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La acupuntura, una técnica milenaria que se ha puesto de moda y al alcance de todos

8 de octubre de 1984

¿Cómo explicar que una aguja hundida en la pantorrilla de una persona afecte el funcionamiento del hígado? ¿Que una aguja en el lóbulo de una oreja cure una depresión nerviosa? ¿Que un pinchazo en la yema del pulgar permita extraer una muela sin dolor? Todo esto parece carecer de sentido común, pero es un hecho que esa práctica arcaica oriental conocida como acupuntura, puede lograr ésos y muchos otros efectos en el organismo humano.
Algunos la catalogan como ciencia experimental, otros como simple técnica terapéutica, mientras mucho permanecen escépticos y no faltan quienes advierten sobre el peligro de la charlatanería. Pero independientemente de la posibilidad de roturarla como una u otra cosa, es indudable que su práctica se ha ido extendiendo y que son miles los médicos occidentales, especialmente en Europa, que la han incorporado, al lado de las terapias convencionales, para el tratamiento de algunas enfermedades, convencidos de que la acupuntura es un arma útil contra el dolor.
EL YING Y EL YANG
La terapia oriental de la acupuntura, que se basa en la inserción de diminutas agujas en puntos estratégicos del cuerpo para aliviar el dolor y tratar algunas enfermedades, nacio en China hace miles de años, inclusive existe el Nei-ching, un tratado que data del año 2.200 a.C. Este contiene prescripciones muy precisas para dominar, mediante la acupuntura, las jaquecas, los dolores de muelas, de la garganta, de los riñones, de las articulaciones, de las orejas... Esta práctica, que no ha desaparecido en China tomó especial auge durante la revolución cultural que se empeñó, entre otras cosas, en resucitar la herencia médica, para incorporarla en los programas oficiales de enseñanza. Su práctica se basa en la creencia tradicional de que la enfermedad es causada por desequilibrios en la corriente del Ch'i, la Energía Fundamental, que para los chinos se presenta bajo dos aspectos complementarios: el Yang (lo brillante, positivo, seco y cálido, el principio masculino) y el Yin (lo sombrío, lo húmedo y frío, negativo, el principio femenino). Esta energía debe circular permanentemente por el cuerpo humano y su efecto es la salud.
En la concepción china de la salud ni siquiera las enfermedades infecciosas son provocadas por la virulencia de agentes patológicos. Se explican también por la perturbación de la circulación de energia que debilita tal o cual parte del organismo. Por eso, restablecer la circulación normal de energía allí donde está perturbada significa, si no curar de buenas a primeras, iniciar por lo menos el proceso de curación. Mediante la vigilancia constante de la circulación de esta energía, la medicina china pretende procurar una especie de inmunidad.
La Energía Fundamental no circula de cualquier modo en el cuerpo humano, sino siguiendo líneas que han sido determinadas experimentalmente y cuyo nombre chino se traduce la mayoría de las veces como "meridiano". Estos meridianos constituyen las líneas de fuerza del campo de la Energia Fundamental a través del cuerpo. Cada una de estas especies de caminos se relacionan con un órgano interno y se nombran de acuerdo con éste. Ellos aparecen bajo la piel en más de 360 puntos diferentes y se puede decir que para el acupunturista, el problema se plantea como para un electricista o un ingeniero de aguas en presencia de una red: hay líneas de distribución y sobre ellas grifos que se pueden abrir o cerrar y que son puntos de acupuntura. Abrir unas llaves y cerrar otras para restablecer una circulación normal de la energía en sus dos aspectos, Yin y Yang, es, en principio, todo el trabajo que tiene que hacer el acupunturista.
A primera vista, el trazado de un meridiano puede parecer muy complicado y arbitrario a los occidentales.
Sin embargo, hay un hecho que se puede comprobar: cuando se pincha en un Punto de acuPuntura algunos pacientes sienten a veces un dolor bastante vivo pero fugaz que sigue en cierta longitud el trazado del meridiano. Además, en ciertas enfermedades que afectan particularmente a un órgano como el intestino grueso o el hígado, es fácil reconocer el trazado del meridiano, porque duele a todo lo largo del recorrido y, en algunos casos, aparece como una línea blanca, un poco hinchada, que se destaca en la piel.
Cuando se aborda el asunto por primera vez con un occidental, es necesario hacerle comprobar que en la superficie del cuerpo existen algunos puntos particularmente sensibles a la presión y a veces inclusive muy dolorosos (ver recuadro). De acuerdo con la teoría de la acupuntura, cuando se insertan las agujas en la piel y se las hace girar, ellas corrigen el fiujo de energía, alivian el dolor y restablecen la salud.
