NUEVAS CLAVES DE LA DISLEXIA

Los científicos tratan de averiguar por qué funcionan diferente los cerebros de las personas con dislexia

18 de enero de 1988

Dislexia, esa palabra que antes les ponia los pelos de punta a los padres que la escuchaban hoy ha entrado a formar parte del vocabulario corriente. Se trata de la dificultad que presentan muchos niños para leer y escribir. Y aunque ya no es término tabú y existen procedimientos para corregirla o atenuarla, la dislexia apenas está empezando a ser considerada materia de investigación por parte de los neurocientíficos.

Por primera vez, los investigadores están utilizando scans computarizados del cerebro y estudios del flujo sanguíneo, para encontrar pistas de diferencias que pueden ser detectables en los cerebros de personas con dislexia. Esperan entender por qué estas personas tienen tanta dificultad para leer y escribir, y encontrar la mejor forma de ayudarlas.
Los estudios también encierran la promesa de diagnósticos confiables de esa condición. Comúnmente, la dislexia "se díagnostica sobre la base de una conclusión", afirma la doctora Judith Rumsey del Instituto Nacional de Salud mental de los Estados Unidos. Sostiene que niños y adultos con dislexia "tienen problemas de lectura que no se pueden explicar en otra forma". Los expertos calculan que entre el 5 y el 20% de la población americana (en Colombia no hay estadísticas), tiene dislexia.

DIFERENCIAS DE USO
Un grupo de investigadores ha encontrado diferencia en la forma como las personas con dislexia utilizan los dos hemisferios cerebrales cuando intentan leer. Otro grupo, que ha estudiado más de cerca las regiones del cerebro, ha descubierto que las personas con esta dificultad tienden a usar dos regiones particulares del cerebro en forma diferente a como lo hacen quienes no tienen esta inhabilidad.
Una de estas zonas es utilizada para el lenguaje y la otra para la compleja discriminación visual.

La investigación se apoya en nuevas técnicas que permiten a los cientificos examinar el cerebro mientras éste trabaja. Registran la actividad cerebral mientras la persona lee o piensa.

Los disléxicos aprenden a leer tarde, si logran hacerlo, leen con mucho esfuerzo y sin fluidez y no pueden deletrear correctamente. Por eso muchos dejan el colegio. Pero otros aprenden a compensar su deficiencia y son capaces de completar su educación formal. "Una vez que podamos establecer diferencias claras entre los disléxicos y controlarlas, podremos intentar ver lo que sucede con 105 disléxicos que progresan", dice la doctora Judith Rapaport, directora de la división de psiquiatría infantil del Instituto Nacional de Salud Mental. "Tal vez ellos aprenden a usar otras partes de su cerebro".

Una mayor ventaja de un diagnóstico claro será que la dislexia en los niños se podrá detectar pronto, de tal manera que se pueda ayudar a los niños antes de que entren al colegio y antes de que los problemas de lectura se vuelvan demasiado serios.

TACTICAS DE ENSEÑANZA
Los investigadores, inclusive, tratarán eventualmente de enseñar a los niños con dislexia la forma de usar otras partes del cerebro cuando apren den a leer. La doctora Rapaport sostiene que si se descubre que los disléxicos exitosos usan partes del cerebro comprometidos en el lenguaje hablado más que las partes utilizadas para el lenguaje escrito, profesores especializados podrían enfatizar en el desarrollo de habilidades orales que en las visuales.

Los estudios también podrán dar pistas claves sobre las partes del cerebro que son usadas para hablar y sobre las que son utilizadas para escribir. "Aún no se comprende exactamente cómo trabajan juntos lenguaje oral y escrito y si son áreas del cerebro", dice uno de los científicos que interviene en la investigación.

Aunque se halla extendida la idea de que los disléxicos confunden las letras, los expertos dicen ahora que "ese no es el sello que marca ese desorden". En su lugar, piensan que la confusión de letras lo que significa es que se está en un estadio temprano del aprendizaje. Hoy por hoy, se tiene la impresión de que los que están empezando a aprender a leer confunden las letras. La diferencia está en que mientras los disléxicos no superan el problema, los lectores normales si lo hacen.

Los médicos afirman que no hay explicaciones obvias sobre las razones por las cuales las personas con dislexia tienen tanta dificultad para leer y deletrear. Sus pruebas de inteligencia son lo suficientemente altas como para que la lectura no sea un problema.
Sus dificultades de lectura no son el resultado de alteraciones emocionales o falta de oportunidades de educación.

La dislexia tiende a ser un desorden de familia y durante años los cientifigieren que los disléxicos tienen una especie de punto muerto en sus cerebros.

Los investigadores han hecho estudios neurológicos, clinicos y anatómicos, utilizando toda clase de técnicas avanzadas que producen mapas e imágenes computarizadas, pero no han encontrado nada sustancial. Recientemente, sin embargo, algunos científicos resolvieron examinar el flujo de la sangre a través del cerebro mientras las personas en estudio realizaban tareas que les demandaban esfuerzo intelectual, y encontraron que los cerebros de los disléxicos eran diferentes. Por ejemplo, cuando a las personas normales se les pedía que leyeran comprensivamente, los hemisferios izquierdo y derecho se mostraban igualmente activos. Pero en las personas con dislexia, el hemisferio izquierdo era más activo que el derecho.

El hemisferio izquierdo tiene que ver con el proceso del lenguaje. El flujo extra de sangre hacia el hemisferio izquierdo en los disléxicos podría significar, afirman los científicos, que la región en el hemisferio izquierdo tiene que trabajar mucho más duro que en las personas normales.

Una de las técnicas más avanzadas que se han utilizado para investigar el funcionamiento de los cerebros de las que no presentan ese desorden. Puede ser que las personas con dislexia tengan que sobreactivar esa parte del cerebro, para reconocer letras y palabras.

Aunque la dislexia ha puesto en desventaja a muchos niños, hay personas con la disfunción que aprenden a compensar, e inclusive hay muchos que siguen carreras profesionales en las cuales la lectura y la escritura son fundamentales. Los investigadores están particularmente interesados en averiguar cómo logran esas personas superar ese desorden cerebral. Por ejemplo, el doctor Richard Wyatt, director del departamento de psiquiatria para adultos del Instituto Nacional de Salud Mental, tiene disle xia y escasamente puede leer. Al respecto dice que "ha desarrollado estrategias de compensación. Es lo mismo que sucede con los ciegos o los sordos". Como director de un programa de investigación, se las arregla para luchar con cada papel que escribe y emplea un editor para corregir sus errores. Wyatt afirma también que piensa en forma diferente a como lo hace la gente considerada normal y cree que eso, a veces, resulta ventajosos.

Así, pues, nada está perdido para los disléxicos. Al contrario, hay mucho terreno por ganar. --