LABORATORIO DE SUEÑOS

La somnología echa por tierra viejas teorías sobre el sueño.

2 de enero de 1989

El sueño es algo que desvela sin piedad a los pocos interesados en el tema. ¿Cuántas son las horas necesarias y adecuadas de sueño? Un viejo proverbio aventura una respuesta: "Seis horas para un hombre, siete para una mujer y ocho para un idiota". La vieja orden de los benedictinos prescribia entre 7 y media y ocho horas para los monjes. Y en el siglo XIX, el movimiento obrero americano exigía "ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para lo que cada cual quiera".

Independientemente de cuál de las respuestas se acerque más... la verdad, lo cierto es que muchas de las teorías sobre la materia han sido revaluadas desde que el sueño se estudia cientificamente. Sin embargo, la ciencia del sueño está aún en pañales, aunque en su corta vida se han hecho importantes hallazgos. Si ayer el gran avance fue el descubrimiento de productos quimicos para ayudar a los insomnes, hoy éstos se han puesto en tela de juicio, pues los somnólogos han comprendido las reglas que rigen el dormir. Y lo lograron gracias a que, entre otras cosas, empezaron a enfocar el sueño en forma similar a la dietética y la nutrición. Si se conoce el valor de los alimentos y el metabolismo del cuerpo, se pueden corregir errores para darle mayor bienestar a las personas. Lo mismo puede hacerse con el sueño: si se comprende su mecanismo, pueden rectificarse las alteraciones. (Hay reglas del buen dormir, pero para aplicarlas es necesario conocer el comportamiento de cada persona).

Gracias a la técnica del electroencefalograma, que permite captar y registrar las pulsaciones eléctricas emitidas por el cerebro, se sabe que éste no se adormece durante el sueño, sino que modífica su ritmo de actividad. Inclusive, en una de las fases del sueño, el cuerpo está en reposo, pero el cerebro está particularmente despierto (en esta fase la persona sueña y puede recordarlo). En el curso de una noche, una persona pasa por 4 ó 5 ciclos sucesivos en los que se alternan el sueño ligero y el sueño profundo.
Estudiando el tiempo y la profundidad del sueño, se puede trazar la representación gráfica (hipnograma) de la noche de una persona. Esto, que parece tan sencillo, en Colombia sólo lo hace con todas las de la ley, el neurólogo Miguel Dávila, pionero de la somnología en el país y quien dirige el único laboratorio de sueño que existe hoy en Colombia.

SOÑAR NO CUESTA NADA
Hay reglas del buen dormir, pero el secreto está en reconocer los ritmos naturales del sueño y respetarlos. El sueño ideal es como el peso ideal: cambia según cada persona. De ahí que algunos necesiten de 7 a 8 horas para recuperarse de la labor de un día y otros lo logren con menos tiempo.
Cada persona tiene un horario en el cual prefiere dormir. Durante ese tiempo hay síntomas que así lo señalan: bostezos, cabeza pesada, ojos que se cierran y arden, dificultad para concentrarse...

Pierre Fluchaire, un ingeniero que se ha dedicado a investigar sobre el tema y que es profesor de la Facultad de Medícina de la Universidad de Bobigny en Francia, afirma que el sueño funciona algo así corre un tren. Durante la noche, la persona pasa por varios ciclos de sueño, terminando en uno relativamente superficial antes de despertarse. Si la persona pierde el primer tren del sueño, dice Fluchaire, es preferible que se mantenga despierta y espere para coger el próximo (que tarda entre 70 y 90 minutos en pasar), cuando el reloj biológico del organismo pide sueño, antes que tratar de dormirse a la fuerza, cuando el reloj le está gritando "¡Despiértese!" . Por ejemplo, si el ciclo de alguien es de 90 minutos y debe levantarse a las 7 de la mañana, se puede hacer una cuenta regresiva para encontrar la meJor hora para ir a la cama, y ésta estaría entre las 11 y las 11:30 de la noche, para un periodo de 7:30 u 8 horas de sueño. Si regularmente una persona se levanta a las 7 de la mañana, al cabo de algunos días el tren del sueño acabará pasando entre las 11 y las 11:30 de la noche. Si por casualidad algún día la persona llega a medianoche, en lugar de ensayar a dormirse rápidamente, la mejor táctica es esperar a que pase el tren de la una de la mañana para dormirse. Un ciclo de menos, una vez a la semana, no es un drama.

