EN BUSCA DE LA ETERNA JUVENTUD

Los tratamientos de células vivas que se ofrecen no son tan salvadores como los pintan

27 de julio de 1987

La eterna juventud, esa vieja utopía de la humanidad, ha generado, gracias a la mentalidad del hombre de nuestro tiempo, una industria poderosa: millones de dólares producen anualmente las firmas que venden belleza, juventud y energía, y que sacan al mercado desde productos para el cabello, cosméticos para cara y cuerpo, alimentos, ampolletas, hasta inyecciones y tratamientos. Para no mencionar el hecho de que hay una especialización de la medicina -la cirugía plástica- que si bien sirve para corregir graves deformaciones físicas, también se emplea masivamente como una forma de prolongar la ilusión de juventud.
Y es que si hay algo que tema el ser humano, aparte de la muerte, es a la vejez. La sociedad moderna, rendida admiradora de la juventud, desprecia como la antítesis de la felicidad, las canas, las arrugas y todo lo que represente la huella de los años en el cuerpo.
Pero la fuente de la eterna juventud no existe. O por lo menos, no ha sido descubierta, no importa las promesas que la publicidad haga. El próspero negocio de la belleza se basa, sobre todo en la ingenuidad de medio mundo, mientras el otro medio no corre más peligro que el de perder, una que otra vez, clientes por desilusión, cuando la edad se refleja irremediablemente.
Sin embargo, el asunto deja de ser inofensivo, en el momento en que la salud de miles de personas se pone en peligro por la salida al mercado de sustancias cuyos efectos secundarios se desconocen.
Por eso existe actualmente entre los investigadores de los países desarrollados una seria preocupación por el contacto que el público tiene con elementos químicos añadidos a alimentos y cosméticos, como preservativos y colorantes. Ya es notorio el interés de las industrias multinacionales de productos de belleza, de crear líneas de cosméticos antialérgicos, debido a las enfermedades de la piel originadas en el empleo frecuente de determinados maquillajes.
LINEA VERDE
Los vendedores de juventud han visto una panacea en los productos llamados "naturales", supuestamente buenos porque provienen de la madre naturaleza y no tienen aditivos químicos. Se monta entonces la propaganda con base en las calidades de los elementos en su estado original, entendiéndose que no hay una intervención del hombre para mejorarlos o conservarlos.
Pero no por estar envueltas en paquete ecológico, las mentiras dejan de serlo menos. Ni las verdades a medias que se dicen en los folletos publicitarios, hacen que todo lo que allí se afirme, sea cierto.
Es eso lo que sucede, justamente, con los tratamientos de células vivas que se están ofreciendo profusamente en el mercado colombiano, para "devolver juventud, actividad y en general todo su potencial de energía" al cuerpo, y que es una copia de la famosa terapia celular, en auge en varios países del mundo. La gran diferencia es que, en esos países, el control de las autoridades y de las asociaciones de consumidores es muy estrecho y por tal motivo, las casas cosmetológicas y laboratorios cuidan bien de la calidad y condiciones higiénicas de los productos, y la publicidad ofrece sólo aquello que es estrictamente cierto y comprobable. De no ser así, la sanción es segura.
Muy distinto ocurre en Colombia, donde todos los días se encuentran en los periódicos, avisos con promesas como la de ofrecer una mata de pelo a los calvos o devolver a los 15 años a las mujeres ya maduritas.
El secreto: tomar diariamente dosis de células de embriones y líquido amniótico de patos, corderos y otros animales, y aplicar sobre la piel productos elaborados con esas mismas sustancias. De acuerdo con la publicidad, la vejez se retardará con la acción de las células embrionarias y se conseguirán entre 15 y 20 años más de vida sana.
Pero no hay que creer en milagros y, sobre todo, hay que cuidarse de los charlatanes. El neurólogo Edgar Osuna, consultado por SEMANA, aseguró que "tales afirmaciones son científicamente falsas, porque las células de animal son diferentes a las del ser humano y no se puede extrapolar, así no más, al hombre, la información genética que transmiten esas células".