A pesar del escepticismo que ha reinado en los medios occidentales, muchos han tenido que reconocer que estos exóticos procedimientos producen genuinos y comprobables efectos terapéuticos. Sin embargo, esto no quiere decir en manera alguna que los médicos vayan a abandonar sus estetoscopios, escalpelos, bisturies, drogas y radioterapias, sino más bien que han empezado a aceptar que la acupuntura puede situarse en un campo distante de la charlataneria y que una cajita con agujas diminutas de metal puede muy bien encontrar sitio entre sus tradicionales maletines.
ACUPUNTURA Y ANESTECIA
La acupuntura es casi tan vieja como el hombre mismo. El verdadero pionero en Europa de esta práctica.
Soulié de Morant, en el tomo I de su obra L'Acuponcture chinoise, publicada en 1939, cuenta que el origen de la acupuntura se remonta en China al siglo XVIII a. C. Parece datar del período neolítico y haber sido practicada al comienzo con punzones de piedra. El empleo de los punzones de piedra probablemente continuó durante mucho tiempo y se puede afirmar que fue en el siglo I a.C., cuando esos punzones antiguos fueron reemplazados por agujas de metal.
También llegaron a emplearse especies de puntas de fuego en el siglo XVII, que fue cuando los jesuitas franceses residentes en Pekin le dieron a esa técnica el nombre latino de acupuntura.
Pero la acupuntura fue prácticamente ignorada en Europa hasta cuando Soulié de Morant empezó a publicar artículos sobre el tema, e hizo conocer algunos trabajos que aún hoy se consideran autoridad en la materia. La primera obra utilizable, aunque todavía muy incompleta, fue Précis de la vraie acunponcture chinoise publicada por de Morant en 1934, aunque ya con anterioridad numerosas obras sobre acupuntura circulaban en China Y en Japón. Pero la verdadera apertura occidental hacia ese sistema terapéutico empezó después de la histórica visita que Nixon hiciera a la China en los años 70. A partir de ese momento, empezaron a conocerse informes entusiastas que señalaban la acupuntura como un sustituto de la anestesia durante la cirugía.
Por ese entonces, Alain Peyreffite, presidente de la Comisión de Asuntos Culturales de la Asamblea Nacional francesa, visitó China a la cabeza de una delegación parlamentaria. A raiz del viaje, Peyreffite publicó un libro "Cuando China despierte... el mundo temblará", y en él, entre otras cosas, relata cirugias bajo analgesia con acupuntura que presenció en el Instituto de Medicina de Wu-Han (ver recuadro).
Entre las numerosas intervenciones bajo analgesia con acupuntura presenciadas por occidentales en los años 70, se registraron dos fracasos. Una delegación médica suiza informó que, de tres operaciones efectuadas ante sus ojos--una cesárea, una tiroidectomía y una lobectomia--, la tercera se había desarrollado mal. La delegación médica francesa que por esa misma época visitó la China, dio cuenta que, de las seis intervenciones que presenció --dos tumores cerebrales, dos adenomas de tiroides, un tendón extensor de un dedo, una operación de corazón abierto--, la última fue dramática: el enfermo soportó con visible heroismo crueles dolores que inyecciones de xilocaina no lograron eliminar. De estas experiencias y de otras muchas que médicos americanos realizaron posteriormente sin éxito alguno, se derivó un marcado escepticismo con respecto a la efectividad de la acupuntura como sustituto de la anestesia, y el entusiasmo se centró en la capacidad de esa técnica para controlar el dolor crónico.
A medida que ha ido penetrando su práctica, las investigaciones han demostrado cómo la acupuntura estimula los nervios a través del cuerpo para obtener una respuesta de baja sensibilidad en el sistema nervioso central. Así, se han ido encontrando explicaciones neurológicas y bioquímicas sobre la forma como actúa.
NUEVAS REVELACIONES
Estudios realizados con animales y seres humanos tratados con acupuntura han probado que los pinchazos con aguja en los puntos de los meridianos que estimulan las terminaciones nerviosas, determinan que el organismo libere endorfinas que son sustancias que alivian el dolor. Estas sustancias químicas se producen en el cerebro, la médula espinal, la glándula pituitaria, y bloquean las señales dolorosas que envía el cerebro. Por otro lado, hay evidencia de que las agujas hacen liberar también otras sustancias--quimicos que alteran el genio y anticuerpos--, que justifican el uso de la acupuntura para una amplia gama de enfermedades.
