...CON SANGRE ENTRA

Tres enfermeras resultan contagiadas en los EE.UU., mientras cientos de pacientes buscan droga en México, lo nuevo del SIDA

29 de junio de 1987

En un tema como el del SIDA unas son de cal y otras son de arena. Ahora se ha informado que tres trabajadores de la salud han resultado infectados en Estados Unidos a consecuencia de la inobservancia de las precauciones recomendadas para el tratamiento de los enfermos del síndrome.

Lo que resulta especialmente preocupante es que se trata de los primeros casos documentados en que la causa de la infección no ha sido la exposición prolongada a los fluidos del cuerpo del paciente o la inyección de sangre contaminada, como había ocurrido en los casos reportados anteriormente. Lo que viene a poner de presente esta nueva situación es la necesidad de dar la mayor importancia a las precauciones que indican que se deben usar guantes cuando se espera que se pueda entrar en contacto con la sangre contaminada. En algunos casos, cuando la exposición puede ser mayor, las precauciones deben ser más estrictas, con el uso de máscaras, gorros y hasta anteojos protectores.

En ninguno de los tres casos se ha podido determinar con absoluta seguridad el mecanismo específico de transmisión, aunque las informaciones oficiales han hecho enfasis en que no hay evidencia alguna de que el virus haya pasado a través de la piel de los contagiados. Por otra parte, una extensa investigación sobre la vida de estos determinó que no estaban entre ninguno de los grupos de alto riesgo como para que hubiera existido la eventualidad de un contagio por fuera del hospital.

La noticia, sin embargo, ha sido tomada con cautela por las autoridades de salud de Estados Unidos. El doctor James M. Hughes, del Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, afirmó que se trata de una confirmación más de la necesidad de una estricta observancia de las recomendaciones oficiales sobre el manejo del SIDA, y el doctor Kenneth E. Raske, presidente de la Asociación de Hospitales de Nueva York dijo en una entrevista que "no existe causa alguna de alarma entre los trabajadores de la salud, siempre y cuando se cumpla con las precauciones debidas".
La mayoría de los casos reportados anteriormente tuvieron sus causas en pinchazos accidentales con agujas hipodérmicas contaminadas. En estos, las circunstancias han sido diferentes:

En el primer caso se trataba de un paciente a quien el personal aplicaba tratamiento de resucitación tras sufrir un paro respiratorio. La enfermera estuvo en contacto con la sangre del paciente durante veinte minutos mientras presionaba, sin guantes, una gasa sobre su brazo. Las manos de la enfermera tenían cuarteaduras, por donde se presume que el virus pudo entrar en contacto con su torrente sanguíneo.

En un segundo caso, la sangre salpicó la cara y la boca de la enfermera cuando se reventó una tapa de caucho. Aunque la trabajadora tenía historia de acné, su cara no presentaba lesiones. Las autoridades creen que el contagio pudo producirse a través de las mernbranas mucosas de su boca, o por alguna parte inflamada de su cara.

En el tercer caso, la sangre se derramó sobre las manos y los antebrazos de una técnica que operaba una máquina separadora de los componentes sanguíneos. Aunque no tenía ninguna herida apreciable en las áreas que entraron en contacto con la sangre, se cree que el contagio pudo tener lugar en una oreja inflamada que la enfermera pudo haberse tocado antes de lavar la sangre de sus manos.

