Muchas parejas optan por tener un solo hijo por los costos de la crianza y porque quieren tener tiempo para ellos mismos.

FAMILIA

Uno no más

Según una nueva teoría, criar un solo hijo no es tan traumático como parece. Cada vez son más comunes.

17 de julio de 2010

Una de las primeras dudas que tuvieron Germán y Patricia después de que se casaron fue decidir cuántos hijos tendrían. Él tenía un buen puesto en una compañía de arquitectos y ella terminaba una especialización en Administración. Ambos sabían que traer hijos al mundo no es cualquier cosa y por eso, después de meditarlo por un tiempo, decidieron tener solo uno. "Queríamos saber lo que era ser papás, pero también teníamos que pensar la responsabilidad que eso implicaba", cuenta Patricia, madre de Alejandro, un niño de tres años. A pesar de que ella pudo terminar sus estudios y su esposo continúa estable en su trabajo, los dos tienen la certeza de que otro hijo no está entre sus planes. "Con uno es suficiente", anota Germán.

Así como ellos, muchas parejas hoy están optando por tener un solo hijo, y esa tendencia ha tomado fuerza en varios países. En Colombia no hay cifras, pero los índices de fecundidad muestran una tendencia de los padres a tener menos hijos. Según el último censo, mientras en 1985 el promedio de hijos por mujer era de 3,42 a nivel nacional, en 2005 el promedio fue de 2,48. En Bogotá, el número de nacimientos en 1993 fue de 2,58 por madre, y ahora es de 1,92. El panorama se repite en países como Italia y España, donde las cifras son de 1,2 y 1,3 hijos por mujer, respectivamente.

Según un artículo de la revista Time, que le dedicó su última portada al tema, varios estudios sobre las características de la personalidad de los hijos únicos han desacreditado las antiguas creencias según las cuales los niños que crecen sin hermanos son egoístas, malcriados, retraídos y solitarios. Toni Falbo, profesora de sicología de la Universidad de Texas, es quizá la persona que más se ha encargado de romper con la mala fama de los hijos únicos. En 1970, la experta empezó a investigar la experiencia infantil de los niños únicos en Estados Unidos y en China, donde la política de tener solo un hijo por familia estaba en vigor. Y hace 25 años, junto con su colega Denise Polit, realizó un metaanálisis de 115 estudios desde 1925 en los que se analizaban el carácter, la sociabilidad, el rendimiento y la inteligencia en los niños que crecían solos. Al final encontraron que no había ninguna diferencia significativa entre los hijos únicos y los otros niños, salvo que los primeros, así como los primogénitos y los que tenían un solo hermano, tenían mejores registros en pruebas de inteligencia.

De hecho, otras investigaciones que han medido las habilidades mentales y verbales, como una realizada por el National Merit Scholarship, también permitieron establecer que los hijos sin hermanos obtenían mejores resultados que aquellos que crecían en familias numerosas. Esto se debe, según explicó Falbo a SEMANA, a que estos pequeños "pasan más tiempo con adultos por lo que adquieren un vocabulario más avanzado y desarrollan mejores habilidades de razonamiento". Para otros expertos, la explicación es que los padres con un solo hijo invierten más recursos y dedican más tiempo en su formación que si tuvieran varios.

Quizá por estos privilegios es que algunos tildan a los hijos únicos como pequeños emperadores que hacen lo que se les antoja y manipulan a sus papás. Sin embargo, para Carl Pickhardt, un sicólogo que durante cuatro décadas ha trabajado con familias con un solo hijo, si bien es cierto que los niños sin hermanos son altamente protegidos, esto no significa que sean malcriados. María Elena López, sicóloga y coautora del libro El hijo único, aclara que "estos niños no son malcriados por naturaleza sino que la desobediencia es consecuencia de una disciplina inadecuada". En esto coincide Carolyn White, autora del libro Los siete pecados comunes de la crianza de hijos únicos, quien le dijo a esta revista que sin importar el número de hijos, lo clave es que los padres les enseñen que el mundo no gira alrededor de ellos. Otro de los mitos más sonados es el del egoísmo. Los expertos aclaran que esta no es una característica exclusiva de los hijos únicos y, por el contrario, todos los niños pequeños pasan por la etapa de querer todo para ellos, así tengan hermanos. "Cuando maduran entienden el concepto de prestar", anota López.

Para Susan Newman, sicóloga de Rutgers University y experta en el tema, la razón de que el hijo único siga siendo visto como un problema se debe a que se han instaurado una serie de mitos, "que son iguales a los estigmas que se tienen sobre una raza o sobre la cultura de algunos pueblos, pero que no tienen ninguna base", dijo Newman a SEMANA. La experta explica que una de las personas que contribuyeron a formar esta mala imagen fue Granville Stanley Hall, un sicólogo experto en infancia, quien en 1986 definió a los hijos únicos como una enfermedad en sí. Hall realizó varios estudios sobre niños y en uno de ellos, titulado De niños peculiares y excepcionales, describió a los hijos únicos como una serie de desadaptados permanentes, egoístas, deficientes en el aspecto social y mimados. A partir de ese momento, y durante décadas, varios expertos y académicos esparcieron la idea de que los niños que crecían solos no tendrían la misma capacidad de adaptación que aquellos con hermanos. Sin embargo, Newman aclara que el problema con las conclusiones presentadas por Hall es que sus investigaciones se realizaron en una época en que los niños vivían aislados en granjas y se creía que era esencial crecer con un hermano. "Pero los niños de hoy socializan desde muy temprano y conviven con otros por varias horas al día", aclara la sicóloga.

A pesar de esto, todavía hay madres como Anny Velasco, madre de un niño de cuatro años, quienes ha tenido que soportar comentarios de sus allegados que le dicen: "pobrecito, no tendrá con quién jugar" o "uno es ninguno". "En Latinoamérica tener un solo hijo es casi un pecado y muchas madres sienten como si hubieran cometido un crimen", cuenta. Velasco y su esposo saben que no van a tener otro hijo, entre otras cosas por razones económicas.

De hecho, el artículo de la revista Time explica que una de las causas por las que la idea de un solo hijo está en auge es por el lento crecimiento de la economía y los costos que implica criar un niño. Para López, esta razón ha sido fundamental a la hora de pensar en hijos pues algunos padres sienten que no pueden darse el lujo de tener un segundo. "Es frecuente escuchar: si tenemos otro bebé tendría que dejar de trabajar y no podemos renunciar a un ingreso que necesitamos", dice López. Además, la sicóloga señala que este modelo de familia les ha permitido a las parejas alcanzar logros personales. "El desarrollo profesional de ambos padres constituye hoy una razón fuerte para que decidan tener familias pequeñas, que les permitan alcanzar su realización como padres, pero que no interfieran con las metas de ambos", asegura la experta. De hecho, Hans-Peter Kohler, un sociólogo de la Universidad de Pensilvania, realizó un estudio entre 35.000 gemelas danesas, y encontró que las que tenían un solo hijo estaban más satisfechas con su vida que las sin hijos o con más de uno. Y una encuesta en 2007 encontró que en un promedio de tres a uno, las personas consideraban que el principal motivo del matrimonio era la felicidad mutua más que el cuidado de los hijos.

Todo lo anterior es una muestra clara de que la idea de tener hermanos no es una garantía de un buen crecimiento y que tener un solo hijo sí es una opción.