Los investigadores han encontrado altos niveles de endorfina, similar a la morfina y a las derivadas de ella, tanto en la sangre como en el fluido medular, después de que se practica la acupuntura, y han podido confirmar el efecto analgésico de las endorfinas bloqueando su acción química. Un experimento realizado con ratones así lo comprobó: mientras en un grupo se utilizó acupuntura para disminuir la sensibilidad al dolor, un segundo grupo se inyectó con naloxone--una sustancia que bloquea las endorfinas- después de aplicar la técnica. Este grupo permaneció sensible al dolor.
Para actuar en los puntos y, por medio de ellos, en los meridianos, el acupunturista emplea por regla general agujas hechas con una aleación de oro y cobre o con una aleación de plata y zinc. Sin embargo, hay una versión más moderna del método que es la de los electrochoques, que ofrecen una alternativa a las agujas. Algunos acupunturistas utilizan un estilete electrificado que transmite una leve corriente eléctrica a los puntos nerviosos de la piel, o un pequeño aparatico portátil llamado TENS (Estimulación eléctrica transcutábea del nervio), que se opera con pilas y que envía cortos impulsos eléctricos a electrodos fijados sobre la piel y que determinan los estímulos nerviosos que liberan las endorfinas. La técnica es indudablemente exitosa y en los Estados Unidos, donde su aceptación ha sido más lenta que en Europa, actualmente se reconoce que funciona en el 65% de los pacientes con dolores crónicos.
La Organización Mundial de la Salud considera 40 desórdenes o afecciones que pueden ser tratados con acupuntura, incluyendo bronquitis, conjuntivitis, colitis, gastritis, diarrea, hipo...
Por otra parte, ¿qué se puede decir de otros trastornos Para los cuales se está utilizando la acupuntura? Las opiniones están divididas. Quienes la utilizan para tratar la depresión insisten en que los pinchazos estimulan la liberación de serotoina, una sustancia que altera el genio, lo mismo que sustancias analgésicas que producen una sensación de bienestar. Quienes la emplean en personas que quieren perder peso o dejar de fumar, afirman que insertar una agujita en el punto cartilaginoso al interior de la oreja, inhibe el apetito y disminuye la necesidad de fumar. Pero tal vez los puntos neurálgicos que envuelve la práctica de la acupuntura son aquéllos que se refieren a las afecciones del corazón y a las enfermedades infecciosas. Los acupunturistas chinos insisten en que utilizar agujas aumenta la circulación en las arterias coronarias y reduce en la sangre los niveles de un grupo de químicos llamados catecolaminas que pueden dañar el corazón. Por otra parte, sostienen que pueden curar enfermedades infecciosas como la disentería, precisamente porque las agujas estimulan la liberación de endorfinas y sustancias que aumentan la resistencia del organismo a las enfermedades.
De hecho, los glóbulos blancos dé la sangre, aumentan después de la aplicación de la acupuntura.
En fin de cuentas, ¿qué puede curar la acupuntura? Aun cuando los chinos pretenden aplicarla a todas las enfermedades y afecciones, la acupuntura, como todo, tiene sus limites y sus lagunas. Es cierto que no puede remediar las lesiones orgánicas graves e irreversibles y su campo de acción es esencialmente el de las enfermedades funcionales,
Y EN COLONBIA...¿QUE?
En Colombia la práctica de la acupuntura no se ha extendido mucho, aunque ya existe una Asociación Colombiana de Acupuntores que cuenta con 43 miembros entre médicos y odontólogos. La mayoría de ellos se interesó por esa terapéutica oriental y ha ido adquiriendo su práctica por autodidaxis. El tesorero provisional de esta naciente organización, Germán Gómez, sostiene que "en Colombia la acupuntura es considerada por la mayoria de las personas como el último recurso, cuando ya se han agotado 105 procedimientos convencionales. Los pacientes sienten desconfianza y no son pocos los que piensan que la acupuntura tiene algo de brujería". De ahí que la Asociación se haya dedicado a fomentar investigaciones en este campo, a organizar congresos y seminarios y a luchar para que esa practica sea incluída dentro de los programas de las facultades de medicina. La legislación colombiana no contempla ninguna restricción para la práctica de la acupuntura siempre y cuando sea aplicada por médicos graduados.
En este sentido, y con el visto bueno del ministerio de Salud y la Universidad Nacional, el año pasado se dictó el primer curso de acupuntura en Bogotá y Medellín, auspiciado por el ministerio de Salud de la China, la embajada de ese país en Colombia y la Asociación de Amistad Colombo-China, y al cual asistieron cerca de 70 médicos de todo el país.
