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Epidemia mortal

La neumonía atípica se ha convertido en la enfermedad más grave de los últimos años. Su contagio atemoriza al mundo.

7 de abril de 2003

El 22 de febrero pasado un médico chino, hasta ahora simplemente identificado como Lui, arribó al aeropuerto internacional de Hong Kong. En su organismo llevaba un mortal virus conocido como neumonía atípica o síndrome respiratorio agudo severo (Sars), que ha contagiado a más de 2.000 personas en todo el mundo y provocado al menos 80 muertos.

Esta epidemia ha disparado las alarmas de las autoridades sanitarias en todos los continentes, que no logran contener su veloz avance. Muchos ya comparan al Sars con el azote de gripa de 1918, que contagió a la mitad de la población mundial y dejó alrededor de 40 millones de muertos.

Los médicos están sorprendidos por la rápida reproducción de este virus, del que ya se presentan casos de contagio en el sureste asiático, Norteamérica, Europa y Brasil. El caso más grave se registra en Hong Kong, donde las autoridades sanitarias de la isla decidieron enviar a 'campos de aislamiento' a 220 personas que habitan un complejo residencial donde se han presentado más de 200 casos de Sars.

Según el Instituto Pasteur de Francia, el Sars sería "un virus de la familia coronavirus de origen animal. Esa es la pista más seria, aunque no existe una certeza absoluta", indicó la científica Sylvie van den Werf, cuyo equipo consiguió aislar ese virus en siete pacientes del hospital francés de Hanoi, Vietnam.

El germen parece concentrarse en sitios cerrados y se transmite por contacto directo con los infectados o sus secreciones. Lo peor de todo es que el virus tiene capacidad para sobrevivir fuera de un organismo al menos durante tres días. La principal preocupación es que Hong Kong es uno de los centros de comercio más importantes del mundo, y por tanto punto de tránsito para miles de personas diariamente. Por ello se ha recomendado aplazar viajes no esenciales a la región.

A los ritmos de contagio actuales, dicen los expertos, la epidemia alcanzaría su punto más crítico en unas seis semanas, afectando al 30 por ciento de la población mundial. Sin embargo, el hecho de que el virus se desarrolle mejor a bajas temperaturas, frenaría su expansión debido a que pronto comienza la primavera en Hong-Kong.

La labor de las autoridades sanitarias se había dificultado por la reticencia del gobierno chino de permitir inspecciones en la provincia de Guangdong, donde se originó el Sars. Sólo hasta el jueves Beijing autorizó una misión a la región. "Esta es realmente una oportunidad única para que se descubran los orígenes de la enfermedad, cómo se propagó y cómo puede controlarse'', dijo el doctor Meirion Evans, portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo la lucha contra la enfermedad está lejos de ganarse. Los médicos ni siquiera han determinado la naturaleza del virus y por lo pronto lo único que recomiendan es comprar una mascarilla desechable, pues las de tela y algodón retienen el virus. Los primeros síntomas del mal son muy parecidos a los de una gripa común, principalmente fiebre, y van acompañados de graves dificultades respiratorias.

Mientras se descubre una cura se intenta controlar la enfermedad con estrictas medidas en aerolíneas y aeropuertos. En Colombia, según Ana Cristina Guerrero, directora de Salud Pública del Ministerio de Protección Social, aún no se ha presentado ningún caso, no obstante, "ya se han expedido directrices para controlar el flujo de personas que hayan estado en países contaminados y practicarles un cuestionario para establecer si tuvieron contacto con pacientes infectados".