controversia

Bomba en Medellín

El enfrentamiento entre Alvaro Uribe y Luis Eduardo Garzón por la ETB es el primer round del debate sobre el futuro de las telecomunicaciones en Colombia .

Álvaro Montes
7 de agosto de 2005

El lunes de la semana pasada la acción de ETB en la Bolsa de Valores de Colombia cerró a 466 pesos. Tras las declaraciones del presidente Álvaro Uribe el martes en Medellín, la acción de ETB cayó a 455 pesos. Fuentes bien informadas estiman que la pérdida para la empresa de telecomunicaciones de la capital colombiana superó los 37.000 millones de pesos por cuenta de la intervención presidencial. Uribe dijo en Medellín, entre otras, que las utilidades de ETB eran "vergonzosas". Y si no lo eran en ese momento, lo serán después de esto.

Imposible no observar de reojo estas declaraciones justo en una coyuntura que podría ser decisiva para el país en el sector de las telecomunicaciones. Se sabe que en las negociaciones sobre el TLC, Estados Unidos ha presionado para que el Estado colombiano se retire del sector de telecomunicaciones, tal como ordenan los principios de la religión privatizadora. La pregunta que el país debe hacerse es ¿por qué retirarse justo cuando las empresas estatales tienen al frente un panorama interesante? El futuro de las telecomunicaciones parece estar en la convergencia de redes y tecnologías, y las empresas que operan tanto en la modalidad de telefonía fija como en la móvil parecen las mejor preparadas para los tiempos que se avecinan, como ETB y EPM, que tienen un pie puesto en la telefonía celular a través de OLA y otro en las comunicaciones fijas, o como la mexicana Telmex, Telefónica de España o Deutsche Telekom en Alemania, que ponen sus huevos en varias canastas.

No es cierto que el único negocio sea la telefonía móvil. Los operadores fijos tienen un margen de maniobra considerable si son audaces, y la ETB ha probado que lo es. Ingresó en el negocio de la voz sobre IP (que para algunos podría ser la verdadera cuarta generación de telefonía móvil en el futuro, por encima de GSM) y hace sus pinitos en servicios de valor agregado como televisión digital y entretenimiento, a través de su red de banda ancha. El famoso triple play -telefonía, Internet y televisión en la misma plataforma- que los gurúes consideran la ruta obligada para triunfar en ese mercado. Tiene, además, proyectos en marcha para tecnología WiMax y reporta a la capital ingresos enormes por sus servicios.

Muchas fuerzas parecen estar presionando para que el Estado se retire de un negocio que, está demostrado, tiene presente y tiene futuro. Telecom, en donde el gobierno nacional ejerce directo control, ya dio el paso y en breve será anunciado formalmente por el propio presidente Uribe el acuerdo con la multinacional mexicana Telmex, del magnate Carlos Slim, que probablemente tomará la administración de Telecom y el 50 por ciento de la propiedad accionaria de la compañía emblemática de las comunicaciones colombianas. Al parecer, los nuevos socios se comprometieron a respetar la telefonía social (esa red que llega a sitios apartados de la geografía y que a ningún inversionista le interesa subsidiar) y ampliarán la infraestructura de la empresa para hacerla más competitiva. Los alcaldes de Bogotá y Medellín, entre tanto, piensan otra cosa. Quizá la privatización está bien para una empresa con problemas fuertes de pasivo pensional, pero no para EPM y ETB, que gozan de cabal salud, y decidieron ratificar su respaldo a OLA oficializando la recapitalización por 480.000 millones de pesos y el soporte a nuevos créditos por 315.000 millones de pesos, con lo que la empresa mejora sensiblemente un serio problema de endeudamiento. Garzón y Fajardo consideran que con 1,7 millones de usuarios, casi el 10 por ciento del mercado celular de más rápida expansión en el continente, hay razones para creer en Colombia Móvil y su marca OLA.

La coyuntura se hizo más interesante aun la semana pasada, con la noticia de Avantel, que a partir de la fecha podrá gozar los beneficios de la interconexión con los demás operadores móviles. En términos sencillos, significa que teóricamente, Avantel podría ser el cuarto operador celular del que tanto se ha hablado. El presidente de Avantel, Carlos Mariño, aseguró que por lo pronto no está interesado en esa perspectiva y que la compañía seguirá enfocada en el servicio al sector corporativo en la modalidad trunking, pero el hecho de gozar ahora de un nuevo tipo de licencia, aumentó repentinamente el valor de la compañía. La semana pasada fue, sin duda, la más movida del año en materia de telecomunicaciones.