Por otra parte, el doctor Jorge Piñeros, director de la escuela de medicina Juan N. Corpas, intentó hace seis años incluir la acupuntura como materia obligatoria de la carrera, pero como resultado de una visita de inspección del ministerio de Educación, se sugirió que, aunque era importante, por el momento no era conveniente hacerla de estudio obligatorio. El doctor Piñeros afirmó que en la escuela dan información sobre esa terapéutica oriental, "porque siempre estamos muy atentos a brindar información a nuestros estudiantes sobre todos los tratamientos y ayudas que hacen parte de la que se considera medicina no-tradicional".
El presidente de la Asociación Colombiana de Acupuntores, doctor Jorge Rodríguez, entrevistado por SEMANA afirmó que aparte de la relativa resistencia que hay por parte de las personas, para someterse a la acupuntura, ya que carecen de suficiente información sobre la materia, uno de los principales problemas que tienen los profesionales de esta terapéutica es el de los materiales. En general, ellos fabrican sus propias agujas con acero inoxidable y las someten a procesos de esterilización para poderlas emplear más de una vez. Aunque se pueden mandar a hacer en oro y plata o con aleaciones de oro y cobre y plata y zinc, esto encarece los costos.
Por otra parte, considerando que la práctica de la acupuntura no está regulada en Colombia y no hay control alguno sobre quienes la practican, el doctor Rodríguez sostiene que quienes se sometan a tratamientos de esta naturaleza, deben tener especial cuidado, porque, como en todo, La Organización Mundial de la Salud considera 40 desórdenes que pueden ser tratados con acupuntura "son muchos los charlatanes que se aprovechan de la ignorancia de la gente. Como la técnica aparentemente no es difícil, se han dado casos de auxiliares de enfermería que, después de uno o dos años de asistir a un médico en la aplicación de las agujas, se lanzan a poner consultorios para ofrecer este servicio. Los médicos siempre tratamos de dar a los pacientes explicación científica sobre la forma como actúa la acupuntura, tratando de despojarla del misterio con el cual los charlatanes tratan de cubrirla".
En la actualidad existen en Bogotá, Medellín, Cali e Ibagué centros de acupuntura a los cuales acuden a diario cinco personas en promedio, para consultar sobre todo tipo de enfermedades. Una sesión de acupuntura cuesta cerca de dos mil pesos, y hay tratamientos que se prolongan por diez sesiones, especialmente aquéllos destinados a aliviar dolores crónicos como la artritis, tratamientos que se deben repetir dos o tres veces al año.
GUARDIA BAJA
Miles de médicos, odontólogos, veterinarios, quiroprácticos y legos en todo el mundo están usando cada día más esa técnica que con frecuencia desafía los tratamientos occidentales convencionales para la artritis, el insomnio, la obesidad, el tabaquismo, la impotencia, las jaquecas, problemas nerviosos y otras afecciones. Ya en muchos países se han creado organizaciones de acupunturistas que presionan para que se acrediten y reconozcan programas de acupuntura en escuelas y facultades de medicina, existen revistas especializadas sobre el tema, su discusión no se evita en seminarios de neurólogos y hay inclusive seguros médicos que cubren tratamientos con acupuntura si ésta se practica por un doctor o es recetada por el mismo.
Sin embargo, roto el hielo y lograda cierta respetabilidad, la acupuntura se ha prestado para una serie de abusos. Practicantes sin mucho entrenamiento se aprovechan de la debilidad de sus pacientes para intentar nuevas curas y reclaman, en ocasiones, con bases totalmente infundadas, que esta terapia cura el cáncer, la esclerosis múltiple, la esquizofrenia y el retardo mental, lo cual ha determinado que una técnica válida y aceptada ya por muchos facultativos en el mundo entero, se desacredite y despierte sospechas en algunos sectores.
Inclusive, lograr que la acupuntura trabaje como analgésico requiere mucho conocimiento clínico y entrenamiento, lo mismo que mucha claridad sobre lo que se puede y no se puede lograr con ese tipo de terapia.
No es ni mucho menos la panacea. Es una forma de terapia física auxiliar de la medicina, pero no se puede esperar de ella más de lo que puede dar. Para el dolor crónico es tal vez el tratamiento más seguro y sus secuelas colaterales son más escasas y menos peligrosas que las de la medicina que utiliza droga. Pero con todo y sus innegables efectos terapéuticos, los escépticos argumentan que lo que existe cuando los pacientes se sienten mejor es un fenómeno de persuasión que los médicos logran sobre ellos, mientras que otros simplemente afirman que los pinchazos con las agujas lo que hacen es distraer al enfermo de tal manera que logre ignorar el dolor.
