Reconocimiento

Cambio de aceite

Aparte de ganarse el premio mundial más importante de medicina biológica, la investigación de Édgar Estrada abre un nuevo camino en el tratamiento de la artrosis de rodilla.

1 de diciembre de 2007

Seguramente a la mayoría de las personas la mención del premio Hans Heinrich Reckweg no les diga mucho. Pero dentro de la medicina biológica es como ganarse un Nobel. Precisamente eso fue lo que hizo el doctor Édgar Estrada por su descubrimiento de un nuevo tratamiento para la artrosis de rodilla, una dolencia más común de lo que se cree. Su trabajo estuvo por encima de los de cientos de científicos de 60 países que se inscribieron a la convocatoria.

Esta artrosis es una enfermedad caracterizada por el deterioro del cartílago de las articulaciones de la rodilla, un tejido flexible que permite que los huesos se desplacen uno sobre otro con suavidad y poca fricción, como si fueran las partes de un motor bien aceitado. Este se va adelgazando y pierde su elasticidad y su capacidad de resistir la presión. Es el mismo cartílago que sobresale en los huesos de las piernas de pollo y su desgaste se presenta en las personas mayores de 50 años, aunque no todas muestran síntomas. También suele afectar las rodillas, que soportan alto impacto, como las de los deportistas y las de las personas obesas, y se observa también después de lesiones de meniscos o ligamentos.

Según el grado en el que se presente la artrosis (se mide de 1 a 4, siendo este último el más severo), puede causar desde dolor al caminar o estar de pie, hasta rigidez o incapacidad para mover la pierna. La buena noticia es que Estrada encontró una alternativa nueva y diferente para tratar este problema. Antes de este descubrimiento, los pacientes con una artrosis severa sólo tenían la posibilidad de someterse a una cirugía de reemplazo articular de rodilla, en la cual una prótesis de metal y plástico suplanta el cartílago desaparecido. Otras opciones paliativas eran analgésicos y antiinflamatorios, y lo que Estrada compara con un "recambio de aceite", que era la infiltración en la rodilla de ciertas sustancias para mejorar su lubricación.

Pero desde 2001, en Ibagué, Estrada empezó a desarrollar otra solución. Trató a 62 pacientes que llegaron a su consultorio con dolencias a la hora de caminar, mantenerse en pie o subir y bajar escaleras. Después de las radiografías de rigor y de exámenes de sangre para descartar otras posibles causas, fueron sometidos a una cirugía artroscópica para limpiar la cavidad articular del tejido cartilaginoso que se había desprendido. Esta cirugía fue el paso previo para la aplicación intraarticular de tres medicamentos moduladores de inflamación, una vez a la semana, durante cinco semanas.

El resultado fue casi instantáneo. La marcha y la movilidad de las rodillas se restablecieron y el dolor comenzó a desaparecer. "El efecto que produjeron estos medicamentos fue la mejoría de la biología de los condrocitos (células encargadas de formar el cartílago), y la producción natural del líquido sinovial, encargado de lubricar las articulaciones", le dijo Estrada a SEMANA.

Hasta noviembre de 2005 se les hizo seguimiento a estos pacientes a través de diferentes pruebas, para medir la capacidad de marcha, la funcionalidad y el dolor, y se encontró que el tratamiento provocó la regresión de la enfermedad de niveles 3 y 4, a 2, en el cual la intervención quirúrgica no es necesaria. "Hoy los pacientes a los que les aplicamos el tratamiento y que sólo podían mejorarse a través de la cirugía, están asintomáticos", dice Estrada, quien la próxima semana viajará a Baden-Baden, Alemania, a recibir este premio que lo ubica entre la constelación de los mejores científicos del mundo.