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Tómeselo con calma

En Navidad ni los borrachos ni los enguayabados podrán conducir. Algunos trucos para evitar los malos tragos.

12 de febrero de 2006

Diciembre es un mes de celebraciones y eso en un país como Colombia significa que rodará mucho licor. Teniendo en cuenta esa realidad, la semana pasada la Secretaría de Tránsito de Bogotá lanzó una campaña para evitar que el alcohol vaya a aguar las fiestas de fin de año, especialmente con los conductores que manejan embriagados y ponen en riesgo sus vidas y las de los demás. Manejar con tragos ya ha causado este año 43 víctimas fatales. El proyecto, conocido como 'Ya pidió el trago más caro', busca prevenir que una persona embriagada se ponga al volante y también contempla hacer pruebas de alcoholemia a los conductores, no solo en la noche sino también entre las 5 y 9 de la mañana, para pillar a aquellos que se encuentran enguayabados y conducen por las vías de la ciudad. Esta medida es importante porque el alcohol demora ocho horas en salir del organismo. De esta forma, una persona que tomó hasta la madrugada muy probablemente tendrá en la mañana residuos de licor en la sangre, "lo cual hace que sus reflejos no sean tan buenos para manejar", dice el médico Ricardo González. Está claro que cuando alguien va a tomar trago no puede manejar ni esa noche ni la mañana siguiente. Pero no está de más para quienes no piensan conducir tener en cuenta algunos principios básicos para que el trago no se les suba a la cabeza. La primera es la vieja recomendación no tener el estómago vacío cuando se toma. No es una simple cantaleta de las mamás. Es un hecho comprobado científicamente. Varios estudios clínicos han demostrado que la diferencia entre ingerir bebidas alcohólicas sin haber comido y estar lleno es del cielo a la tierra. Una de estas investigaciones, realizada por un grupo de científicos suizos, consistió en organizar un grupo de 10 personas, quienes tuvieron que tomar en dos ocasiones diferentes. La primera, después de un ayuno de más de ocho horas durante la noche. La siguiente oportunidad fue también en una mañana, pero esta vez después de un desayuno normal. Aunque el nivel de alcohol ingerido no cambió, el día en que los sujetos comieron antes de tomar, el proceso de intoxicación fue más lento. Además, el nivel de alcohol en la sangre era menor, casi 70 por ciento más bajo que lo registrado el día que tomaron con el estómago vacío. Esto sucede porque cuando hay comida en el estómago el alcohol se metaboliza en forma más lenta que cuando este órgano está desocupado. Los alimentos que más ayudan son las grasas y los carbohidratos. Lo importante, según la médica toxicóloga Pilar Acosta, es que se ingieran media hora antes. "La comida en medio del trago no es mucho lo que ayuda". El otro factor que se debe tener en cuenta es no tomar tan rápido. Los expertos dicen que una persona de 70 kilos metaboliza de ocho a 12 gramos de etanol por hora. El problema es que esta tasa no se puede generalizar, pues la asimilación del alcohol depende de cada organismo y algunos son más tolerantes al trago que otros. También tiene que ver el tipo de licor que se está bebiendo. Las bebidas fermentadas, como la cerveza y el vino, vienen con un grado de alcohol menor a 18 por ciento, mientras que los niveles de las destiladas, como el whisky, el ron, la ginebra, oscilan entre el 30 y el 40 por ciento. La doctora Acosta sugiere estar atentos a las síntomas inequívocos de que los tragos se le están subiendo a la cabeza. La primera señal es la euforia y se da cuando hay entre 50 y 75 miligramos por decilitro de alcohol en la sangre. El siguiente es la desinhibición, cuando a la persona no le importa hacer el oso, no cuida lo que dice y tiene comportamientos arriesgados. La tercera fase es la agresividad y el cambio de personalidad, que vienen acompañados de letargo al caminar. En todo caso, hay que tener en cuenta que el alcohol se acumula en el organismo y que así prolongue cada sorbo, en un momento dado va a llegar a la embriaguez. "Lo único es que el efecto tardará más en llegar", dice el médico Ricardo González. Lo que recomienda el experto es dejar de tomar cuando comiencen a aparecer signos como adormecimiento del cuerpo, dificultades para hablar y para mantenerse en pie. Así evitará llegar al estado en el que pierde por completo la conciencia. n