UN OJO DE LA CARA

La crisis de los bancos de ojos plantea polémica sobre la función social de los cadáveres

4 de mayo de 1987

Pasados cinco años de la grave crisis financiera que sacudió al país, y cuando las entidades bancarias parecen haber comenzado a salir a flote, le ha tocado el turno de quebrarse a los bancos de ojos. Y se han quebrado no por malos manejos ni por autopréstamos, sino por la falta de cuentahabientes y de fondos. Mejor dicho: por falta de córneas.
El balance del año pasado arroja resultados que dan ganas de llorar: de las 110 córneas recibidas en donación, 62 provenían del Club de Leones de Fresno, California, en Estados Unidos; 30 del Hospital Militar, 14 de la Fundación Oftalmológica de Santander, dos de la Fundación Santa Fe una de Medicina Legal y una de la Clínica Barraquer. Y, lo más grave de esas 110 córneas donadas, 44 resultaron no aptas para el trasplante y cuatro fueron usadas para estudios, de tal modo que sólo 66 pudieron ser utilizadas en pacientes. No solamente el número de donaciones es escaso; no sólo se depende primordialmente de las córneas importadas; además, resulta que poco menos de la mitad no sirve a la hora del trasplante. Según el oftalmólogo Alvaro Salazar "en mi consulta personal tengo 10 pacientes, entre ellos un niño de Ibagué que lleva semanas esperando y que quedaría divinamente si se le operara. En el Hospital Infantil tengo 15 pacientes; en la Fundación Oftalmológica, unos 50, y en el Seguro Social esperan 70 más. Y estos son sólo los casos que yo conozco".
La situación es crítica, teniendo en cuenta que las personas que aguardan una córnea, se cuentan por centenares en todo el país. La queratoplastia, que es como se conoce la cirugía, se viene practicando en Colombia desde hace unos 30 años y en el 90% de los casos, el resultado ha sido positivo. O sea que miles de personas han salvado su vista desde entonces. Pero de un tiempo para acá, las cosas comenzaron a complicarse. Un creciente número de pacientes comenzó a solicitar la operación y ese aumento no se vio compensado por uno similar en materia de donaciones. De ahí que, hoy en día, los cuatro bancos de ojos del país (Clínica Barraquer, Hospital Militar, Fundación Oftalmológica de Santander y de Cali) se encuentran sin fondos, o sea, sin córneas.
La cuestión resulta tan preocupante que, la semana pasada, un grupo de oftalmólogos nacionales se reunió con el fin de sacar a la luz pública el problema, que nada tiene que ver con cuestiones médicas. En efecto, el obstáculo que impide un aumento en el número de donantes es meramente legal. La ley colombiana estipula que los órganos humanos sólo pueden obtenerse para trasplante de personas que en vida los hayan donado, por intermedio de parientes o deudos que realicen la donación, o por Medicina Legal, cuando un cadáver no es reclamado. Sin embargo, resulta muy común que los parientes de una persona fallecida se opongan terminantemente a que se haga la donación, incluso cuando el poseedor de las córneas las ha donado a algún banco de ojos. Como si fuera poco, la mayoría de médicos forenses se niega a atender la solicitud de extracción de córnea por considerar que esta función traspasa sus obligaciones.
Pero la pelea por reformar la legislación y mejorar la situación de los bancos de ojos, no la están dando exclusivamente los oftalmólogos. Los abogados también han entrado a respaldarlos. Uno de ellos, Alfonso Tamayo, considera que, teniendo en cuenta que la salud es un bien público, es necesario establecer en la legislación lo que bien podría bautizarse como "la función social de los cadáveres". Si esto se lograra, toda persona fallecida podría convertirse en donante potencial, con las únicas limitaciones de que hubiera estado afectada por una enfermedad infecciosa. En fin, la cosa no es muy complicada en principio, pero puede desencadenar un agrio debate, particularmente por razones culturales y religiosas, que de seguro serán esgrimidas por quienes no suelen mirar más allá de la punta de la nariz.