EL ULTIMO TRAGO

Nueva droga mejora expectativa de vida de los alcohólicos

11 de enero de 1988

La causa de la mayor parte de las afecciones del hígado que terminan con la muerte de los pacientes es, sin duda alguna, el alcohol. Y aunque la única protección para evitar una letal enfermedad del hígado es dejar el trago, algunas investigaciones recientes revelan que existe una droga que ofrece a los alcohólicos alguna protección, aunque continúen bebiendo. Se trata del propiltiuracil o PTU.

La Fundación para la investigación de la adicción, con sede en Toronto, Canadá, encontró que el PTU, que ordinariamente se utilizaba para tratamiento de hipertiroidismo, parece proteger parcialmente al hígado de los venenosos efectos del alcohol. La droga disminuye la tasa de mortalidad en cerca del 50% de los alcohólicos que la toman durante dos años, y ayuda aún más a aquellos que logran abandonar el licor.

Los médicos, sin embargo, advierten que la droga no da carta blanca para beber en abundancia y sostienen que la única forma de evitar las enfermedades del hígado es suprimiendo el alcohol.

"A largo plazo, parece que el PTU es benéfico para los pacientes, aunque continúen bebiendo", afirma el doctor Jerome Zeldis, del Hospital Bethesda de Boston. Pero agrega que "pienso que no está listo aún para convertirse en parte de la terapia para las enfermedades del hígado de los pacientes alcohólicos, hasta que otro grupo con mayor número de pacientes verifique los hallazgos de los investigadores canadienses". Por otra parte, el doctor Thomas LaMont de la escuela de medicina de la Universidad de Boston, señala que la droga no contribuyó a la mejoría de pacientes que continuaron bebiendo intensamente. "El manejo corriente de alguien con complicaciones de alcoholismo es dejar definitivamente el trago. La gente tiene que óír esto, porque si no, el PTU puede ser utilizado como una "muleta" para continuar tomando".

El estudio en cuestión fue dirigido por el doctor Héctor Orego, y se realizó con una muestra de 310 pacientes alcohólicos que tenían cirrosis y otras enfermedades del hígado causadas por el alcohol. Cuando ingresaron al programa, los pacientes estaban bebiendo el equivalente a, por lo menos, 8 onzas de whisky al día. Durante los dos años que duró la investigación, la mitad tomaron PTU y la mitad placebos.

Casi todos los hombres y mujeres continuaron tomando. Cuando el estudio terminó, 13% de los pacientes que había tomado PTU había muerto, mientras que del grupo que había tomado placebo, el 25% había fallecido. Aquellos que disminuyeron la ingestión de alcohol progresaron más, y solamente se registró una ligera diferencia de la tasa de mortalidad entre aquellos que continuaron bebiendo mucho.
El tratamiento, desarrollado en la fundación de Toronto durante más de 15 años, ha sido muy controvertido, entre otras cosas, porque un-estudio realizado hace 5 años en la Universidad del Sur de la Florida no probó ningún beneficio de la medicina. El doctor Teller Reynolds, coautor del último estudio mencionado dice: "Es difícil explicar los resultados negativos que obtuvimos y los positivos que ellos obtuvieron".

Sin embargo, anota que sus pacientes fueron hospitalizados y no siguieron tomando, mientras que los del programa de Toronto continuaron tomando. "Es posible que la droga pueda influir en la prevención de los efectos tóxicos del alcohol, más que en ayudar al hígado una vez que el daño está hecho", dice Reynolds.

Por estas razones, los científicos se muestran poco seguros de si la medicina puede ayudar a los alcohólicos que han dejado de beber. Tales personas continúan corriendo el riesgo de padecer enfermedades del hígado.

Finalmente, aunque el estudio no revela serios efectos colaterales, el doctor Markku Linnoila, director clínico del Instituto Nacional de Alcoholismo, afirma que es necesario adelantar investigaciones más amplias para determinar posibles reacciones adversas a la droga. --