ECOLOGÍA

Una muerte anunciada

El Mar Muerto, uno de los lugares más exóticos del mundo, se seca vertiginosamente. La explotación minera y la falta de afluentes lo tienen al borde de desaparecer.

30 de julio de 2011

Como si su nombre fuera un mal presagio, el Mar Muerto, una de las grandes maravillas naturales del mundo, está agonizando. Situado entre Israel, Jordania y los territorios palestinos, este histórico lugar de Oriente Medio que aparece en varios relatos bíblicos y atrae a millones de turistas cada año se encuentra en grave peligro, pues en el último cuarto de siglo ha perdido un tercio de su superficie, sus aguas han descendido un metro por año y en la actualidad recibe tan solo 2 por ciento de las aguas que normalmente le entregaba el río Jordán, su principal afluente. Este oscuro panorama tiene alerta a las autoridades locales y a varias entidades protectoras del medio ambiente, quienes aseguran que de mantenerse esta tendencia el Mar Muerto ya no existirá en 2050.

Ubicado en el punto más deprimido de la superficie seca del planeta, a cerca de 400 metros bajo el nivel del mar, el Mar Muerto es un lugar lleno de magia y misterio. Sus aguas poseen casi diez veces más sal que los océanos, razón por la cual ningún ser vivo habita en ellas, y su alta densidad salina le permite a cualquier persona flotar en ellas. La mayoría de los minerales que allí se encuentran son únicos en el mundo y tienen efectos curativos y rejuvenecedores, por eso millones de personas visitan el lugar en vacaciones y algunas se hospedan en hoteles de lujo de la zona que ofrecen servicio de spa y piscinas termales. Adicionalmente, debido a su ubicación geográfica, hay un mayor porcentaje de oxígeno en el aire y los rayos ultravioleta no le producen quemaduras a la gente que está expuesta durante varias horas al sol. Sin embargo, todo parece indicar que las futuras generaciones no podrán disfrutar más de ese exótico lugar.

El deterioro del Mar Muerto se ha producido por varias razones. En primer lugar tiene una desventaja a nivel geográfico: está ubicado en una zona desértica donde las lluvias son muy escasas. Esto ha hecho que se abran repentinamente abismos de hasta treinta metros de profundidad en los terrenos que lo rodean. Por otra parte, el río Jordán está casi seco y le aporta menos de dos millones de metros cúbicos de agua, mientras que en el pasado esa cifra ascendía casi a cuarenta millones. Esta dramática disminución ha sido causada por políticas de los gobiernos de Jordania, Israel y Siria, encaminadas a desviar y utilizar el agua de los ríos tributarios con acueductos y grandes represas en los últimos cincuenta años. "Esto ha contribuido en 60 por ciento al secamiento del Mar Muerto, mientras que el otro 40 por ciento es responsabilidad de las industrias mineras de Israel y Jordania, cuyos métodos de extracción han desconectado por completo a las zonas norte y sur del lugar", le explicó a SEMANA Mira Edelstein, miembro de la ONG Amigos de la Tierra de Oriente Medio.

Aunque la magnitud del problema es enorme y podría tener serias implicaciones no solo en el ámbito ecológico, sino en el geopolítico, aún quedan esperanzas de salvar el Mar Muerto. Los gobiernos de Israel, Jordania y los territorios palestinos desde hace algunos años han estudiado la posibilidad de construir un gran canal de 180 kilómetros de longitud que lo conecte con el mar Rojo, para que este lo alimente. Sin embargo, para los ambientalistas esta solución no es la más viable y consideran que lo más importante es rehabilitar el río Jordán para que recupere parte de su caudal y vuelva a suministrarle agua. También es fundamental que las empresas mineras sean obligadas a cambiar sus métodos de extracción y que limpien los desechos que dejan sus trabajos en la región. Finalmente, si la Unesco declara el lugar como Patrimonio de la Humanidad, las autoridades y partes implicadas se verían obligadas a tomar medidas más drásticas para preservarlo. "Si algunos de esos tres puntos se logran, podríamos traer de vuelta a la vida al Mar Muerto", concluyó Edelstein.