Si bien es verdad que el organismo utiliza los contenidos de la célula (ácidos nucleicos) para regenerar órganos, se trata de células creadas en los mismos órganos y no aquellas que provienen del exterior.
Lo cierto es que los folletos publicitarios mezclan hábilmente afirmaciones de difícil, por no decir imposible comprobación, con verdades de apariencia científica, para dar una impresión de seriedad ante el cliente potencial. Con esa presentación, el público no pregunta por la calidad ni por las condiciones de higiene del producto que compra, a precios que superan con facilidad los 10 mil pesos.
Las "células de embriones vivos", los "sueros amnióticos" o cualquier otro producto que se venda para ser ingerido como medicamento, requiere un registro sanitario, y los laboratorios en donde se elaboran necesitan también una licencia de funcionamiento del Ministerio de Salud. En otras palabras, un control médico y químico de los sistemas de fabricación. Funcionarios del Ministerio aceptan que un seguimiento estrecho de productos y laboratorios es difícil por la falta de personal y presupuesto, y que por tal motivo, es sencillo engañar al público con toda suerte de promesas. Advierten, además, que con frecuencia los comerciantes inventan registros sanitarios que no existen en la realidad.
En conclusión, es mejor vacunarse contra el engaño y seguir el consejo médico de alimentarse correctamente, llevar una vida sana y ejercitar el cuerpo. De esa forma, no se detendrá la vejez, pero llegará más lentamente.
Son los mismos ganchos que aprovechan los vendedores de células de embriones de ave, pero no valen ni un peso, ni tiene uno que comerse el huevo antes de que lo ponga la gallina.
"NO PODEMOS REGRESAR A LOS 20 AñOS"
El doctor Tito Tulio Roa, cirujano plástico de reconocido prestigio nacional e internacional, respondió a SEMANA las siguientes preguntas sobre el tema:
SEMANA: ¿Qué se sabe cientificamente del proceso de envejecimiento?
TITO TULIO ROA: Hace 100 años el fisiólogo ruso Filitov llevó a cabo varios experimentos, como la inclusión de tejidos en el organismo, para producir reacciones que consideraba que podían ayudar a detener el envejecimiento.
Antes y después de él se han realizado muchas investigaciones sobre la materia. Más recientemente, se revelaron en Europa estas investigaciones, casi todas ellas con base en los ácidos nucleicos que contienen la células.
Pero los resultados no fueron tan espectaculares como se creyó en un principio. Desde el punto de vista científico, lo único que se sabe hoy es cómo envejece el ser humano. Pero no se ha logrado detener o cambiar el proceso.
S.: En consecuencia, ¿no existe ningún producto que pueda devolver la juventud o detener las manifestaciones del envejecimiento?
T. T.R.: No existe ningún artículo que muestre las bondades que se ofrecen en este tipo de propaganda, la cual más bien juega con las reacciones psicológicas de las personas.
S.: Se habla también de las células embrionarias vivas y del suero amniótico como el alimento perfecto para una correcta nutrición, ¿es esto cierto?
T.T.R.: Las sustancias que el hombre requiere para una buena nutrición las puede conseguir en muchos alimentos. No tiene que referirse necesariamente a los embriones de animal.
En cuanto al líquido amniótico, nosotros lo utilizamos en medicina -gracias a los experimentos e investigaciones del doctor Guillermo Nieto Cano- en el cubrimiento de grandes zonas quemadas del cuerpo, por sus poderes de cicatrización. Pero de ahí a afirmar que el amnius ingerido detiene el envejecimiento, hay un abismo.
Ni siquiera de la cirugía plástica se puede afirmar que devuelve la juventud. La cirugía puede mejorar el aspecto físico de una persona. Pero no podemos regresar a los 20 años, a una persona de 45.
S.: Aparte del engaño, en su opinión, ¿hay algún riesgo si se utilizan estos productos?
T.T.R.: En mi opinión se está atentando contra la salud de quienes consumen estos productos, puesto que no se conocen las condiciones en que se obtienen. El Ministerio de Salud debería intervenir para saber si existe un verdadero desarrollo científico en esos laboratorios, y para ejercer control de calidad. Recuerde que todo producto que se venda para ser inyectado o ingerido, debe tener una licencia del Ministerio.