DIME CON QUE JUEGAS ...

Según los psicólogos, la elección de los jueguetes apropiados no es un "juego de niños".

15 de enero de 1990

Si el Niño Dios fuera más sensato, le haría caso a los psicólogos antes de lanzarse a las calles con su extensa lista en la mano. Porque según los especialistas, comprar juguetes no es una tarea tan sencilla como parece. Y menos en esta época cuando su sofisticada variedad sobrepasa los límites de la imaginación de niños y adultos. Mientras las atractivas campañas publicitarias despiertan la avidez de los pequeños que hacen listas interminables, los adultos se debaten como hormigas entre los miles de juguetes que exhiben las vitrinas y los pocos pesos que llevan en sus bolsillos .
Aunque no están muy lejanas, sí quedaron bien atras las épocas cuando las muñecas no hacían nada más que dejarse mimar, los bloquecitos de madera formaban maravillosas ciudades gracias a la imaginación infantil y en la mañana del 25 en los jardines retozaban mas pelotas de letras que bicicletas. Ese pequeño inventario que, cuando mucho, incluía algunas ollitas y dos pistolas, se ha constituido en las dos últimas décadas en una de las más variadas y prosperas industrias, ofreciendo todo lo que la mente humana pueda imaginar: desde muñecas que hablan, montan en triciclo y tienen hijos, hasta robots y juegos computarizados en los cuales los mismos padres no se atreven a participar, para no ver mancillado su orgullo. Pero el problema no es lo que se ofrece sino la acertada elección del juguete para que cumpla su cometido. Impulsados por un recóndito sentimiento de culpa, producido por su constante afán de conciliar sus obligaciones con el hecho de que los niños cada vez pasan más tiempo solos, los padres salen en Navidad en busca de nuevas formas de entretenimiento y multiples maneras de acelerar el desarrollo de sus pequeños, convirtiendo sus cuartos en un completo muestrario de juguetería.
Si del Niño Dios dependieran las compras la situación sería muy distinta. Pero los pobres mortales que deben cumplir con el anual requisito de premiar las buenas calificaciones, estimular la obediencia y pagar por anticipado las promesas de un buen comportamiento futuro, la mayoría de las veces confirman que "errar es humano". Y la estrategia de entretener, premiar y contribuir al desarrollo del nino se devuelve como un bumerán. La sentencia de los psicólogos es irrebatible: los juguetes no pueden ser sustitutos de los padres ni de los compañeros de juegos. Su presencia es irremplazable y puede hacer a un niño mucho más feliz y creativo que todos los juguetes del mundo. Quienes han estudiado los esquemas del juego infantil aseguran que muchos niños se sienten abrumados por la cantidad de juguetes que los mayores ponen a su alcance. Este sentimiento hace que pasen de uno a otro sin llegar nunca a jugar con ninguno. Es más, algunos encuentran tan perfectos los artefactos creados por la técnica para sus juegos, que sienten que su maravillosa imaginación se queda corta y sus posibilidades de entretenimiento se reducen a seguir las instrucciones de la caja.
Pero hay algo peor: los expertos han detectado que los representantes del Nino Dios con frecuencia dan a sus hijos juegos y juguetes que van más allá del desarrollo normal alcanzado por el niño. Esto sólo sirve para confundirlos y frustrarlos. En una sociedad marcada por la competencia los padres tienden a regalar juguetes para niños mayores, haciendo caso omiso de las advertencias de los fabricantes. Con la intención de fomentar el crecimiento mental y físico de sus hijos, con frecuencia lo único que obtienen es la frustración del pequeño, cuando no algunos accidentes. La mayoría de los juguetes y juegos vienen con indicaciones precisas sobre la edad para la cual son adecuados; muchos de ellos incluso tienen advertencias sobre el peligro de darselos a los niños muy pequeños. Los especialistas señalan que si un padre no está seguro de que su hijo está lo suficientemente preparado para jugar con algo que esta diseñado para una edad mayor, el mejor consejo es abstenerse de darselo.
Con el objeto de orientar a los padres en las compras de navidad, los especialistas dan una serie de sugerencias:
. Bebes menores de 18 meses: juguetes lavables, ligeros, de colores vivos, sin esquinas peligrosas, y lo suficientemente grandes como para que no puedan tragarlos. Para los bebes que ya pueden sentarse son aconsejables los aros, cubos y libros de tela. Para aquellos que gatean o ya caminan, vale la pena intentar juguetes para empujar. También se divierten con juguetes musicales o muñecos y animales de trapo, que no tengan pequeñas partes que puedan quitarse y tragarse.

. Para los niños entre 18 meses y tres años: estimular la actividad del niño con juguetes para montar o treparse, como pequeños triciclos diseñados para su edad. Otra buena escogencia es un arenal con palas para hacer huecos; disfraces sencillos, juegos de ensamblar, rompecabezas simples, instrumentos musicales y discos de cuentos.

. Preescolares de 3 a 6 años: marionetas que estimulan la imaginación o los juegos de imitación, vehículos y juegos de construcción. Un pequeño gimnasio, triciclos, patines o patinetas. También es importante que desarrollen sus habilidades haciendo dibujos con colores o armando rompecabezas, y por medio de la lectura de cuentos.

. Escolares de 6 a 9 años: edad de expansión, apropiada para triciclos o bicicletas, patines, raquetas, de tenis, juegos electrónicos, muñecas con movimiento, libros que ellos puedan leer, juegos más complicados de construcción y de armar, rompecabezas de numerosas piezas.

. Niños mayores de 9 años: juegos de armar mas complejos y cajas de química u otro tipo de ciencia. Rompecabezas que superen las 500 piezas, mesa de ping-pong, equipos de badminton y voleibol o fútbol y básquet. Otras opciones pueden ser equipos para arte, instrumentos musicales juegos computarizados y videojuegos, discos, cintas o libros.
Y algo muy importante: los padres deben asegurarse de que cada uno de los juegos que compren incluya las instrucciones y advertencias para evitar cualquier accidente. Anualmente son muchos los casos de niños que tienen que ser hospitalizados por causa del mal empleo de un juguete. Las primeras veces es conveniente que los padres jueguen con los hijos para asegurarse de que el niño maneje adecuadamente el juguete que recibe. Y otro consejo: en el caso de bicicletas y triciclos, lo mejor es comprarlos de acuerdo con el tamaño del niño y no para que "crezcan con ellos", pues les queda más difícil controlarlos y hay más riesgo de que se produzcan accidentes y no se logren los objetivos de desarrollo buscados. Y no olvide los cascos, las rodilleras y coderas cuando el regalo sea un par de patines o una patineta. Suena sencillo, pero son muchos los casos de niños accidentados que hubieran podido evitar una herida grave si hubieran usado esos elementales medios de protección. Como quien dice: la elección de los juguetes adecuados no es, como parece, "un juego de niños".