NI BESOS, NI LAGRIMAS

Las últimas investigaciones sobre el contagio del SIDA, parecen reducir la enfermedad a sus justas proporciones

24 de marzo de 1986

El mayor temor ante los pacientes del SIDA, el contagio por la saliva o las lágrimas, ha quedado desvirtuado después de una serie de investigaciones realizadas por el Centro Médico Montefiore en Nueva York, cuyos médicos hablaron con ciento una personas involucradas de una u otra forma con esos pacientes y descubrieron que ninguna de ellas había sido contagiada.
Durante los últimos meses y a medida que aumentaba el número de víctimas, el comportamiento de las distintas comunidades ha sido el de tratarlas como parias, excluyéndolas de trabajos y colegios, impidiéndoles el acceso a actividades cotidianas.
El miedo a contagiarse por el contacto directo con los enfermos había convertido la vida de éstos en un infierno. Los resultados de la investigación citada echan por tierra uno de los grandes mitos alrededor del SIDA, el que colocaba la saliva y las lágrimas como dos de los principales elementos que propagaban el mal.
Con esto se replantea la situación de los enfermos mientras los periódicos y revistas norteamericanos publican a diario reportajes artículos y análisis científicos con el fin de reducir el SIDA a sus justas proporciones. Según uno de esos informes, el SIDA es una enfermedad difícil de contraer y señala cómo el semen y la sangre introducidos en un cuerpo ajeno se convierten en vehículos eficaces para atraparla. Las relaciones homosexuales, la utilización de agujas hipodérmicas usadas por los drogadictos, transfusiones provenientes de donantes que no han confirmado su estado sanitario son tres de las formas más directas para contraer la enfermedad.
En la encuesta adelantada por la citada organización médica se comprobó que amigos y compañeros que han besado, acariciado, bañado y ayudado en necesidades íntimas a los enfermos, siguen sanos. Varios meses atrás los primeros médicos y enfermeras que se atrevieron a atender los enfermos que llegaban a clínicas y hospitales, sin temor al roce físico ni contagiándose, fueron las primeras pruebas de que el SIDA no se adquiere por contacto directo.
Además del semen y la sangre, otros fluidos corporales han sido señalados como agentes de contagio inmediato y con el fin de prevenir ese peligro, se ha divulgado una especie de cartilla de conducta sexual en la que se recomienda el uso de preservativos y otros elementos anticonceptivos con el fin de reducir los riesgos.
Aunque el virus del SIDA muere poco después de encontrarse fuera de su cuerpo original, si alguna partícula de sangre o semen proveniente de un enfermo cae sobre la piel de otra persona sana, hay que desinfectar con alcohol y agua, además de cualquier limpiador.
También se recomienda no mantener relaciones sexuales que incluyan intercambio de fluidos corporales; llevar una relación monogámica con una pareja en quien se pueda confiar en materia sanitaria y nunca sostener relaciones con prostitutas o personas que se inyecten drogas.--