QUE LE VAYA BIEN...

Los científicos estudian una hormona que podría evitar el molesto "mal del viajero".

25 de diciembre de 1989

El mareo que sufrió la semana pasada el ministro de Hacienda, durante el debate económico del Congreso, no fue culpa de las pobres finanzas públicas del país. Fue culpa del jet-lag, sofisticado nombre con el que en los medios científicos se conoce el soroche. La recaída del ministro Alarcón Mantilla fue producto del extenuante viaje al Japón.
El jet-lag ha vuelto a preocupar a la ciencia médica no por la gravedad del trastorno sino porque cada día más personas se ven afectadas por ese extraño "mal del viajero". Si bien no se trata de una dolencia importante, sí son muchos los ejecutivos, tripulaciones, funcionarios y turistas que ven disminuidas sus capacidades luego de un largo viaje en avión.

Hasta ahora, el único remedio para combatirlo es esperar a que el organismo se acostumbre al cambio de horarios. Pero el agitado ritmo de la vida moderna no permite a muchos viajeros disponer del tiempo de reposo. Es por eso que los científicos realizan nuevas tentativas para encontrar una fórmula que evite el desajuste. Actualmente se está experimentando con una hormona fisiológica, la melatonina, sustancia que está implicada en los ritmos biológicos y cuya secreción está vinculada a los períodos de sueño y vigilia del organismo. Al parecer en poco tiempo los viajeros tendrán a la mano una droga que mitigue ese malestar que se produce cuando el metódico sistema biológico entra en conflicto entre lo que es y lo que debería ser. Llevarle la contraria a la naturaleza tiene su precio.
Los ritmos circadianos del organismo están sincronizados con el horario solar. Si reincide a menudo este cambio, puede terminar causando serios desajustes en los sistemas nervioso y endocrino. Para combatir los estragos del jet-lag, las compañías aéreas no sólo cambian sus tripulaciones en el lugar de destino, sino que quienes hacen vuelos este-oeste deben dedicarse unos días a realizar rutas nortesur.

Es en los trayectos que siguen la misma dirección del sol que el fenómeno se agrava, puesto que se alarga la duración del dia. El reloj orgánico entra en abierta contradicción con el reloj solar y se producen mareos, insomnio, dolor de cabeza, falta de apetito y, en consecuencia, irritabilidad, limitaciones físicas, psíquicas e intelectuales. Muchos ejecutivos y funcionarios que cruzan grandes distancias para cerrar un negocio pueden perderlo irremediablemente por culpa de los nefastos efectos del soroche. Además, según los informes médicos, es frecuente que estos desfases repercutan en dolencias anteriores o que la persona sea más vulnerable a los virus foráneos. Es por esta razón que los investigadores se ven presionados a la búsqueda de un remedio efectivo.

Hasta ahora, el único recurso ha sido utilizar tranquilizantes suaves o estimulantes que ayuden al organismo a sobrellevar las horas del ajuste. Incluso se han utilizado hipnóticos, como lo hacían las tripulaciones británicas durante la Guerra de las Malvinas para descansar en forma rápida y elevar su rendimiento. Pero en casos normales, la única medida saludable es dormir hasta recuperar el sueño perdido, en lugar de alargar las horas del periodo de actividad. Hay quienes sostienen que, por el contrario, prolongar las horas de sueño antes del viaje les permite sentirse mejor y enfrentar las molestias del cambio de horarios. Lo cierto es que mientras se descubre la píldora mágica que atenúe en el organismo las situaciones que la naturaleza no había previsto lo más conveniente, luego de cruzar el Atlántico, es obedecer las señales del reloj biológico y no atender debates en la Comisión de Asuntos Económicos.--