A pesar de la legión de escépticos que aún queda y de los numerosos críticos de esta práctica milenaria, innumerables médicos que han bajado la guardia frente a la acupuntura, recomiendan que antes de ignorarla o rechazarla, la conviertan en un punto de apoyo del ejercicio de la medicina para ciertos tratamientos. No sería raro, entonces, que en el futuro los médicos adquieran la costumbre de recomendar a algunos pacientes una sesión de acupuntura como ahora recomiendan un baño turco o un buen masaje. -
"LO HE VISTO CON MIS PROPIOS OJOS
Peyrefite, "gaullista" de tiempo completo, relata en su libro "Cuando China despierte...", las operaciones realizadas bajo analgesia con acupuntura que presenció durante su visita a China en 1973.
"Van a ser, se nos dice, los primeros occidentales que presencian semejante espectáculo. La puesta a punto de este método de vanguardia se ha realizado durante los últimos años en el mayor secreto. Aunque hace dieciocho meses que se practica a diario en el hospital de Wu-Han, y un año que se extiende por el conjunto del país, no se le había dado aún ninguna publicidad. (...)"
"Tendida sobre una mesa de operaciones, a un metro de distancia, la señora Lei Ting-mei, de cuarenta y un años, no va a salir del trance con tanta facilidad.(...) ...muestra señales de ansiedad y, con los ojos en el techo, nos mira a través del cristal sin poder contener una mueca. Dos acupuntores le han colocado dos agujas cada uno en una pierna, a la altura de la pantorrilla y del tobillo, y las hacen girar concienzudamente entre los dedos índice y pulgar. El cirujano Lo Hsienying le habla con aire amistoso, como para hacerla adoptar una actitud razonable: a todas luces, está ejerciendo una psicoterapia apaciguadora. Practica luego una incisión en el abdomen de la señora Lei como para una cesárea, sin que ella rechiste. El aire ansioso ha desaparecido: tiene ahora el plácido rostro de una campesina china, resignada a su suerte desde milenios. Se separan con unas pinzas los bordes de la incisión vertical entre estómago y pubis, sin dejar de conversar con la paciente.
"--¿Por qué sale tan poca sangre?- le pregunto al médico que nos comenta las intervenciones a medida que se desarrollan ".
"--Se le acaban de aplicar plantas medicinales conocidas desde hace tiempo, pero que sólo han comenzado a utilizarse en cirugía. Estas plantas tienen un efecto hemostático inmediato.(...)"
"El cirujano extrae del vientre de la señora Leí una enorme masa ablonga de color plateado, de unos treinta centímetros de longitud por quince de grosor, que supera los cuatro kilos, o sea más grande que un recién nacido. Se deposita el quiste en un recipiente y se le muestra a la paciente, que, tras un instante de horror, acaba sonriendo ampliamente. (...) El cirujano, sin dejar de dialogar con la señora Lei, reconstituye minuciosamente los planos profundos y, luego, procede a la sutura final con la rapidez de una costurera. Los acupuntores no cesan ni un instante de hacer girar las agujas entre sus dedos".
"Se trata de un hombre de cuarenta y siete años, Chen Peng. Dos acupuntores, cada uno con dos agujas, barrenan, uno, el tobillo izquierdo, el otro, la mano y el brazo derechos. (...) Se coloca sobre la cabeza del señor Chen un campo operatorio de compresas grisáceas que sólo dejan al descubierto una mitad de cráneo afeitado. El escalpelo corta el cuero cabelludo y levanta un casquete, bajo el cual aparece el hueso. Sirviéndose de un berbiquí, y tras haber dado cada vez un martillazo, el cirujano practica en el cráneo varios agujeros en forma de corona; desliza, luego, entre dos agujeros, una sierra flexible en forma de cinta, y repite la maniobra hasta que el casquete craneano se separa y bascula sobre una bisagra como la tapa de una caja".
"Chen no presenta la menor señal de anomalías de la sensibilidad, sino que charla sosegadamente con el cirujano Lei Ling. En el cerebro descubierto, las pinzas hurgan, seccionan, extirpan; se limpia con una esponja, se raspa; luego, para conocimiento nuestro, se enarbola el tumor sanguinolento, tan grueso como una nuez" "(...) No sabremos si Chen Peng ha salido del quirófano por su propio pie. No importa. Entre nosotros, más de uno sacude la cabeza con incredulidad:--Sin embargo, lo he visto, lo he visto con mis propios ojos..."