Demografía

Un mundo supe rpoblado

Según la ONU, el 31 de octubre nació el terrícola número <br><br> 7.000 millones. Este hito supone retos complejos, pero si se <br><br> toman medidas, es posible abrir espacio para todos.

29 de octubre de 2011

EN OCTUBRE VIO la luz, en algún lugar del mundo, el humano número 7.000 millones. Aunque resulta difícil saber con exactitud el día y la hora, ese es el cálculo aproximado de la División de Población de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para simbolizar este hito en la historia de la humanidad.

Más que ser una celebración, el acontecimiento ha sido motivo de inquietud y discusión entre los demógrafos. A la humanidad le tomó 250.000 años aproximadamente para llegar a los 1.000 millones de habitantes, lo que sucedió en 1800. Luego se requirió un siglo más para llegar a los 2.000 millones, en 1927. Pero a partir de ese momento la población ha crecido vertiginosamente. Solo se necesitaron 32 años para llegar a 3.000 millones, y pasar de 5.000 millones a 6.000 millones solo requirió de 12. Ahora, en otros 12 años, se llegó a los 7.000 millones.

Este crecimiento podría implicar serios riesgos para el medio ambiente, la economía y la calidad de vida de la humanidad, ya que mientras más gente haya, deberán multiplicarse en igual medida los recursos en un planeta que los tiene limitados. En el peor de los casos, la lucha por tierras, alimentos y agua podría motivar guerras y hambrunas, dicen los conocedores.

Este escenario apocalíptico va en contravía de las afirmaciones hechas hace dos siglos por el sacerdote y economista inglés Thomas Robert Malthus, quien pronosticaba que la población mundial no iba a aumentar más debido a la alta tasa de mortalidad producida por las guerras y las hambrunas. Pero Malthus no pudo vislumbrar en su raciocinio un factor clave: los avances en medicina y tecnología, que permitieron mejorar la calidad de vida de las personas y, por ende, aumentar su esperanza de supervivencia.

De esa forma, la tasa de mortalidad disminuyó, pero la de los nacimientos aumentó. Esto hizo que, en 1968, el biólogo Paul Ehrlich saltara a la fama por su libro The Population Bomb, en el que vaticinaba una hambruna masiva que cobraría la vida de cientos de millones de personas antes de terminar el siglo XX. Aunque sus vaticinios también son exagerados, muchos expertos en el mundo comparten hoy su angustia por la sobrepoblación.

Lo que sí es irrefutable es que la humanidad ha hecho la tarea de controlar la natalidad. La tasa de fertilidad -el promedio de hijos por mujer- se ha reducido a la mitad en los últimos 60 años, gracias a lo cual llegar a 8.000 millones de habitantes tomará 14 años y 25 para los 9.000 millones. Sin duda, eso indica que el crecimiento se está estabilizando. Pero hay que seguir reforzando la educación sexual y el uso de anticonceptivos donde hay aún índices altos de nacimientos. "En 2011 han nacido 75 millones de niños no deseados, lo cual demuestra que algunos deben preocuparse por mejorar los métodos de

planificación familiar y educación sexual", le dijo a SEMANA John Bongaarts, miembro del Population Council, un centro investigativo de Nueva York.

En un mundo superpoblado, los pobres llevarían la peor parte. "Los países europeos están en una etapa más avanzada que los africanos, que se encuentran a medio camino. El aumento de la población será manejable para los ricos, mientras que para los pobres será muy duro", dice Bongaarts. Según algunos cálculos, la mitad de los habitantes del planeta viven con dos o menos dólares al día. Además, cerca de 800 millones de personas viven en barrios marginales, y entre 850 y 925 millones no tienen seguridad alimentaria y sufren de desnutrición. Más de 1.000 millones viven sin un suministro adecuado y renovable de agua fresca, y 800 millones de mujeres son analfabetas. Por eso, si la población aumenta al mismo ritmo que viene haciéndolo desde hace 25 años, el riesgo de que los recursos naturales no den abasto es muy grande.

El caso más alarmante es el de África. Entre 1950 y 2000, el continente tuvo la tasa de crecimiento poblacional más alta, con 2,5 por ciento al año, "y las cifras pueden ser incluso mayores. Entre 2005 y 2010 se estimaba que nacieran 58 millones de niños, pero al final del periodo la cifra fue de 172 millones", le dijo a SEMANA Gerhard K. Heilig, jefe de la Sección de Proyecciones y Estimaciones de Población de la División de Población de la ONU.

El Banco Mundial ha establecido que para alimentar a las nuevas bocas hay que aumentar dos tercios la producción agrícola. No obstante, para otros el problema es el impacto de la huella ecológica de más gente en el mundo. "Lo más grave no será encontrar y extraer agua, energía u otros recursos naturales, sino cómo se van a eliminar los desechos de la producción y cómo lidiar con el resultado del consumo de estos, tales como los gases de efecto invernadero y las toxinas liberadas en el suministro de agua", según le explicó a SEMANA Ron Lee, profesor de Economía y Demografía de la Universidad de California.

En ese sentido, para algunos expertos en este tema no importan tanto los números sino el consumo, pues si bien los países donde hay menos crecimiento poblacional, como Estados Unidos, producen un impacto mayor al medio ambiente con su estilo de vida, hay otros donde nacen más niños pero hay más pobreza, como India. "A la gente le gusta consumir y es muy difícil que cambie sus hábitos", afirma Bongaarts.

Por eso, lo ideal es que la gente ahorre más energía, consuma menos carne y que haya un cambio a nivel tecnológico en los sectores agrícola, industrial, de transporte y de construcción. Si se reducen las emisiones de carbón y combustible, el impacto ambiental que genera la sobrepoblación será menos dañino y habría desarrollo sostenible.

Los países desarrollados, sin embargo, tendrían que enfrentar retos muy particulares. La historia ha mostrado que tener una población grande en edad laboral es beneficioso para las economías, pues esta mano de obra ayuda al crecimiento de los países. A esto se le llama el dividendo poblacional. Se considera que las grandes bonanzas en Estados Unidos y en otros países desarrollados se han debido precisamente a esa circunstancia. Pero este beneficio se pierde al bajar las tasas de fecundidad, pues habría menos jóvenes para empujar la locomotora del desarrollo. Esto preocupa a Japón tanto como a Europa, donde en un futuro no muy lejano habrá más viejos que jóvenes. Lo anterior generaría un gran problema para sostener sus sistemas de seguridad social.

A pesar de que muchos piensan que la relación entre número de habitantes y poder no existe, cuesta trabajo pensar que los líderes de las grandes potencias nacientes, como China e India, no quieran que su población crezca para ser más poderosas e influyentes. Sin embargo, ese progreso económico implicará serias presiones a nivel ambiental. "Se debe aceptar este rápido progreso, pero el mundo necesita encontrar un camino para crecer a nivel económico y al mismo tiempo reducir el impacto ambiental, lo cual es bastante difícil", señaló a esta revista Lee.

El informe de la ONU señala otros retos, como el aumento de la población urbana. En 1975 había tan solo cinco ciudades con más de 10 millones de habitantes. Ahora hay 21. De acuerdo a las proyecciones, en 2050 el 70 por ciento de las personas vivirán en áreas urbanas y por ese hecho aumentará su esperanza de vida. Por eso, el organismo señala que enfrentar la sobrepoblación "significará eliminar la pobreza, lograr que la economía se sincronice con la protección del planeta, asegurar la salud, la educación y la elección reproductiva de cada individuo". Es probable que con menos gente no todos los problemas del planeta se solucionen, pero sí facilitaría mucho más las cosas. n