ADIOS A LAS GRASAS

Así como algunos alimentos aumentan los niveles de colesterol en la sangre, otros disminuyen sus efectos nocivos.

9 de abril de 1990

Por primera vez, desde que se supo que altos niveles de colesterol en la sangre son el camino más corto al infarto, un grupo de científicos lanza una advertencia general para que la gente reduzca a un 30% el consumo diario de grasas en la dieta. En los Estados Unidos, el paraíso de la comida "fat", la recomendación tiene tono de orden perentorio, e incluye a todas las personas por encima de los dos años. En un país donde el 10% de la población sufre de obesidad, la decisión ha sido ampliamente respaldada por la mayoría de las asociaciones médicas federales. Según la Food and Drogs Administration, si esta recomendación es seguida, se podrá reducir en un 20% riesgos de enfermedades cardíacas, trombosis y arteriosclerosis.
Desde hace unos años, el sueño de los médicos es que los adultos consuman un promedio de 300 miligramos de colesterol al día. Una decisión nada fácil si se tiene en cuenta que sólo una yema de huevo contiene 274 miligramos. Reducir las calorías provenientes de las grasas animales representa sin duda un drástico cambio en los hábitos alimenticios. Pero esta vez el asunto va en serio. "Se trata de comer para vivir y no para morir" dicen los especialistas, señalando que la gente debe regresar a las dietas que incluyen más frutas, vegetales, granos y cereales y disminuir el consumo de huevos, mantequilla, salsas y carnes rojas que son los grandes proveedores de colesterol.
A pesar de su desprestigio, esta molécula no es tan mala como la pintan. De hecho es producida por el hígado para cumplir un papel indispensable en el funcionamiento del organismo. Pero también se obtiene a través de los alimentos, especialmente los de origen animal. El colesterol se divide en dos grupos de lipoproteínas, las "malas" y las "buenas". En el primer grupo están las de baja densidad que al transportar el colesterol en la sangre lo depositan en las paredes de las arterias formando una placa que las obstruye. En el segundo, están las de alta densidad, que cumplen una función protectora al retirar esos excesos de las arterias.
La cuestión no radica exclusivamente en reducir los alimentos ricos en colesterol sino también en incluir en la dieta productos con alto contenido de fibra que aumentan los niveles de lipoproteínas de alta densidad, contrarrestando los efectos nocivos. Pero el control de los niveles de colesterol es algo complejo. Mientras algunas personas pueden reducirlo eliminando el consumo de grasas, otras no logran hacerlo aunque dejen de consumirlas. Y así como hay quienes toleran niveles de colesterol muy altos sin riesgos mayores, otros son extremadamente sensibles a mínimas cantidades. Esta resistencia depende en gran parte de factores genéticos.
Así que, a pesar de lo saludable que parezca la medida, la controversia no se ha hecho esperar. Los críticos sostienen que las cosas no pueden resumirse simplemente en que "a menos consumo de grasas, menos posibilidades de infarto". Su principal cuestionamiento radica en que el colesterol es un factor de riesgo individual, cuyo exceso debe ser tratado en función de otros factores de riesgo, como el tabaquismo, la vida sedentaria, la edad, la herencia, etc. Pero quienes abogan por la campaña masiva señalan que aún en personas sanas, el consumir diariamente comida abundante en grasas animales, aumenta los riesgos de padecer enfermedades cardiacas. Sus argumentos se basan en datos estadísticos que demuestran que en los países donde la alimentación es baja en grasas, la enfermedad coronaria, en ambos sexos y en todos los grupos de edad, es menos prevalente.
Lo cierto es que además del conteo de miligramos de colesterol también hay que tener en cuenta que algunos alimentos pueden ayudar a disminuir los nocivos niveles de lipoproteínas de baja densidad y actuar como protectores. Entre los productos "milagrosos" en este sentido estan: el pescado, cuyo consumo, está comprobado, reduce el colesterol de baja densidad. Las fibras vegetales -el salvado de avena es la estrella en este sentido- que logran una disminución mayor de la que se consigue solamente con suprimir las grasas. La manzana, que reduce la capacidad del hígado para elaborar colesterol, evitando de esta manera su concentración. La cebolla cruda puede producir cambios significativos entre el colesterol benéfico y el perjudicial, reemplazando el segundo por el primero. También se ha descubierto que sustituir con fríjoles o proteínas de soya algunos alimentos de la dieta, no sólo disminuye los niveles de colesterol sino que puede ayudar a reparar el daño causado a las arterias. Otro anuncio sorprendente en las nuevas investigaciones sobre las virtudes terapéuticas de algunos alimentos señala que el chocolate no solamente provee 70 veces menos colesterol que la carne, sino que posee una sustancia que contrarresta la asimilación en el organismo del colesterol aportado por otros alimentos. Estos nuevos estudios sobre los vínculos de la dieta y el colesterol hacen que los programas para reducir los niveles de colesterol en la sangre ya no estén diseñados sobre una lista de alimentos en los que predomina un rotundo "no". Cada vez son más los alimentos que contribuyen a librarse de esa pesadilla médica que se llama colesterol.

DIETA ANTI-COLESTEROL

ALIMENTOS PROHIBIDOS:carne de cerdo, vísceras de res, huevos,nueces, aceitunas, aguacate, leche (excepto si es descremada) ,quesos, mantequilla, hígado de pollo, frituras y helados.
ALIMENTOS QUE AYUDAN A REBAJAR LOS NIVELES DE COLESTEROL EN LA SANGRE:aceite de oliva, pescados, avena, manzana, cebada, zanahorias, berenjena, yogurt, toronjas, fríjoles y soya.
ALIMENTOS RECOMENDADOS:carne de ternera, pollo (sin piel), vegetales crudos o hervidos, cereales, arroz, pastas, margarina blanda, frutas, aceites vegetales.