rehabilitacion

Lecturas para aliviar

'Palabras que acompañan' es un programa que hace más llevadera la convalecencia de los niños hospitalizados.

29 de julio de 2002

Dilson Martin Fula es un niño de 5 años que lleva 15 días hospitalizado en la Fundación Cardio Infantil, donde se recupera de una cirugía del corazón. Uno de los momentos de su convalecencia que más espera es cuando Patricia Uribe entra con un carro lleno de libros y le pide que escoja alguno. Ella, con toda la paciencia del caso, se lo lee mientras él la mira paralizado. Al frente está Cynthia de Dios Torres, también de 5 años, quien entró por la sala de urgencias al hospital hace un par de días a causa de una neumonía. Aunque no se mueve de su cama y no tiene un rostro muy expresivo acepta que Patricia le lea el libro Siempre te querré. Cuando Patricia termina le pregunta si quiere que le relate el de Los secretos del abuelo Sapo y la niña asiente con determinación. Escuchar esos cuentos es para ella un gran alivio en el proceso de su recuperación.

Estos niños son apenas algunos de quienes se benefician del programa 'Palabras que acompañan', el cual fue establecido en 13 hospitales de Bogotá con el patrocinio de Dolex. En poco tiempo se iniciará en Medellín, Cali y Barranquilla. El programa tiene un propósito muy claro, y es acompañar con lectura a los pequeños que se encuentran hospitalizados en los diferentes centros de salud de Bogotá. Dos lectoras entrenadas para tratar a niños enfermos se dirigen dos veces por semana a las instituciones. Cada una lleva varios títulos de literatura infantil -tienen para todas las edades, desde bebés hasta adolescentes-, los cuales han sido seleccionados con base en su calidad. La lectura se hace en forma individual y a cada paciente le dedican en promedio media hora. "El tiempo depende del niño. Algunos se encuentran solos porque sus padres no pudieron acompañarlos y por eso se les dedica más tiempo", afirma María Rivas, directora del programa.

El resultado de esta lectura ha sido asombroso, a tal punto que muchos de los directores de hospitales -que al principio se preguntaban cuál sería la efectividad del programa- hoy quisieran que las lectoras se quedaran más tiempo porque es evidente que hacen muy amable la estadía de los infantes.

La idea de curar con la lectura no es nueva. En muchos países, e incluso en Colombia, se habían realizado experiencias similares pero aisladas. Es el caso de la Clínica León XIII, en donde Luis Carlos Ochoa, su director, conformó con base en donaciones una pequeña biblioteca para que los niños enfermos tuvieran acceso a la lectura mientras se recuperaban o se les hacía un tratamiento. La experiencia de Ochoa fue fundamental para establecer este programa.

Los beneficios de la lectura en los pacientes han sido estudiados a profundidad por Michèle Petit, una antropóloga francesa autora del libro La lectura reparadora. Un niño en un hospital puede sentirse vulnerado y sin control. Está obligado a someterse a exámenes y tratamientos que muchas veces invaden su cuerpo. Además, con frecuencia, debe permanecer junto a otros enfermos, con quienes no tiene ningún tipo de relación. Según Petit, la lectura en medios hospitalarios puede ser "un atajo privilegiado para elaborar o mantener un espacio propio, íntimo, privado". También explica que en esas palabras los niños pueden encontrar las herramientas indicadas para lidiar con la enfermedad porque en los relatos hay emociones como el miedo, la rabia y la incertidumbre, con las cuales ellos se pueden identificar. La lectura también es reparadora en el aspecto de las relaciones. Cuando un padre le lee a su hijo enfermo de alguna manera está abonando un camino para comunicarse con él. "Si el niño tenía miedo de preguntar, la lectura puede ayudarlo a expresarse", dice Patricia Correa, miembro del programa.

En términos más concretos, la lectura también ayuda a disminuir el nivel de estrés de los niños cuando van a un consultorio médico o a un hospital. Los signos vitales -el ritmo cardíaco, la tensión arterial- se estabilizan. "Cuando están en sala de espera y se les lee se dejan hacer más fácil los exámenes, la consulta es más amable y los médicos pueden hablar con mayor tranquilidad con los padres", afirma Correa.

El programa consta de una segunda parte, que está dirigida a niños, padres y médicos. Con los pequeños pretenden fomentar hábitos de lectura a través de historias y de la recuperación de los cantos, tradiciones orales y juegos. A los padres les redactaron manuales con sugerencias muy oportunas para el manejo del infante que va al consultorio a urgencias o se hospitaliza (ver recuadro). El manual de los médicos invita a utilizar un lenguaje apropiado para hacer que la estadía del niño en un hospital, sea corta o larga, no genere traumatismos.

Como el programa busca a largo plazo fomentar la lectura entre los niños, también cuenta con un folleto que muestra la red de bibliotecas de la ciudad para que vayan a donde están los libros. De esta manera ellos sabrán que en cualquier momento que se encuentren vulnerables, fuera de casa, en un lugar extraño, sea un hospital u otro país, los libros les ayudarán a construir un mundo en el que estarán más seguros y en el que hallarán la manera de salir adelante.