UNA BUSQUEDA DESESPERADA
Mientras las precauciones se extreman a nivel de los centros hospitalarios, la posibilidad de una cura para el SIDA sigue siendo una ilusión abrazada por miles de portadores sanos del virus y por quienes, ya con las primeras señales de deficiencia inmunológica, aún se encuentran relativamente bien. El frenesí por tener algún tipo de esperanza ha llevado a muchos de ellos a buscar cualquier cura que represente al menos una mínima esperanza, y acusan a las autoridades sanitarias de lentitud para la aprobación de los nuevos medicamentos.
Cientos de norteamericanos están viajando a México para comprar grandes cantidades de una droga que no se ha puesto a la venta en su país pero que se puede conseguir al sur del Río Grande, aunque bajo otra marca.
Se trata del Rivabirin, vendido como Vilona en México. Aunque en algunos países está aprobado para el tratamiento de ciertos virus, y en Estados Unidos para las infecciones de garganta de los niños, los productores norteamericanos han afirmado que las pruebas indican una cierta efectividad para evitar la reproducción del virus del SIDA. Las pruebas, sin embargo, deben ser exhaustivas antes de que la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos le dé su aprobación, así que quienes están afectados por el virus han decidido no esperar más.
Los médicos, por su parte, exhiben una actitud complaciente, y aun han llegado a recomendar la Vilona a sus pacientes. "Ciertamente es mejor que ver el deterioro del enfermo sin poder hacer nada", dijo el especialista Thomas H. Smith, de Austin, Texas. El doctor Paul Keith no llega a tanto, pero afirma que "no hago nada para descorazonar a los pacientes. Y, ¿qué tal si (tomar la droga) fuera lo correcto en estos casos?" Se trata de un aspecto donde la ética tradicional de los médicos se halla en entredicho, en uno de sus aspectos más delicados: la automedicación.

La alternativa está entre negarle al paciente toda posibilidad, o recomendarle una droga aún no aprobada pero que brinda algún tipo de esperanza. Por lo pronto, la mismísima autoridad en la materia, la Food and Drug Administration, tradicionalmente ultraconservadora en este aspecto, ya ha tomado un primer paso en ese sentido, y ha anunciado la publicación de una lista de drogas que, aunque no suficientemente probadas, se podrán administrar a los pacientes terminales, que son los que están ya en peligro inminente de morir. No se espe ra que esa sea la única modificación importante de comportamiento que sobrevenga a partir de la aparición del SIDA, la mayor amenaza para la supervivencia de la humanidad en los tiempos modernos.

-EL DRAMA A LA COLOMBIANA
El lanzamiento de la gran campaña de divulgación contra el SIDA se hizo en Bogotá con bombo y platillos el 10 de abril pasado, pero los esfuerzos de los funcionarios del Ministerio de Salud se estrellan contra la insuficiencia presupuestal y contra cierta incredulidad de parte de quienes considerar que se trata del enfoque sensacionalista de una enfermedad como cualquier otra. Al contrario de lo que su cede en otros países, como Brasil, hoy el público no está recibiendo la catarata de informaciones que debería corresponder a una calamidad de la trascendencia del SIDA.

Para tratar de llenar ese vacío, los medios de comunicación, por iniciativa propia, han hecho importantes esfuerzos en ese sentido (véase SEMANA N° 257). El "Noticiero 24 Horas", que dirige Mauricio Gómez, presentó en la semana pasada un extraordinario e impactante informe que, se espera, debió calar muy hondo en la conciencia colectiva de los colombianos sobre el problema. La periodista encargada de su realización fue Claudia Muñoz Rocha, con quien conversó SEMANA para conocer sus impresiones.

"La mayor dificultad que encuentra el medio televisivo para este tipo de informes es el tabú que aún rodea entre nosotros a los homosexuales.
Yo misma me aterré al principio de tener que tratar a un grupo que hasta ahora me había producido una cierta reacción, pero el contacto con ellos y con el problema que enfrentan, con más riesgo que los demás, me cambio esa actitud, que era producida solo por factores culturales. Se trata del grupo donde el problema ha sido asumido con mayor seriedad. Pero se requirió de una gran capacidad de convencimiento para que declararan para la televisión, aun con la promesa de mantener su anonimato".

Otra dificultad fue la ética médica, que impide que un facultativo revele la identidad de un enfermo y su enfermedad. "Debimos pasar dias antes de obtener la oportunidad de mostrar al paciente en la televisión. Pero creo que valió la pena, pues resultó real mente impactante, y de eso era de lo que se trataba". ¿Y qué fue lo que más la impresionó? "Tuve la visión que todo el mundo debiera tener para comprender realmente lo que el SIDA significa. Al llegar a la alcoba de ese muchacho tan joven, luego de entrar al edificio con los equipos escondidos para que los vecinos no se enteraran, y ver la foto de un adolescente realmente hermoso, junto a lo que quedaba de él, pude apreciar de manos a boca el dramatismo y la dimensión de un flagelo que nos amenaza a todos, sin excepción". --