DE AQUI A LA ETERNIDAD

Astrónomos gringos perfeccionan el telescopio más grande y potente del mundo.

12 de diciembre de 1988

A principios del próximo año desde la montaña más alta del Pacífico en Hawai, el hombre podrá mirar los cuerpos celestes más distantes a la Tierra y la luz más tenue que jamás haya visto. Un grupo de astrónomos norteamericanos está terminando la fabricación del telescopio óptico más grande y potente del mundo. "Pretendemos mirar las galaxias más lejanas de la Tierra. Queremos saber cómo están distribuídas y cómo han cambiado a través del tiempo", explica Jerry Nelson, uno de los científicos que trabaja en este proyecto.
Esperan poder estudiar aquellas galaxias que están en el extremo más rojo del espectro, es decir, aquellas que se están alejando de la Tierra a mayor velocidad.
Y para hacerlo, el telescopio Keck -como ha sido bautizado- requerirá de una potencia que hasta hoy había sido imposible alcanzar. Sus diseñadores tuvieron que sobrepasar numerosos obstáculos que nadie había podido vencer antes.
El primero de ellos era luchar contra una ley de la naturaleza: la gravedad. Resultaba imposible fabricar un soporte lo suficientemente fuerte como para resistir el peso de un espejo del tamaño necesario para lograr la potencia del Keck. Para solucionar esto, se fabricaron 36 espejos más pequeños, que trabajando juntos en forma de panal, logran el mismo aumento que podría tener una gigante.
Pero como todo trae sus complicaciones, esta solución tenía otro problema. Los 36 espejos deben estar alineados con una precisión de millonésima de centímetro, más o menos el espacio que abarcan 10 átomos. El más mínimo movimiento o la presencia de cualquier diminuto cuerpo extraño, podía desenfocar la imagen.
Por esto, los espejos tienen que ser perfectamente limados. Su contorno asimétrico semeja al de un lente de contacto gigante y la parte más complicada de su fabricación fue precisamente lograr la curvatura exacta que se necesitaba. La tecnología le facilitó un poco las cosas a los científicos, al disminuír el tiempo que tomó para que todo estuviera terminado.
La creación de los espejos, que en otra época hubiera tomado más de un año, tomó sólo un par de meses. Sin embargo, su diseño tomó seis años, pero si todo sale como está planeado en febrero, Keck estará trabajando.
Pero este equipo de científicos debió también luchar con factores externos que podrían complicar las cosa aún más. Los cambios de temperatura, por ejemplo, pueden disminuír la capacidad de los espejos para enfocar los rayos de luz. Una variación insignificante, incluso de un grado centígrado, puede desenfocar los tenues rayos de luz que el observatorio tratará de captar. Pero todo parece indicar que los 36 espejos son más fáciles de realinear que si se tratara de una sola pieza gigante. Para ello, como para otros aspectos, los computadores "le echaron una mano" a los astrónomos. No sólo facilitaron su diseño sino su funcionamiento también. La alineación de los espejos será realizada por un computador cada medio segundo para asegurar que ni el más mínimo movimiento ni los cambios de temperatura impidan un funcionamiento perfecto.
Aunque el valor de la inversión para construír el observatorio de Keck parece exorbitante, muchos expertos consideran que es un dinero bien gastado, pues costó mucho menos que otros telescopios de menor alcance. Mientras que en Keck se invirtieron 80 millones de dólares, el anterior telescopio, el denominado "Hale" costó la bobadita de 120 millones.
Con el nuevo telescopio probablemente se responderán muchos interrogantes hoy presentes en la cabeza de los científicos. Se observarán cuerpos celestes tan distantes, que su luz empezó su recorrido cuando el universo tenía un quinto de la edad que tiene ahora. Las sorpresas podrían estar a la orden del día.