Internet

El dilema del garrote y la zanahoria

La industria discográfica ha decidido que acabará con la descarga ilegal de canciones, pero todavía no sabe cómo.

Alvaro Montes
10 de noviembre de 2003

El problema de la piratería no es tan complicado: se reducirá en la medida en que los precios bajen. La tesis aplica para música, libros y software por igual y los empresarios empiezan a reconocerlo. Editorial Norma vende libros de Gabriel García Márquez desde 14.000 pesos y casi puso fin a la piratería callejera del Premio Nobel. Microsoft intenta que la gente legalice el más pirateado programa informático de todos los tiempos, Office, mediante esquemas de licenciamiento corporativo que cobijan a los empleados y sus familias, con lo que se demuestra que la gente no copia ilegalmente programas por amor al delito sino porque los precios le resultan excesivos.

Pero en la industria musical esta idea parece no calar. La Asociación de la Industria Discográfica norteamericana (Riaa), defensora de los intereses de los estudios más importantes -Universal, Sony, Warner, BMG y EMI- judicializó a una niña de 12 años que descargaba con la inocencia de la edad sus canciones favoritas a través de Internet. El caso sonó desproporcionado ante la opinión pública y finalmente los abogados de la compañía discográfica se transaron con los 2.000 dólares que la atortolada madre ofreció pagar como compensación y para salvar a la pequeña de líos mayores. A la fecha Riaa ha judicializado a 261 personas por descargar música en línea a través de los programas de intercambio de archivos conocidos como Peer to Peer, de los cuales el más popular es Kazaa. Las personas procesadas bajaron cada una más de 1.000 canciones y las compañías discográficas les exigen pagar una multa de 150.000 dólares por canción descargada. ¡Sí, por cada canción!

Es cierto que no todos los maníacos de Kazaa son inofensivas niñas de 12 años que sólo quieren escuchar a Melody. Pero el camino judicial es largo y pedregoso, pues sólo Kazaa concentra cerca de 60 millones de usuarios y un estudio de la consultora norteamericana NPD señala que dos de cada tres personas con conexión a Internet tienen música almacenada en sus computadores. Se necesitan muchos abogados para llevar tantos casos y lo peor es que se encontrarían muchas sorpresas en el camino. Un ejecutivo de Intel reconoció hace algunos meses que ha descargado archivos de Internet, y músicos famosos como Madonna se han pronunciado en favor de esquemas de precios más realistas que desestimulen la piratería musical en lugar de perseguirla. Manu Chau dijo en cierta ocasión que "el chaval que no descargue música de Internet es un gilipollas" y Rubén Blades ensaya por estos días un modelo innovador: cualquiera puede descargar el álbum Concepto y quien desee gira un cheque por la cantidad que considere justa, tal como hacen muchos programadores de software. "Este experimento decidirá si en el futuro podremos prescindir de intermediarios y ofrecer nuestro trabajo a un costo menor, conservando para el artista los beneficios directos de su labor", explica el prestigioso músico panameño en su página de Internet (www.rubenblades.com).