Ahora, la antigimnasia

Una nueva disciplina pone patas arriba todas las teorías actuales sobre el ejercicio.

20 de marzo de 1989

La era de los aeróbicos toca a su fin. Esas extenuantes sesiones de ejercicio han sido cuestionadas recientemente por una experta francesa, Therese Bertherat, creadora de la antigimnasia. Una nueva disciplina que ha puesto patas arriba todas las teorías actuales sobre el ejercicio. Según la doctora Bertherat, de los dos mil movimientos de que es capaz el cuerpo humano, apenas utilizamos un centenar de variaciones. Y lo que es peor, nuestros problemas físicos no parten de que la musculatura se halle fofa, sino, por el contrario, de que tenemos muchos músculos excesivamente contraídos.
En su libro "El cuerpo tiene sus razones", la autora trata de explicar su complejo método que ella define como una búsqueda del equilibrio físico y mental. La teoría se basa en los hallazgos realizados hace cuarenta años por Francoise Mezieres, quien estableció empíricamente la existencia de una cadena de músculos posteriores y descubrió que muchas deformaciones y problemas corporales se deben exclusivamente al acortamiento de dicha musculatura. Mientras la gimnasia clásica busca la raíz de los males en la relajación muscular y trata de corregirlos aumentando la tensión, la antigimnasia considera, por el contrario, que los males proceden de la tensión muscular y de la carencia de flexibilidad, y trata de conseguirla mediante la adopción de "posturas de estiramiento". "Es absolutamente necesario tratar el cuerpo como una unidad y tener en cuenta que la única causa de sus deformaciones es el acortamiento de toda la musculatura posterior, efecto inevitable de los movimientos cotidianos del cuerpo", afirma la señora Bertherat.
Mirando las cosas desde este nuevo ángulo, el deporte puede ser perfectamente inútil e incluso perjudicial. "Por desgracia, la mayoría de ellos suelen tender a aumentar la tensión de los músculos. Con excepción del andar, no hay ningún deporte cuya práctica beneficie al cuerpo en su totalidad", sentencia categóricamente.
Y explica que para practicar el ciclismo, por ejemplo, es necesario "poseer previamente un cuerpo robusto y equilibrado, porque no pedaleamos con las piernas sino con la espalda". Lo mismo sucede con la natación. Esta práctica deportiva fuerza a movilizar exageradamente ciertos músculos de la espalda. Dada la íntima relación existente entre la musculatura posterior y anterior -una relación que la doctora Bertherat compara con la interacción del ying y el yang de la filosofía tradicional china-, la tensión muscular de la espalda trata de equilibrarse "naturalmente" con una relajación compensatoria de los músculos delanteros. De modo que nada impide al nadador echar barriga.
Lo que la antigimnasia pregona es que hace falta adquirir previamente una flexibilidad muscular para integrarse sin perjuicios a la práctica deportiva. Más que una sesión de agotadores ejercicios, la práctica de la antigimnasia ofrece el aspecto de una sesión de meditación o relajación mental. Nada de movimientos violentos, ni esfuerzos terribles. Sus practicantes pueden pasar horas enteras haciendo rodar una pelota bajo el pie derecho para comprobar, media hora más tarde, que todos los músculos del cuerpo se han distendido. Otras veces se tratará de soñar que flotan en el mar, durante cuarenta minutos, con el propósito de aprender a respirar de verdad. "Si acaso sabemos aspirar, pero en cuanto a la espiración somos un desastre. Sólo espiramos realmente a fondo en la realización de ejercicios deportivos que exigen una alta oxigenación o cuando, tras una emoción fuerte, expresamos un hondo alivio. Fuera de esos casos excepcionales, nuestra espiración es corta y mezquina".
En resumen, la antigimnasia propende por relajar lo que está tenso, ya que esa tensión es fuente de numerosos problemas, la frigidez por ejemplo. "No hay mujeres frígidas sino rígidas", señala Bertherat. Por ello cuando aprenden a respirar y en especial a espirar profundamente, lo cual favorece la relajación, solucionan su problema sin que ello tenga que ver nada con el sexo. Lo que sucede, dice la autora, es que no conocemos nuestro cerpo y ese desconocimiento conlleva a una resistencia mental, a un rechazo que impide disfrutarlo y desarrollar toda su potencialidad de movimiento. La antigimnasia busca la reconciliación de la mente y el cuerpo... y lo que es mejor, ¡el ejercicio se hace en reposo!-