TACONES

Los zapatos altos, que hacen ver a la mujer más exuberante, con el tiempo cobran su factura.

10 de diciembre de 1990


La razón por la cual el 70 por ciento de las mujeres usa tacones altos, tiene que ver más con los efectos que éstos producen sobre el trasero, que sobre la apariencia que le dan a las piernas. Por lo menos eso afirman recientes estudios adelantados con mujeres adictas al tacón puntilla. Según ellos, las mujeres prefieren los tacones porque un derriere que en zapatos planos mide alrededor nueve centímentros de "eslora", con tacones puede llegar a aumentar su volumen hasta 11 centímetros, haciendo que las naturales curvas femeninas queden más a la vista. Para la mayoría de las mujeres la sensualidad se impone sobre la comodidad.

En este siglo, el sexo débil se las ha arreglado para desaparecer de su vestuario todas las prendas que, no sólo ocultaban sus encantos, sino que resultaban incómodas, como los corsés o las crinolinas. Más aún, han sido dóciles cómplices de la imaginación de los hombres diseñadores que las han metido en blusas transparentes, minifaldas retadoras y escotes interminables El único instrumento de tortura femenina que ha sobrevivido a todos los tiempos, han sido los tacones.

Y es así, quizás, porque los tacones altos ponen -literalmente- de relieve todo aquello que Dios quiso donarles. Además de darle perspectiva al pie haciéndolo ver más pequeño, y ayudarle a las piernas a que parezcan más largas y delgadas, los tacones sirven de motor para una cadena de reacciones fisiológicas: un tacón de más de seis centímetros, hace que el tobillo pierda estabilidad, y tiemble. El temblor de los tobillos se refleja a todo lo largo de la columna vertebral, hasta llegar al trasero que hace lo propio. Pero ese ligero mapalé de la retaguardia tiene que ser compensado en alguna parte superior del cuerpo para mantener el equilibrio. Los senos son los llamados a asumir el estremecimiento recibido de la base y cuyo epicentro fueron los tacones. El conjunto da una exuberante dama con un muy particular "tumbao" al caminar.

Sin embargo, todo tiene su costo. La vanidad femenina en este caso se paga con dolores de espalda, deformación de tendones y en algunos casos, fuertes escoliosis. Estando descalzos, el talón y la planta del pie comparten el peso de cuerpo en una proporción 50-50. Con tacones, el 90 por ciento del peso recae en la parte superior de la planta causando, no sólo dolor, sino un problema de mayor envergadura: la retracción del tendón de Aquiles. En mujeres que usan tacones todos los días, este tendón - que conecta al pie con los músculos de la pantorrilla- puede llegar a atrofiarse. "No hay fuerza más destructora del pie, que un tendón de Aquiles retraído", dicen los médicos. El tobillo deja de cumplir su función de palanca, cosa que compensa el arco, que termina - con sus músculos y tendones- deformado.

Pero es cierto que las mujeres han usado tacones durante 450 años y todavía no ha aparecido un médico que pida su eliminación. Parece ser que los eternos zancos, más que crear este tipo de problemas, tienden a agravarlos en personas con predisposición. La clave parece ser la moderación. Una buena combinación de zapatos altos y bajos al día, elimina riesgos y proporciona comodidad.

Hay algunas mujeres prácticas que han optado por vivir de zapatos planos y sólo ponerse las puntillas, cuando hay en vista un baile que pague los riesgos. -