DE TODO CORAZON

Ventrículo de repuesto, esperanza para cardiacos.

5 de septiembre de 1988

El corazón artificial está aún lejos. El último intento, realizado en 1982, fracasó porque se adelanto demasiado a su tiempo y genero problemas de coagulación que no se pudieron resolver. Pero la ciencia aún no descarta el perfeccionamiento de un corazón artificial que funcione efectivamente.
Como resarciéndose de su fracaso, los investigadores han dado una especie de paso atrás para tomar impulso. Una máquina de proyecciones más modestas, pero que puede cambiar el destino de muchos pacientes cardiacos, se constituye en un paso, según muchos científicos, por el buen camino hacia el anhelado corazón artificial.
Se trata de un aparato que sustituye el trabajo del ventrículo izquierdo del corazón, que es la parte del órgano que con mayor frecuencia falla primero. Ello no resulta extraño si se tiene en cuenta que ese ventrículo bombea hasta el 80% de la sangre que pasa por el corazón.
Un modelo experimental de la bomba, desarrollado por la Universidad de Stanford, en Estados Unidos ha sido usado ya en 17 pacientes en espera de su trasplante de corazón. Sin embargo, el prototipo depende de la energía eléctrica externa, lo que elimina la movilidad de los pacientes.
Para solucionar ese inconveniente, científicos de Boston implantaron en un par de terneros un VAD (Ventrical Assist Device) movido por baterías adheridas al animal. Durante el experimento, que duró 7 semanas, la corriente se transmitió a través de la piel por medio de un inductor que eliminó la necesidad de cables. Un experimento anterior, hecho por la Universidad de Pensilvania, mantuvo con vida a un ternero durante 222 días con un VAD conectado a una fuente exterior de poder.
Los modelos humanos del VAD deberán, por supuesto, tener unas condiciones mínimas de comodidad. En primer lugar, las baterías deberían llevarse al hombro o en un cinturón especial. Algunos modelos proyectados van más allá: en ellos, la fuente de poder podría ser retirada hasta por 60 minutos, "con lo que el paciente podría, por ejemplo, tomar tranquilamente una ducha", según declaró a The New York Times el doctor Gerson Rosenberg, de la Universidad de Pensilvania.
En lo que parece haber claridad en medios científicos relacionados con el tema, es en que el VAD puede ser el precursor verdadero del corazón artificial. Una de las dificultades que este proyecto afrontó cuando hace una década fracasó en 5 pacientes, era la coagulación de la sangre. Pero ahora existe optimismo sobre el punto.
La causa de esa actitud positiva es que el uso de superficies continuas de poliuretano recubiertas por una capa de la propia sangre del paciente, parece evitar el efecto fatal de la coagulación.
Sin embargo, a pesar de los éxitos obtenidos en la experimentación del VAD, aún faltan al menos 10 años para que pueda empezar a pensarse en un corazón artificial realmente independiente.
La causa está en una serie de problemas que no parecen tener solución a la vista. La primera, es desarrollar una fuente de poder implantable, inagotable y que no produzca calor, o sea, como dice el doctor Norman Shumway, quien realizó el primer trasplante de corazón en 1968, "como si encontráramos una nueva fuente de energía". No se trata, por lo visto, de una dificultad fácil de superar. Pero la ciencia resulta tan impredecible a estas alturas del siglo XX, que no sería raro que para el final del siglo ya hubiera algo así como corazones Sony para todos los bolsillos.