En todo este proceso entran en juego las que pueden llamarse hormonas del sueño. Por medio de las hormonas liberadas mientras se duerme, algunas de las cuales entran en acción en el ciclo final del sueño (entre otras, la noradrenalina y el cortisol), se prepara el despertar del organismo. Esto es lo que explica por qué una persona que acostumbra a levantarse tarde, cuando se ve en la necesidad de hacerlo temprano, se siente como un zombie el resto de la mañana. En el otro extremo están las personas que nunca se adaptan al trabajo nocturno, independientemente del número de horas, porque fundamentalmente los seres humanos son animales diurnos.

El hombre es un reloj solar viviente y es gobernado por el ritmo de los días y las noches (ciclo circadiano).
Por no reconocer el ciclo de descanso que necesita el organismo, muchas personas viven en contravia consigo mismas. Como los guardias suizos del Vaticano, sobre quienes los romanos tienen un chiste: "Se levantan temprano, pero se despiertan tarde".
A pesar de la austera norma tradicional, que se remonta hasta Aristóteles, según la cual levantarse temprano es bueno para la salud, la riqueza y la sabiduría, actualmente se considera que no hay nada malo en acostarse tarde y levantarse tarde. Simplemente hay relojes biológicos sincronizados así.

Dentro de las nuevas teorías del sueño, el profesor Fluchaire sostiene que el tiempo que úna persona permanece en cama puede ser reducido sin mayor perjuicio hasta en dos horas, siempre y cuando ese tiempo sea remplazado por una o preferiblemente dos siestas distribuidas durante el día. Es el último ciclo del sueño, que es relativamente superficial, el que la persona puede sustraerle a su tiempo de descanso, para sustituirlo por "motosos" durante el día. Nada hay más civilizado que una siesta, afirma Fluchaire. Sin embargo, Dávila sostiene que no las recomienda en absoluto a las personas que sufren de insomnio.

LOS MALES EL SIGLO
La fatiga y el insomnio son los dos grandes desórdenes del siglo. Se relacionan con el estrés que es, a la vez, causa y efecto de un mal dormir.
Cuando se duerme mal, la persona se despierta estresada y cuando la persona está estresada, duerme mal. Es un círculo vicioso.

Como todos los síntomas, el insomnio es una señal que puede significar ansiedad, depresión, enfermedad orgánica oculta, estrés, malos hábitos de vida... Existen múltiples formas de insomnio, con frecuencia reveladoras de la personalidad del "mal durmiente" . Por lo general, si el sueño tarda en llegar, es signo de ansiedad. La noche es para el insomne el tiempo en el cual surgen las preocupaciones, y los problemas adquieren dimensiones gigantescas. Según Dávila, "a mi consultorio llegan muchos insomnes. La mayoría son hombres, aunque se sabe que las mujeres sufren más de insomnio. Sin embargo, son los hombres los que consultan más".

Por otra parte, el despertar precoz es con frecuencia el patrimonio de los deprimidos. También existen los pseudo-insomnes. Unos duermen bien, 7 u 8 horas, pero se quejan de falta de sueño y sienten fatiga todo el día. Otros tienen dificultad para dormir a la hora social establecida, pero les da mucho sueño a otras horas no convencionales, por ejemplo en la mañana, a la hora de estudiar o trabajar. Unos y otros, en cualquiera de las tres categorías (ansiosos, deprimidos y pseudo-insomnes) recurren por lo general a las pepas. No saben o no se dan cuenta de que no están atacando las causas del desorden, sino los síntomas. Los expertos señalan que tomar píldoras para dormir es el equivalente químico de un cachiporrazo en la nuca. Con ellas, según Dávila, "se produce un sueño alterado y no necesariamente reparador, con los problemas de dependencia y tolerancia, que es la necesidad de dosis crecientes, y un insomnio de rebote por un fenómeno intrínseco al metabolismo de las drogas".

