ECOS EN LA OSCURIDAD

Las dudas sobre la ecografía parecen infundadas

2 de marzo de 1987

Los submarinos de la armada imperial alemana hacían de las suyas en el Atlántico Norte en la Primera Guerra Mundial. Se regodeaban a su gusto hundiendo cuanto objeto flotante se encontraran en su camino, sin consideración alguna. Ante tan desolador panorama, los gobiernos francés y británico decidieron crear un comité de científicos de bata blanca para buscar una técnica de detección que permitiera a los aliados anticiparse a las fatídicas intenciones de los modernos capitanes Nemo. De esta forma nace la técnica del Sonar (Sound Navigation and Randing) cuya eficacia pronto se demostraría en los mares de batalla.
Como es usual, tan épicos comienzos pronto darían paso a las aplicaciones civiles más variadas. Seguramente los científicos que lo desarrollaron originalmente imaginaron que podría ser usado en la navegación y la oceanografía, pero pocos soñaron que llegara, con el paso del tiempo y de su perfeccionamiento, a convertirse en una técnica de aplicaciones médicas que van desde la neurología hasta la determinación del sexo del bebé por nacer.
La aplicación en medicina de los ultrasonidos se inició en el campo de la investigación, y se remonta al año de 1942, cuando se utilizó por primera vez en el estudio de la estructura del cerebro humano. Años más tarde, en 1958, se empezaron a desarrollar las posibilidades del sistema en el campo de la ginecología, a partir de estudios de científicos ingleses. En Colombia solamente se introdujo a partir de los últimos años del decenio de 1970.
La ecografía, como ha llegado a llamarse el diagnóstico médico hecho con la ayuda de ultrasonidos, se basa en que estos, como cualquier vibración sónica, tienen la propiedad de reflejarse, produciendo ecos, cuando en su propagación atraviesan estructuras de características sónicas diferentes. El número e importancia de las reflexiones -ecos- depende del número y magnitud de diferencias de densidad entre las estructuras atravesadas. Las reflexiones producidas pueden ser convenientemente registradas y el estudio de la información que proporcionan, constituye la base del ecodiagnóstico.
Pero la aplicación de los ultrasonidos en la medicina no se limita a la determinación de diagnósticos, sino también a la terapéutica. Su aplicación en diferentes frecuencias y por lapsos más largos, se usa, por ejemplo, en fisioterapia.
"¿Y PUEDO VER AL BEBE?"
Naturalmente, lo que se ha constituido en el boom de popularidad de la ecografía es que mediante ella, y dadas ciertas condiciones como la posición del feto, se puede determinar con cierta seguridad el sexo del bebé por nacer, con lo que la madre en ciernes no tiene problemas para escoger entre azul y rosado el color de la ropita y puede avanzar en la encuesta sobre el nombre de su próximo hijo.
Por eso, y por la muy promocionada inocuidad del sistema, muchas madres quieren sobre todas las cosas que se les haga la ecografía, y no una, sino muchas veces, para "ver cómo va el chinito".
Por eso han salido ya algunos críticos del sistema, que advierten que su uso indiscriminado puede ser perjudicial para el feto, y se menciona que el aparato auditivo es el más expuesto. Se dice también que la ecografía adolece de una gran subjetividad en su interpretación y que por ello no es absolutamente confiable.
Los defensores, que son la mayoría de los profesionales consultados por SEMANA, opinan que en realidad se han detectado en los Estados Unidos algunos casos de defectos del aparato auditivo en niños cuyas madres se habían sometido a ecografía, pero que ello no se había podido constituir en una prueba científica suficiente como para no recomendar su uso. Por otra parte, "las ventajas del sistema son tan grandes, que hoy por hoy no sería la misma la ginecología si no fuera por el ultrasonido".
Las clínicas obstétricas y ginecológicas de los Estados Unidos, que se reúnen anualmente, en su última edición recomendaron que aunque no está demostrado que, con el empleo de dosis diagnósticas, pueda producirse ningún tipo de efecto perjudicial, la ecografía no debe usarse en forma demasiado liberal, sino cuando tenga utilidad por la necesidad de controlar el desarrollo del feto, o por que se haya determinado la existencia de un problema en la madre.
Los peligros que hacen que recurrentemente se esté produciendo el debate sobre las posibles contraindicaciones de la ecografía, parecen, sin embargo, residir en la aplicación de frecuencias e intensidades de índole no diagnóstica, pues en la época de investigación, se asociaron múltiples malformaciones a la aplicación intensa de las ondas ultrasónicas. Hoy, no obstante, esos temores están descartados, por haberse determinado con absoluta precisión el nivel aplicable dentro de los márgenes de seguridad, y los aparatos, por otra parte, incorporan la más avanzada tecnología que hace imposible el más mínimo error al respecto.
Por lo tanto, en este campo como en ningún otro, hoy puede traerse a cuento el viejo aforismo de Paracelso: "Sólo la dosis hace que una cosa no sea veneno".