PARTE DE VICTORIA

Por primera vez los investigadores han logrado eliminar el virus del SIDA del organismo de un paciente.

22 de enero de 1990

El sueño de la década: erradicar el virus del SIDA del organismo se convirtió en realidad la semana pasada. Aunque más que una esperanza para los pacientes, se trata de un logro científico. El anuncio constituye, sin duda, uno de los más revolucionarios partes de victoria dados por la ciencia desde que se inició la batalla contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.

El parte que hecho el miércoles anterior por un grupo de médicos de la Escuela de Medicina Johns Hopkins, de Baltimore, en los Estados Unidos.
El paciente, un hombre de 41 años que sufría de SIDA y de linFoma, una forma de cáncer del sistema inmunológico, finalmente murió. pero su autopsia reveló que en su organismo había desaparecido la huella del virus del SIDA.
El éxito fue alcanzado mediante la combinación de un trasplante de médula ósea con la administración de la droga AZT (azidotimidina), la única autorizada hasta ahora para el tratamiento del SIDA y con la cual, hasta ahora, lo único que se había logrado era desacelerar el progreso de la enfermedad .

A raíz de este resultado, varios grupos de científicos han manifestado que comenzarán a aplicar la nueva técnica. Sin embargo, advierten que si bien se trata de un gran logro, sólo puede hablarse de éxito en un caso aislado .

El implante de médula ósea puede tener una alternativa en la cura del SIDA, pero será necesario experimentar durante varios años antes de que este procedimiento se convierta en un tratamiento efectivo y aplicable. La médula ósea es la fuente de las células del sistema inmunológico, que son precisamente las que el virus del SIDA destruye.

En el caso del paciente del estudio, al implantarle la médula ósea los médicos esperaban curar las dos enfermedades, el SIDA y el linfoma. La idea era destruir la médula ósea infectada, con dósis masivas de quimioterapia e irradiaciones, y luego darle una nueva médula ósea a través del trasplante. Es decir, un nuevo sistema inmunológico. Simultáneamente, se le suministró al paciente la famosa droga AZT, que evita que el virus infecte aceleradamente nuevas células.

Aunque la AZT no es suficiente para detener la infección del virus del SIDA, porque además desarrolla resistencia a la droga, sí se ha convertido en el arma más eficaz para detener el progreso de la enfermedad. En este caso, aunque las células del sistema inmunológico eran destruidas por la quimioterapia, y con ellas el virus del SIDA, unas pocas escapaban de la destrucción al ser aisladas del resto del sistema por medio del tratamiento con AZT. En ese sentido, el resultado fue exitoso.

Según el informe publicado por los investigadores, la nueva médula ósea del paciente creció y remplazó a la antigua. 32 días después del trasplante, los médicos no encontraron rastros del virus del SIDA en su organismo.
Cuando el hombre murió de cáncer, 41 días después del trasplante, su autopsia reveló que la muerte no fue causada por ninguna complicación derivada del SIDA. Y los médicos, que revisaron cuidadosamente todos los órganos del paciente, encontraron con sorpresa que no existía ninguna huella del virus en su organismo.

El viernes pasado, los médicos del Centro Johns Hopkins realizaron otro trasplante de características similares. Sin embargo, deberán esperar varios meses antes de saber si el procedimiento fue nuevamente exitoso.
No obstante, varios grupos de científicos han comenzado a encaminar sus esfuerzos hacia la aplicación de tratamiento para los pacientes de SIDA que presenten linfomas o leucemias, enfermedades que normalmente requieren de un trasplante de médula. Y si los pacientes de cáncer pueden ser curados también de SIDA, podría comenzar a pensarse en trasplantes de médula también para pacientes de SIDA que no tengan cáncer.

El problema serio en este asunto será encontrar donantes. La médula ósea debe corresponder muy estrechamente con el tipo de tejido del paciente. Una persona tiene sólo una oportunidad entre cuatro de encontrar en su familia el mismo tejido óseo. Y si ningún miembro de la familia presenta un tejido similar, la única opción es recurrir a un donante voluntario.

Aunque la esperanza es aún remota para las víctimas actuales del SIDA, el anuncio hecho por los científicos la semana pasada es, sin duda, el paso más firme dado hasta ahora en el azaroso camino de encontrar una cura contra el SIDA.-