Los pocos científicos del mundo que se han dedicado a tratar los problemas del sueño en el laboratorio, sostienen que aunque cerca del 33 a 70 de la vida de una persona transcurre bajo las cobijas, en las facultades de medicina no le paran bolas al tema, no hay cátedra sobre el sueño y los estudiantes de medicina escasamente aprenden a prescribir somniferos. Al respecto señala Dávila: "Pese a que se consideraría no ético formular antibióticos indiscriminadamente ante un proceso febril o analgésicos, sin investigar exhaustivamente un cuadro de cefalea recurrente, gran parte de la comunidad médica no reflexiona sobre el peligro y la responsabilidad de prescribir hipnoticos o sedantes nocturnos en un paciente ansioso con queja de insomnio crónico o de despertares frecuentes durante la noche, sin una previa investigación etiológica. Tampoco se investiga sobre los efectos que sobre el sueño y su estructura tienen los medicamentos usados para tratar afecciones no neurológicas". Lo grave de todas estas cosas, es que serias investigaciones adelantadas en Estados Unidos revelan que se presenta un 50% más de mortalidad en personas mayores de 40 años usuarios de hipnóticos, que en no usuarios.

Así, pues, un buen sueño es un proceso dinámico durante el cual el cuerpo está en descanso y el cerebro funcionando a diferentes niveles. Por eso es importante dormir, y dormir bien.
Dormir mucho es tan malo como dormir poco. Según las estadísticas, en los sujetos que duermen menos de 4 horas y más de 10 se presenta un 50% más de mortalidad. Además la mortalidad aumenta en aquellos que duermen menos de 7 horas y más de ocho. Como quien dice, dormir bien es toda una ciencia. Es algo que ahora comienzan a reconocer los ejecutivos, las principales víctimas del estrés, y por consiguiente, del insomnio.

Los 12 mandamientos del buen dormir
1. Duerma tanto como necesite para sentirse restablecido (a) y saludable durante el día, pero no más.

2. La regularidad en la hora de despertarse en la mañana fortalece los cíclos circadianos y conduce a regularizar la hora de acostarse.

3. Una cantidad estable dirigida de ejercicio puede ayudar a dormir.
Practíquelo en la mañana, en la tarde o temprano en la noche.

4. Los ruidos fuertes ocasionales (vuelo de aviones, por ejemplo) perturban el sueño. Insonorice la habitación o busque ruidos de fondo estable si vive cerca de zonas ruidosas (ventiladores, aire acondicionado).

5. El calor excesivo perturba el sueño aunque no hay evidencia de que el frio extremo lo consolide.

6. El hambre puede perturbar el sueño. Comer algún lácteo ligero puede ayudar a dormir mejor. Comer en exceso, o tarde en la noche puede perturbar el sueño también, en personas con reflujo gastroesofágico.

7. Evite tomar cafeína en la tarde o en la noche (café, té, chocolate o bebidas gaseosas).

8. Evite las bebidas alcohólicas, ya que pueden ayudar a dormir al comienzo, pero fragmentan y perturban el sueño y pueden producir apneas (asfixia) de sueño.

9. Evite relajarse en exceso o dormir siestas durante el día.

10. El uso crónico de tabaco perturba el sueño, en especial durante la noche.

11. Una píldora adecuada ocasional para dormir puede ser beneficiosa, pero su uso crónico es ineficaz en la mayoría de los insomnes.

12. Use la cama sólo para dormir.
Evite recibir visitas en la alcoba, comer, leer o ver televisión acostado