LA OTRA CARA

Recientes investigaciones demuestran que la cafeína no es tan mala como la pintan.

5 de febrero de 1990

A pesar de la exoneración científica, hacer una defensa apasionada de la cafeína puede sonar tan complicado como tratar de defender a Noriega. La razón para esa persecución obstinada, que tiene como abanderados especialmente a los fanáticos de la salud, podría radicar en una sencilla razón: sus efectos, aunque relativamente inofensivos, son difíciles de ignorar, debido a que en los últimos veinte años sobre la cafeína se han realizado más estudios que sobre cualquier otra sustancia.
Clasificado como un estimulante suave del sistema nervioso central, la cafeína es considerada una de las drogas más ampliamente usadas en el mundo. Forma parte de un grupo de compuestos (metilxaritinas) que se encuentran en más de sesenta especies de plantas, principalmente en los granos del café y del cacao y en las hojas de te. La cafeína también se agrega con frecuencia a las gaseosas, para aumentar su sabor.
Desde el punto de vista sicológico por supuesto, la cafeína eleva el ánimo al aumentar el ritmo cardiaco y acelerar el matabolismo. Desde el punto de vista físico, dilata ciertos vasos sanguíneos mientras constriñe otros. Y los atletas saben que pueden aumentar la capacidad de esfuerzo muscular. Por el lado oscuro, la cafeína incrementa la producción de orina y estimula la secreción de los ácidos gástricos (que pueden axacerbar úlceras ya existentes). En grandes cantidades puede producir ansiedad e insomnio y provocar síntomas de abstinencia, tales como dolor de cabeza irritabilidad. Los últimos estudios han señalado que no hay evidencia concluyente que relacione el consumo de cafeína con alguna clase de afección sería. Sin embargo, muchas calumnias que se han escuchado durante años todavía penden sobre el superego colectivo. De ellas se presentó en 1980, cuando la FDA aconsejó a las mujeres embarazadas evitar a moderar el consumo de cafeína. Posteriormente, estudios epidemiológicos realizados en seres humanos, han confirmado que el consumo de la cafeína no está relacionado con defectos cogénitos, bajo peso al nacer o partos prematuros .
En 1981, la Escuela de Salud Pública de Harvard informó sobre un aumento en el riesgo de cáncer del pancreas entre pacientes que tomaban tan sólo una o dos tazas de café al día, mientras los pacientes que tomaban té, que también contiene cafeína, tenían un riesgo inferior de adquirir ese tipo de cáncer. Un estudio más extenso efectuado ahora, que evaluó a más de 16 mil personas de ambos sexos, no mostró ninguna conexión entre tomar café y adquirir cualquier tipo de cáncer. Algunos científicos,sin embargo, todavía sospechan que la cafeína podría ser un cocarcinógeno, un químico que activa la potencialidad de otros alimentos o de otras toxinas ambientales, como el tabaco, que si causan cáncer.
En este punto del proceso de investigación parece que hay fuertes bases para la exoneración. Sin duda resulta más peligroso la negligencia al utilizar el cinturon de seguridad o la glotonería de grasas animales, que tienen toda una documentación que las relaciona con la muerte. El doctor Alan Leviton, neurólogo del Hospital Infantil de Boston, encontró en una encuesta, realizada hace dos años, que los tomadores fuertes de café son más propensos a tener hábitos poco saludables como fumar y beber alcohol, y es menos probable que tomen vitaminas o consuman una dieta baja en grasa y alta en fibra. Como dice el sicobiólogo Peter Dews, "hay todavía una especie de culpabilidad oculta entre nosotros. La gente siente que cualquier cosa que le gusta, debe ser mala". Ni siquiera los médicos son inmunes a esa tendencia. Cuando tratan condiciones crónicas que carecen de una cura obvia, aconseja a los pacientes que dejen de tomar cafeína parece tener un efecto de placebo.
El haber permanecido más de 20 años bajo la mirada escrutadora de los científicos ha llevado por el contrario,a encontrar el lado amable de la cafeína. Esta otra cara de la moneda, que empieza a ser divulgada por las publicaciones científicas,presente una cara más amable de la humeante taza de café. Las nuevas investigaciones indican que en cantidades moderadas el café tiene inclusive efectos benéficos, algunos de ellos presentidos desde tiempo atrás pero muy vagamente sustentados.
Como estimulante del genio: Según algunos bioquímicos, la razón por la cual una taza de café eleva el ánimo radica en que las moléculas de cafeína ingresan al cerebro, en donde actúan como estimulante, bloqueando a las células receptoras, normalmente ocupadas por un mensajero químico natural llamado adenosina. Esta sustancia es la que ordena al organismo bajar el ritmo de su funcionamiento. Al bloquear el neurotransmisor que produce el relajamiento, la cafeína hace que el organísmo este más alerta.
Estimulante mental: La dosis de café mejora la actividad mental, señala el doctor Harris Lieberman, sicológo del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Según sus estudios,la dosis más efectiva de café es la consumida en la mañana y al final de la tarde. Anota, sin embargo, que consumir una mayor cantidad de cafeína no incrementa el desempeño mental. "Es absurdo pensar en elevar el nivel de actividad mental aumentando la dosis de café al día", señala el investigador.
Como reductor de calorías: Un nuevo estudio llevado a cabo por los investigadores del Colegio Médico de Harvard y la Universidad de Londres encontró que 100 miligramos de cafeína, contenidos en una taza de café, pueden elevar el metabolismo en un 4%. Aunque estos cambios son mínimos, señalan los investigadores, a largo plazo pueden producir modificaciones sustanciales de peso.
Como remedio para el asma: Según un estudio realizado hace algunos años por el Seminario de Medicina de Nueva Inglaterra, la cafeína ayuda a dilatar los bronquios. Los investigadores canadienses comprobaron que beber dos tazas de café fuerte a menudo producían en los asmáticos un alivio que duraba aproximadamente seis horas.
Para ayudar a quemar grasas: Recientemente, el profesor Hans Gerhard Maier, especialista en la química del café de la Universidad de Braunscheweig, en Alemania Federal, descubrió que la cafeína promueve el consumo de la grasa del organísmo humano, combinado con otro elemento: la niacina. Esta sustancia, que pertenece al complejo de la vitamina B, se genera durante la tostación del café.
La cafeína ha empezado así a recuperar su imagen. Los nuevos descubrimientos indican que no sólo no es tan dañina como la pintan,sino que incluso puede ser benéfica. Pero, como todo: no es para todo el mundo ni en altas dosis.