en el estudio ingieren más calorías en la mañana tuvieron una reducción de peso menor, pero luego de los 60 la misma conducta les hizo bajar más que el promedio. “Con el paso de las décadas este efecto podría ser más importante”, señaló el experto en el estudio.

Es necesario explorar más el tema para corroborar el hallazgo. Después de todo, los adventistas son conocidos por no tomar alcohol, no fumar y comer menos carne que el resto de la población estadounidense. En general gozan de buena salud y esas variables podrían estar jugando un papel importante en los resultados.