¡ SOBREVIVIENTE !

Especialistas estudian traumas sicológicos de la niña única sobreviviente de accidente aéreo

5 de octubre de 1987

Cuando se presenta un accidente de aviación de las características del ocurrido el 16 de agosto pasado cerca a Detroit, en Estados Unidos, lo último que suele pensarse es que pueda haber sobrevivientes, pues las probabilidades de supervivencia tienden matemáticamente a cero. Sin embargo, en esta ocasión, cuando las brigadas de rescate llegaron al sitio del desastre, una autopista congestionada cerca del aeropuerto, encontraron entre el caos el cuerpo inerte, aunque con vida, de una niña de cuatro años. Se creyó entonces que la pequeña se encontraba, en el momento del accidente, en uno de los automóviles destrozados por el avión, pero a nadie se le ocurrió pensar que pudiera pertenecer a la lista de pasajeros.
Tan sensata y verosímil era la teoría, y tan desfigurada estaba la niña, que pasaron varios días antes de que uno de sus abuelos la identificara. Así se comprobó que era el único sobreviviente de los 159 ocupantes del avión. Al parecer un último abrazo de amor de su madre la protegió de la muerte. De entonces para acá la niña, Cecilia Chichan, se viene recuperando satisfactoriamente de sus heridas. Los injertos de piel necesarios para la reconstrucción de sus brazos quemados están sanando adecuadamente y sus huesos se están soldando. Sin embargo, no son esas las heridas que ahora preocupan al cuerpo médico que la atiende.
Lo que se cierne sobre la niña son los enormes problemas sicológicos que tendrá que afrontar aún mucho después de que sus heridas físicas acaben de curar.
Por ahora, ella pasa continuamente de la conciencia a la inconciencia, en una cama de hospital rodeada por los miles de regalos que, muy a la americana, sus compatriotas le han enviado para demostrarle su solidaridad. El equipo de médicos, sicólogos y trabajadores sociales analizan la forma como debe contársele la espantosa realidad: que sus padres de 33 y 32 años y su hermano de 6 murieron en el accidente y, además, que ella fue la única sobreviviente del avión. El caso se ha convertido en centro de atención de los especialistas en sicología infantil de Estados Unidos, y es objeto de los más enconados debates. Por lo pronto, "aún no se ha decidido quién debe contarle qué, ni cómo, ni cuando", según afirmó Catherine Cureton, vocera del Centro Médico de la Universidad de Michigan, donde se recupera la pequeña. Los sicólogos afirman que la niña corre el riesgo de sufrir depresión crónica, pues su caso es particularmente complejo. No sólo sobrevivió a un accidente de aviación y sufrió graves heridas y quemaduras que demandarán dolorosos tratamientos, sino que, para rematar, perdió a sus padres y hermanos. Cualquiera de estas circunstancias podrían causar, por sí solos, profundos traumas sicológicos. Sin embargo, su presentación simultánea hace que los riesgos sean mayores.
Aunque físicamente su recuperación ha sido mejor de lo esperado, su estado sicológico es incierto. "Para una niña de 4 años, la realidad de la muerte de un ser querido no la golpea inmediatamente", afirma el doctor Lee Salk, siquiatra pediátrico de la Universidad de Cornell. "La noticia comienza a adquirir más y más significado a medida que el infante comienza a extrañarlos y a notar que no están junto a él". A tan tierna edad, el dolor por la pérdida de los padres puede despertar una profunda ansiedad sobre las separaciones de todo tipo, traer recuerdos intensos y desembocar en furia y resentimiento. Según los expertos, su recuperación dependerá en alto grado del cuidado y atención que reciba de los parientes que se harán cargo de ella, algo que aún no está definido, pero que no parece presentar problemas, pues la niña cuenta con muchos familiares cercanos.
Sin embargo, uno de los mayores problemas que enfrentará la pequeña Cecilia es el sentimiento de culpa, acrecentado por haber sido la única sobreviviente. Y por si algo faltara, la catarata de regalos que ha recibido, según los siquiatras, no hará más que obstaculizar su recuperación. El doctor Salk afirmó al New York Times, que su celebridad podría distraerla de la introspección que necesita para afrontar su situación. Movidos por las mejores intenciones, los norteamericanos han enviado más de 9.800 cartas y tal cantidad de regalos, que el hospital tuvo que asignar una persona de tiempo completo para su clasificación y cuidado. Pero Cecilia necesitará más que juguetes para recuperarse plenamente.