sexo

Verano eterno

A muchos soportar largos períodos de abstinencia indeseada les altera el ánimo y los puede poner al borde de un ataque de nervios. Expertos opinan sobre el tema.

4 de agosto de 2007

Que no se los come ni el óxido, que están más acumulados que el Baloto o que no se los comen ni jugando parqués, son expresiones que se usan para hablar de quienes no han tenido relaciones sexuales en mucho tiempo. Aunque para algunos no significa un gran inconveniente y pueden vivir tranquilamente sin tener este tipo de intimidad, para otros se puede convertir en toda una tragedia. Pierden la concentración en el trabajo, se vuelven irritables y su autoestima se va para el suelo.

Ese es el caso de Adriana, una ejecutiva de 28 años. "Soy soltera y hace ocho meses no hago el amor. Siento que en cierta época del mes se alborotan las ganas hasta un punto preocupante en el que no puedo sino hablar de eso. A veces no puedo dormir. Aquello (la masturbación) ayuda, pero no es lo mismo", dice.

"Yo sólo quiero alguien que me haga el favorcito y que se largue", agrega Adriana, quien afirma que no está en plan de conseguir novio ni enamorarse. El problema de la abstinencia indeseada no es exclusivo de mujeres o solteros. Francisco tiene 33 años y es casado, pero eso no lo salva de pasar sus temporadas en blanco. "A veces cuando peleo con mi esposa o alguno de los dos está de viaje me pongo de mal genio. No es que me vuelva el más amargado, pero el genio sí se afecta", asegura.

El urólogo Alonso Acuña explica que "una persona que por cualquier circunstancia se vea privada de tener relaciones sexuales puede sentir ansiedad porque el sexo, aparte de las finalidades reproductivas o placenteras que tenga, es una descarga emocional". Algunos se vuelven malhumorados y tan susceptibles, que cualquier chiste con connotación sexual o las escenas románticas de otras parejas los sacan de quicio.

Pero no todo el mundo sufre igual y algunos le restan importancia a la parte sexual. Para la sexóloga Marta Lucía Palacios, esto se explica porque "existen varias clases de reacciones. Hay gente que se acomoda a la situación y así lleve varios años sin sexo, se siente bien. Para otros, es una angustia. Unos lo manejan masturbándose, mientras hay quienes abren sus criterios de selectividad y acuden a prostitutas o a cualquier persona, sin importarles quién sea".

En cuanto a la selectividad, se cree que todos los hombres aplican el dicho de que "en tiempo de guerra cualquier hueco es trinchera", y que por lo tanto pueden deshacerse más fácilmente de una castidad indeseada. Mientras que de las mujeres se cree que son más exigentes.

En gran parte, a eso le atribuye Adriana su verano sexual, porque aunque no está buscando algo formal, tampoco está dispuesta a acostarse con cualquiera. "Creo que para los hombres es más fácil porque ellos son menos selectivos. A mí me tiene que gustar el tipo para tirar, y no sólo físicamente". Pero para Palacios, esto "no es un problema de género, simplemente hay hombres y mujeres con criterios de selectividad altos o bajos, aunque en general los hombres tienden a ser menos selectivos".

Aunque en una sociedad machista es verdad que cuando los hombres abren sus 'criterios de selección' y se acuestan con cualquiera se les suele llamar 'don juanes', mientras que a ellas no se les baja de 'fáciles'.

Otra creencia es que las mujeres pueden aguantar mucho más tiempo sin tener relaciones. Aunque no se puede generalizar, esto es cierto. Según Acuña, "antes se creía que los hombres no aguantaban porque eran unos salvajes, bárbaros y machistas. Pero hay investigaciones que han demostrado que en general las mujeres toleran mejor esta situación y soportan más fácilmente largos períodos de abstinencia".

En cuanto a efectos negativos de la castidad no buscada también existen muchas ideas erróneas que vienen de vieja data. Desde tiempos de Galeno, en el siglo II, y hasta el siglo XIX, los médicos consideraban la histeria como una enfermedad exclusivamente femenina atribuible a la falta de sexo, y la trataban con masajes en el clítoris que provocaban orgasmos curativos en épocas en que los hombres no se preocupaban por el placer femenino. Quizá de ahí se deriva que hoy a las personas malhumoradas y gritonas se les llame histéricas y no falta el comentario de que lo que necesitan es una buena dosis de sexo.

Para los hombres también hay creencias. Según Acuña, "en una época se decía que a los jóvenes seminaristas la abstinencia les congestionaba la vesícula y los testículos, y que eso les provocaba lo que se conocía como el 'cólico de seminarista'. De esto nunca hubo estudios científicos, en parte porque el tema se alivia con la masturbación, y la abstinencia total hoy es muy difícil de encontrar", explica.

Un dicho popular reza que "lo que no se usa se atrofia" y en materia sexual eso aplica parcialmente. Sin embargo, Acuña explica que no hay que entrar en pánico, pues para que los genitales pierdan su funcionalidad sexual, "tendrían que pasar muchos años, no uno o cinco, sino muchos". Eso sí, tampoco hay que desentenderse del asunto, porque el urólogo dice que mientras más se usen, mejor funcionarán. Para las personas que se encuentran en este problema y que no se conforman con lo que los especialistas llaman autoerotismo, la única solución es salir a buscar más agresivamente pareja, porque como dice otro refrán, "cada tiesto tiene su arepa".