Aventura

Un continente redescubierto

En las aguas del Pacífico colombiano termina la expedición Natibo, que recorrió Suramérica por tierra y agua.

8 de agosto de 2004

Atravesar Suramérica en barco pero no por mar sino por toda la mitad del continente, recorrer las llanuras de Colombia y Venezuela, la selva amazónica, el pantanal brasileño, el río Paraná... A primera vista parece una empresa propia de aquellos viajeros y naturalistas del siglo XIX que se embarcaban en largos viajes de los que traían dibujos, crónicas y muestras de la fauna y las culturas de los territorios recorridos.

En pleno siglo XXI los integrantes de la expedición Natibo asumieron el espíritu científico y aventurero de los Humboldt, los Codazzi y los Bonplandt y (por agua unos y tierra otros) unieron Puerto López, a orillas del río Meta, con Buenos Aires, Argentina. En la segunda etapa de la expedición se desplazaron a la Patagonia para iniciar así el largo regreso a casa. Unos lo hicieron por tierra a través de los desiertos de Chile y Perú, los salares de Bolivia y el lago Titicaca, lo que les permitió completar un gran fresco de la geografía, la ecología, las costumbres y gentes de buena parte de Suramérica. Los otros lo hicieron en barco por todo el litoral Pacífico acompañando a las ballenas jorobadas en su migración de 8.500 kilómetros desde sus lugares de alimentación en el extremo del Cono Sur hasta su sitio de apareamiento en las aguas del Pacífico colombiano.

En esta expedición que combinó ecoaventura, periodismo y ciencia participaron Marc de Beaufort, cineasta, director de la expedición; Juan Capella, biólogo marino experto en ballenas y coordinador de investigaciones de la Fundación Yubarta, con sede en Cali; Fernando Cano Busquets, periodista y fotógrafo de la expedición; Franco Ospina, navegante; Andrés Ospina, segundo capitán y también cronista de la expedición; Juan Carlos Isaza, camarógrafo submarino; Paola Rey, editora de las imágenes de video; Alexandra Posada, camarógrafa de la expedición terrestre; Santiago Carbonell, encargado de filmar el 'detrás de cámaras' de la expedición y Pedro Franco, fotógrafo, encargado del plan de ruta de las embarcaciones. El equipo de apoyo en Bogotá lo conformaron Françoise Nieto, productora del proyecto, y Ricardo Cano, director ejecutivo de la Fundación Natibo.

Ellos comprobaron que sí es posible integrar por tierra y agua los países de Suramérica a través de la gran cuenca amazónica, aunque para lograrlo tuvieron que desencallar sus embarcaciones atrapadas en la mitad de un río y desenterrar vehículos en carreteras que más parecen lodazales. También les permitió registrar el estado de los recursos naturales a lo largo de su recorrido, un contrapunto constante entre la exuberancia de los paisajes, la fauna y la flora, y el acelerado deterioro que reduce más y más el tamaño de estos paraísos amenazados por la deforestación y monocultivos intensivos como el de la soya, que han alterado de manera significativa el equilibrio hídrico en vastos territorios de Brasil.

Del Orinoco al Chocó

Los integrantes de la expedición, comunicados con Bogotá gracias a teléfonos satelitales y computadores portátiles, enviaban regularmente crónicas y material gráfico a la base de Bogotá, lo que ha permitido reconstruir este periplo de más de siete meses de duración que en septiembre culminará su estudio del comportamiento de las ballenas.

La ruta que siguieron los expedicionarios desde el pasado 31 de diciembre los llevó a lo largo del río Meta hasta el Orinoco. Ya en este corto tramo, equivalente al prólogo en un Tour de Francia, comenzaron a darse cuenta de la cantidad de problemas que tendrían que afrontar: motores dañados, barcos encallados, '4 x 4' volcadas, además de dificultades con las autoridades locales para conseguir desde gasolina hasta permisos de tránsito.

Al llegar al río Orinoco desviaron hacia el sur, en busca del brazo Casiquiare, que comunica la cuenca de dicho río con la del Amazonas a través del río Negro. Llegaron a Manaos luego de otros varios inconvenientes y luego enfilaron hacia el corazón de la Amazonia aguas arriba por el río Madeira, tributario del Amazonas, hasta Porto Vehlo, cerca de la frontera con Bolivia. Luego entraron a la región del Pantanal, una extensísima zona de la frontera entre Brasil y Paraguay que se inunda durante la temporada de lluvias y que es una de las reservas de fauna más importantes del planeta. Allí volvieron a sufrir, no sólo con los zancudos sino también con la carretera Transpantaneira, que puso a prueba una y otra vez la pericia de los conductores y las prestaciones de las camionetas Luv. Luego tomaron el curso del río Paraguay, que atraviesa el Pantanal, y por el Paraná entraron a Argentina.

En Buenos Aires tomaron un descanso y comenzó la segunda parte de la expedición. Partieron todos por tierra a la Patagonia. En principio la idea era llegar a la Antártida, pero debido a las adversas condiciones climáticas no lograron hacerlo y entraron en contacto con las ballenas jorobadas en el extremo sur del litoral chileno. En estos días el grupo de científicos expertos en estos cetáceos termina sus observaciones en aguas colombianas y tienen previsto finalizar su tarea en septiembre.

La expedición Natibo retomó el espíritu de aquellos grandes naturalistas del siglo XIX que tanto ayudaron a desentrañar los misterios del continente. A los de ayer les tocó enfrentar una naturaleza virgen. A estos, unos ecosistemas aún imponentes pero amenazados de muerte por el avance del estilo de vida occidental.