TOMADURA DE PELO

Recientes experimentos demuestran que la esperanza de recuperar la cabellera perdida no estaba donde los científicos creían.

13 de agosto de 1990


Los calvos del mundo podrían estar ad portas de una luminosa cabellera si las investigaciones que adelantan el Colegio de Medicina de la Universidad de Pensilvania y el Centro Médico de la de Nueva York, llegaran a feliz término. Sus nuevos descubrimientos así lo indican. Según parece después de muchos años de invertir grandes volúmenes de horas y dinero en tratar de solucionar uno de los fenómenos más populares de la humanidad - la calvicie - los científicos han descubierto que la esperanza de recuperar el pelo no estaba donde ellos creían.

La cosa es como sigue: se sabe que el pelo comparte con otros tejidos del cuerpo - la sangre, la piel y los tejidos; del estómago - la necesidad de regenerarse constantemente. La deducción obvia entonces, consistía en que en alguna parte debajo del pelo tiene que existir una reserva de células inmaduras listas a salir a flote cuando así se les indique. Una compleja asociación de ideas los llevó a la conclusión de que esa esquiva reserva celular se encontraba en la bulba, el nido de donde sale cada pelo. La razón de esta convicción se basaba en que la bulba, a su vez, está situada sobre otro componente vital para el crecimiento del cabello: la papila dermal, un pequeño nudo de tejidos y vasos sanguíneos que produce hormonas e información química para la renovación capilar. Aunque la teoría estaba sostenida por toda una explicación científica, los calvos por las calles se multiplicaban. Las investigaciones continuaron.

Los últimos experimentos adelantados con avanzadas y sofisticadas técnicas han logrado discriminar las células inmaduras que en el futuro podrían convertirse en un largo pelo, de otras células. Siguiéndoles el rastro les encontraron la guarida que lejos de estar debajo de la bulba, está un milímetro por encima de ella, medida que dentro de la escala de un folículo capilar, es una larga distancia. El descubrimiento cambió toda una manera de ver y afrontar el problema de la caída del pelo, entre otras cosas porque se pudo establecer que las células inmaduras antes de salir a la superficie se hunden en las profundidades del cuero cabelludo. Un doble recorrido desconocido hasta ahora.

El proceso es el siguiente: para que un nuevo pelo salga al mundo, la papila dermal emite una señal que las células inmaduras (ubicadas encima de la bulba) reciben, y obedecen, iniciando un peregrinaje hacia el lugar desde donde se emite la señal: la papila dermal. Allí las células interactúan y maduran. Cuando están en su punto son empujadas hacia el exterior y un nuevo pelo hace su aparición en la cabeza.

Con este doble descubrimiento - dónde está y a qué responde la reserva de posibles cabelleras negras, castañas o blondas - los laboratorios del mundo y las empresas dedicadas a poner en el mercado productos contra la caída del cabello, resisten una tensa expectativa con la esperanza de que pronto les den la clave para producir un champú que pueda darle a las células capilares la información correcta. Ni hablar de la espera de los calvos. -