Salud

El doctor "milagro"

6 de junio de 2002

Un médico colombiano sorprendió al mundo logrando lo que parecía un imposible: bajarles a la mitad el peso a los obesos.

En 1995 Catalina Trujillo pesaba 119 kilos. Lo había intentado todo para quitarse de encima esos 50 kilos de más y estabilizarse en su peso normal. Hizo toda clase de dietas, se sometió a un tratamiento de acupuntura, ingresó a Alcohólicos Anónimos y se hizo una liposucción. En una oportunidad llegó al extremo de coserse la boca literalmente. Catalina se mandó poner brackets en los dientes y con los alambres utilizados en ortodoncia le amarraron la mandíbula superior con la inferior para evitar el paso de la comida. Nada de eso, sin embargo, le trajo buenos resultados. Ella no lograba bajar de peso. Era tal su compulsión por la comida que terminaba ingeniándose la manera de burlar la dieta o el tratamiento.

Desde pequeña esta cartagenera había sido una simpática gordita. Pero sólo después del nacimiento de su hija comenzó a aumentar de peso en forma incontrolada hasta convertirse en una obesa mórbida. Esto quiere decir que tenía encima más de 45 kilos de sobrepeso. Ese exceso le traía problemas tanto emocionales como físicos. "Me daba pena enfrentarme a la gente, acercármele, saludar, era muy tímida, dice Catalina. Además casi no podía respirar por la gordura". Agobiada por todos estos problemas el 17 de octubre de 1995 se sometió a una intervención quirúrgica que logró lo que tantas dietas y tratamientos no habían podido hacer en muchos tiempo: bajar más de 60 kilos en menos de un año sin necesidad de grandes sacrificios. Su vida dio un giro de 180 grados. Hoy es una esbelta joven de 32 años que pesa 53 kilos y lleva una vida normal. "Yo me siento Miss Universo, soy la mujer más feliz del mundo, dice. Trabajo, soy activa, sociable y callejera ".

El procedimiento que logró convertir en realidad el sueño de Catalina se denomina cirugía bariátrica y la desarrolló nadie menos que un cartagenero que hace más de 40 años vive en Nueva Jersey, Estados Unidos. Se trata de Rafael Capella, un especialista que ha logrado devolverle el peso normal a más de 1.400 pacientes con obesidad mórbida. Y todo en cuestión de un año. Para muchos es un milagro pero en realidad los resultados que se observan son producto de una muy meticulosa técnica que él mismo perfeccionó. Consiste en crear primero un pequeño estómago dentro del estómago normal para que la persona sienta una sensación de saciedad temprana y por lo tanto coma menos. La segunda es conectar directamente ese pequeño estómago al intestino delgado, obviando gran parte del recorrido normal de la comida. (ver recuadro).

Una técnica combinada

El procedimiento que el doctor Capella diseñó toma los puntos más fuertes de dos cirugías diferentes: la gastroplastia vertical anillada y el bypass gástrico, ambas ampliamente conocidas para solucionar la obesidad mórbida. Pese a ser técnicas muy recomendadas, en su opinión no eran totalmente efectivas. Con la primera, explica Capella, las personas podían comer alimentos muy ricos en calorías y por lo tanto muchas de ellas volvían a ganar peso con el tiempo. El bypass, por su parte, no permitía la ingestión de comidas altas en calorías pero tenía inconvenientes como diarreas, malnutrición y exceso de gas, que muchas veces no eran tolerados por los pacientes. Con la nueva técnica la pérdida de peso es evidente y la tolerancia de los alimentos es amplia. "Las personas se llenan con sólo dos onzas y por lo general terminan comiendo una dieta muy balanceada", dice Capella.

Durante las primeras siete semanas después de la cirugía al paciente sólo se le permite ingerir purés, compotas y muchos líquidos. Después puede introducir sólidos poco a poco. Es muy probable que ciertas comidas, en especial los carbohidratos y las grasas, provoquen dumping, una sensación parecida a la náusea, el mareo o el desvanecimiento.

Según sus estadísticas, los pacientes pierden en promedio 68 kilos durante los primeros nueve meses. María Claudia Trucco, una cartagenera que pesaba 107 kilos antes de la operación, bajó a 59 en sólo 10 meses y desde hace un año y medio ha logrado mantener la balanza en esa cifra. Y, así como ella, la gran mayoría lo consigue sin privarse de los alimentos que más les producen placer. "El apetito no se acaba, dice María Claudia. Seguimos siendo glotones pero uno sacia las ganas con muy poca comida. Yo como galletas, chitos, chocolates, cosas fritas, verduras y carne molida sin problemas", agrega.

Paola Ranzini, una barranquillera que hace dos años pesaba 100 kilos y hoy está en 53, dice que después de la cirugía casi todas las comidas le sientan bien. Pero ahora se volvió más selectiva pues sabe que cualquier cosa la llena muy fácil. "Yo como dulces y chocolates pero no en forma desaforada. A veces me satisface más comer cosas nutritivas".

Los riesgos

El cambio de tamaño del estómago no genera ningún problema de salud. En un comienzo el médico recomienda tomar vitaminas y minerales y para evitar la anemia mucho hierro, sobre todo en mujeres en edades fértiles. Pero a medida que la dieta se empieza a balancear es posible dejar los suplementos vitamínicos y, en general, llevar una vida normal. De hecho, muchas pacientes han quedado embarazadas después de la cirugía y han sido madres de bebés saludables.

Pero esta cirugía no está indicada para cualquier persona. Según Capella, es una cirugía mayor y como tal representa un riesgo que sólo aquellas personas que tienen un gran exceso de kilos o cuyo sobrepeso les representa un problema de salud son seleccionadas para ello (ver recuadro).

Además de la transformación física la cirugía provoca un cambio emocional grande en estos pacientes. Aunque no son condiciones sicológicas serias por lo general los obesos son inseguros, frustrados, están obsesionados por la comida y sufren de depresión. Con la disminución de peso esos sentimientos se acaban y las pacientes sienten que comienzan una nueva vida. "Yo me volví alegre, me aprendí a querer, a aceptarme. La gente no me reconoce", dice Patricia Rey, una bogotana que bajó 60 kilos en un año.

La mayoría logra sobrepasar las transformaciones físicas sin necesidad de la ayuda de un sicólogo aunque algunos pacientes, como Catalina Trujillo, han tenido que recurrir a terapia para manejar estos cambios de personalidad. "Mi vida conyugal se afectó porque para mi marido fue como si le hubieran cambiado a la señora", dice.

Pero el esposo de Catalina no es el único que se sorprende por esa metamorfosis. Cualquier persona que vea la nueva imagen de estas mujeres creería que se trata de un truco más, como los que suelen utilizar los anunciantes para mostrar las bondades de sus tratamientos para adelgazar. Sin embargo lo sorprendente es que estos resultados son reales y una opción verdadera para quienes sufren problemas de obesidad y quieren no sólo mejorar su estado de salud sino también recuperar su esbelta figura.

Edición: 931