LA OTRA CARA

Experimentan con talidomida, para tratar las reacciones de los pacientes de trasplante de médula osea.

24 de octubre de 1988

Ahora, 25 años después de haber sido sacada del mercado, la talidomida aún evoca imágenes de horror: bebés con brazos deformes como aletas, otros sin pies, con los dedos saliendo directamente de las piernas...
Introducida en Europa a finales de los años 50, la talidomida fue ampliamente prescrita como sedante y fue inicialmente considerada tan segura, que en Alemania se vendía al público como si fuera aspirina. Sin embargo, años después, una serie de investigaciones la asoció con una especie de epidemia de malformaciones inusuales en recién nacidos. De ahí surgieron medidas y restricciones tan severas, que se la proscribió de la lista de medicamentos utilizables.
No obstante, no se ha volteado la última página sobre el tema. Especialistas en cáncer del Centro de Oncología de la Universidad de John Hopkins en los Estados Unidos, han empezado a mirar la droga con otros ojos y la están utilizando en algunos pacientes. ¿Cómo una droga con semejante pasado puede considerarse ahora para algún tipo de tratamiento? La respuesta que dan los científicos es que, además de ser sedante, la talidomida puede suprimir las devastadoras y a veces fatales reacciones inmunológicas en casos de trasplantes, enfermedad conocida como GVHD.
La GVHD afecta a la mitad de los pacientes que reciben trasplantes de médula osea, para tratar enfermedades de la sangre como leucemia, linfoma y anemia plástica. De hecho, la GVHD constituye un problema de magnitud que impide que los trasplantes de médula sean más accesibles. El problema se presenta cuando ciertas células del sistema inmunológico llamadas linfocitos T -que se hallan en la médula del donante- identifican el cuerpo del paciente receptor como extraño y atacan tejido como la piel, el hígado y el intestino. El engrosamiento y endurecimiento de la piel, hasta el punto de inmovilizar las articulaciones, la caída del cabello, la ictericia y la diarrea masiva son algunos de los sintomas de la GVHD crónica. Desafortunadamente, los tratamientos convencionales con esteroides y ciclosporina (droga inmunodepresora) pueden causar complicaciones como hipertensión y lesiones hepáticas.
El tema de la talidomida revivió a raíz del tratamiento que un médico israelita le estaba dando a pacienes de lepra. Los enfermos presentan reacciones inmunológicas al bacilo de la lepra, síndrome que causa dolor en la piel, problemas nerviosos y oculares y síntomas artríticos. Al recibir talidomida, los síntomas desaparecieron. Se supo entonces que la talidomida estaba siendo utilizada calladamente como droga experimental en el tratamiento de leprosos en el Centro G.W. Long para la enfermedad de Hansen en Carville, Louisiana.
Los investigadores del Centro de Oncología de la John Hopkins lo que hicieron fue no cerrar la puerta a nuevas posibilidades de uso para la talidomida y adelantar investigaiones al respecto. Las primeras pruebas en ratas con GVHD inducida, produjeron resultados sorprendentes. Las ratas, con la piel muy gruesa y sin pelo, fueron tratadas con talidomida y al cabo de seis semanas ya no se podían diferenciar externamente de las sanas. Se procedió entonces a utilizar la droga en seres humanos. Se le aplicó a 14 pacientes. Uno de ellos tenía la piel tan tirante que no podía silbar. A las seis semanas pudo silvar una melodía. Además a medida que avanzaba el tratamiento iba adquiriendo pelo y su piel mejoraba.
La droga es relalivamente segura en estos pacientes, inclusive cuando se trata de mujeres jóvenes: la radiación agresiva y la quimioterapia utilizadas en la destrucción de la médula enferma, antes de recibir el trasplante, también causan, por lo general, infertilidad permanente. El efecto colateral más común -que no debe sorprender tratándose de una droga que originalmente se vendía como sedante- es la somnolencia.
Pero... ¿ como obtienen los investigadores esa droga que ningún fabricante de los Estados Unidos se atreve a producir? La obtienen de un dermatólogo de Sao Paulo, Brasil, uno de los pocos países que aún produce la droga para el tratamiento de la lepra.
La compran o, pastilla por pastilla, la permutan por medicamentos que no se consiguen en el Brasil. Todo esto con la tácita bendición de la Administración de Drogas y Alimentos. Irónicamente, las drogas cambiadas por la talidomida incluyen retinoides, que también son asociadas con defectos de nacimiento.
Las investigaciones prosiguen y tal parece que la talidomida, como tantas otras cosas consideradas inicialmente nocivas, también tiene su cara buena.