ECHAR GLOBOS

A 150 años del nacimiento de Von Zeppelin, una firma inglesa estudia relanzamiento de los dirigibles.

3 de octubre de 1988

A comienzos de este siglo cuando se abrían las posibilidades de la ciencia a un mundo que no había cambiado demasiado desde la antiguedad quienes se imaginaban el futuro lo veían lleno de inventos maravillosos. Pero cuando se trataba de medios de transporte, el sueño no incluía aún los aviones, que todavia no pasaban de ser juguetes rocambolescos que desafiaban la lógica mas elemental. Por entonces, se daba por hecho que los cielos del porvenir estarían surcados por miles de dirigibles, que, con la lógica incontrastable de que eran menos pesados que el aire, se perfilaban como los realizadores del sueño de Icaro.

Pero no era solamente un sueño.
Ya en 1900, a orillas del lago Constanza, habia hecho su primer vuelo majestuoso el primer dirigible construido jamás. Fue un vuelo de solamente 17 minutos, y produjo un impacto demoledor: muchos creyeron que era el comienzo de una nueva era en el transporte mundial. Esa creencia imperó durante más de 30 años pero la historia tenía otros planes.

El hombre a quien se debió el desarrollo de los globos dirigibles terminó legando su propio nombre al invento, pero murió sin tener conciencia de cuán alto llegó su sueño y cuán rápido se quebró como una pompa de jabón. El conde Ferdinand Von Zeppelin, de quien se acaban de celebrar los 150 años de su nacimiento, perteneció a la generación puente entre las guerras de caballería y la revolución industrial. En una de sus andanzas militares estuvo como observador en la guerra civil de los Estados Unidos y allí vio por prirnera vez un globo en funciones de observación militar.
Años más tarde, en 1874, concibió su idea; una anotación de su diario lo explica todo: "El vehículo deberia tener las dimensiones de un gran navío.
Los espacios destinados al gas han de ser calculados de tal manera que el vehículo sea sostenido hasta el límite de un ligero exceso de peso. Los espacios destinados al gas deberían estar divididos en compartimentos que pudieran ser llenados y vaciados independientemente ".
Aparte de tener motores destinados a desplazarse por el cielo, la diferencia fundamental entre el dirigible de Zeppelin y los globos es que aquel tiene un armazón rigido, en cuyo interior se disponen los contenedores del gas. En los globos, por contraste, el gas es recogido por la funda misma del aparato al mismo tiempo que le da su forma.

En medio de gran expectativa, Zeppelin se dispuso a construir su primer proyecto. Rechazado por el alto mando imperial, resolvió hacerlo con sus propios recursos de aristócrata y con el apoyo del rey de Wurtemberg-rezago de la Edad Media-el primer gran símbolo del siglo XX está a punto de ver la luz.

Las dimensiones del proyecto son impresionantes aún hoy. El hangar flotante, anclado en el lago Constanza, puede virar a favor del viento y contiene un monstruo de 128 metros de largo y 11.2 de diámetro. El primer ascenso, como una visión de otro mundo, deja a los miles de espectadores estupefactos. Sin embargo, el escepticismo oficial y la falta de apoyo económico hacen que el dirigible original deba ser desmantelado. Solamente en 1906 se realizó el ascenso del segundo dirigible, designado LZ 2.
Pero entonces sí se reveló como una aeronave con todas las de la ley, fácil de manejar y capaz de desarrollar una velocidad de 47 kilómetros por hora.
La idea ha triunfado.

Todavía faltarían algunos reveses, pero el dirigible parecia ser ya el gran invento del siglo XX. En 1909, se fundó la primera empresa de transporte aéreo del mundo, antes de que los aviones fueran una realidad práctica.
La Delac realizó con sus siete dirigibles un sinfín de vuelos, con 10.197 pasajeros, hasta que comenzó la Primera Guerra Mundial.

Las aplicaciones bélicas fueron rápidamente descartadas. Los dirigibles, que alcanzaron a realizar bombardeos sobre Lóndres, resultaban lastimosamente vulnerables al ataque de los primeros aviones de combate. Por esos años falleció el conde Von Zeppelin, convencido aún de que su creación sería el medio de transporte del futuro.
Su colaborador Hugo Eckener mantuvo en pie la construcción de dirigibles . El 12 de octubre de 1924 entregó a la marina de Estados Unidos su primer aparato destinado a labores de observación. Más tarde, en 1928, fue lanzado el Graf Zeppelin que, luego de su espectacular vuelo alrededor del mundo, terminó por convencer a los escépticos, al iniciar servicios regulares entre Europa y Suramerica-Brasil. En sus cabinas cabian 20 pasajeros y la travesia se hacía en 4 días y medio. Con esas perspectivas, se lanzó el 4 de marzo de 1936 el Hindenburg, el más grande y último de los dirigibles de pasajeros.
Tenía una eslora de 245 metros y un diámetro de 41. La velocidad de crucero era de 125 kilómetros por hora y tenía una autonomía de vuelo de 13.500 kilómetros. En su primer año hizo un vuelo a Rio y 10 a Lakehurst, en Estados Unidos. Las perspectivas para 1937 eran magnificas. Pero el 3 de mayo, luego de un último viaje al Brasil, el Hindenburg arribó a Lakehurst, sólo para incendiarse en el aterrizaje. Murieron todos los ocupantes del aparato y fue la primera catástrofe de aviación en que hubo víctimas entre los pasajeros.

El desastre del Hindenburg fue en la práctica el puntillazo para los dirigibles. Pero las caracteristicas de su final tuvieron tanto de técnico como de político. Los dirigibles volaban con hidrógeno, un gas fácilmente inflamable. El helio, la alternativa lógica por su característica de no ser combustible, era un producto de los Estados Unidos, que no tenían el menor interés en proporcionárselo a una Alemania que se perfilaba amenazante. Una y otra cosa llevaron a que en 1940 se desguazaran los dos últimos dirigibles de pasajeros. Los últimos de un total de 117 aeronaves que se construyeron.

Sin embargo, la idea del conde Zeppelin sigue viva. Pocos inventos han llegado tan pronto a la popularidad máxima y han sido olvidados tan de repente. Pero aún hay quienes creen que el dirigible puede ser el vehículo del futuro. Su operación relativamente barata y sus excelentes características ecológicas, hacen que aún se sueñe con atravesar el Atlántico como en un barco volante. Una empresa británica, la Airship Industries, intenta desde hace algunos años relanzar la construcción de dirigibles, perfeccionados con lo último de la tecnología.

Hoy, los únicos zepelines son publicitarios-Goodyear-, pero no está descartado que, algún dia, regresen majestuosos a surcar los cielos del mundo con su carga de aeronautas maravillados. --