LA BUENA HORA

Una nueva ciencia, la cronoterapia, señala que la hora influye más de lo que se cree en la eficacia de los medicamentos o incluso en el éxito de las cirugías

23 de abril de 1990

La próxima vez que pida cita al dentista cerciórese que esta sea a las tres de la tarde. A esa hora se sufre menos, la eficacia de la anestesia es mayor y, en caso de una extracción, el organismo se recupera más fácilmente. Este consejo no es, como pudiera parecer, fruto de la especulación. Su piso científico fue el tema central de la IV Conferencia Internacional de Cronofarmacología y Cronoterapéutica celebrada la semana anterior en Niza.

Por primera vez, desde que la cronobiología nació como ciencia, se plantea en forma seria y documentada, la influencia de los ritmos biológicos en el sistema inmunológico. Estudios efectuados por el profesor Alain Reinberg, director de investigaciones de la Fundación Adolphe de Rothschild de París, demuestran que la actividad de ciertos glóbulos blancos --los linfocitos--(células que aseguran la defensa contra los microbios), varía considerablemente durante las 24 horas. Estos nuevos conocimientos señalan que existen horas en las cuales el organismo es más o menos vulnerable y que, por ejemplo, la anestesia local o peridural tienen un efecto tres veces más prolongado si se aplica a las 15 horas (tres de la tarde) que si se hace a las siete de la mañana o a las siete de la noche. En la anestesia general el problema es más complejo, por la variedad de sustancias utilizadas.

Las nuevas investigaciones podrían explicar la variabilidad de la respuesta a ciertas vacunas--en especial la de hepatitis B--en función de la hora de la aplicación, y permiten pensar que en un futuro cercano será posible modificar las dosis de los productos inyectados en función de la hora de su aplicación.

Aunque el estudio de los ritmos biológicos es de vieja data, la parte novedosa del asunto es su aplicación terapéutica y las ventajas que puede representar para los especialistas, y sobre todo para sus pacientes, tener en cuenta la hora más óptima de prescripción. Según las observaciones de otro especialista francés, el doctor Francis Levi, cancerólogo del hospital Paul Brousse, en algunos pacientes sometidos a quimioterapia los efectos secundarios del tratamiento son mucho menos severos cuando las drogas son administradas a determinadas horas del día, en las cuales aumentan, simultáneamente, la tolerancia del organismo y la eficacia de los medicamentos.

De la misma forma, se sabe ahora que las crisis de rechazo después del trasplante de un órgano no se producen gratuitamente. Aunque el fenómeno es muy complejo, y los estudios sobre el tema aún están en curso, los trabajos conducen a otro capítulo: la cronocirugía. Desde los años 30, algunos investigadores observaron que las tasas de mortalidad y la morbilidad aumentaban en las operaciones que tenían lugar en la noche. Este fenómeno se atribuía entonces a dos factores: primero, que la mayoría de las cirugías se practicaban de urgencia, y segundo, a la posible fatiga del equipo médico. Nadie imaginaba que el organismo podía aportar un tercer factor: ser más vulnerable a esa hora.
La comprobación de que los fenómenos vitales varían en el curso del día y de la noche está demostrada también en el hecho de que algunas afecciones se presentan siempre en el mismo horario. Es el caso del asma nocturna, o las crisis de gota, que desaparecen con el canto del gallo.
Por el momento, la anhelada meta científica de aumentar la eficacia de los tratamientos y reducir sus efectos indeseables, tiene en la cronoterapia su mayor esperanza. Experimentos realizados en ratones, sobre los efectos de varias drogas anticancerosas, aportan pruebas positivas. Un estudio reciente demostró que, en función de las horas de administración, una fuerte dosis de la droga puede tener un efecto letal en la mayoría de los animales o, por el contrario, en ninguno.
En el tratamiento de cáncer de colon, por ejemplo, la aplicación de las dosis adecuadas en el momento oportuno ha permitido quebrar las curvas de progresión de la enfermedad.

En otros medicamentos, los mejores horarios de prescripción son bien conocidos. Ciertos anti-ulcerosos deben ser tomados en la noche, igual que algunas drogas de acción prolongada, mientras los corticoides se deben tomar en la mañana o al mediodía, de lo contrario no surten ningún efecto o pueden ser peligrosos.
En el caso de la aspirina, por ejemplo, el riesgo de irritar las paredes del estómago es dos veces mayor si se toma en la mañana que en la noche. A pesar de tratarse de un fenómeno complejo, existe una explicación simple para este proceso, dice el profesor Reinberg: "una célula no hace todo al mismo tiempo--sobrevivir, reconstruirse, reproducirse y asegurar sus funciones con respecto al resto del organismo--, el efecto positivo o negativo de un medicamento depende por consiguiente, de la actividad de la célula en el momento en que este llegue a su nivel".

Aunque todavía es demasiado pronto para cantar victoria, esta teoría podría también representar una nueva oportunidad para algunos antiguos productos, de eficacia comprobada, que han sido relegados en razón de su alta toxicidad. Mientras la industria farmacéutica busca producir cada vez más medicamentos que no necesiten sino una dosis diaria, a fin de hacer más cómodo y por lo tanto más seguro que el paciente respete la prescripción, su efectividad podría garantizarse con sólo determinar cuál es la mejor hora para tomarlo.-