EL FINAL DEL TUNEL

Los nuevos diseños de astronaves no pueden probarse con los medios existentes

15 de febrero de 1988

"Si salgo de Tokio temprano en la mañana, podremos reunirnos antes del almuerzo en Nueva York". Esta, que parece una conversación descabellada, puede ser relativamente común a principios del siglo entrante, cuando se hayan perfeccionado las aeronaves hipersónicas. Por esa época, y si todo va bien, los países industrializados habrán logrado explorar varios planetas del sistema solar por medio de vehículos capaces de entrar y salir de las atmósferas como Pedro por su casa.
Todas esas proyecciones son en teoría perfectamente factibles. Sin embargo, su desarrollo se tropieza con un inconveniente curioso: los medios actuales para probar las bondades o defectos de un diseño aeronáutico se han quedado muy atrás, pues hoy sólo se cuenta con versiones avanzadas de un invento que se remonta al siglo pasado: el túnel de viento, venerable invento que tuvo parte en el diseño del aeroplano de los hermanos Wright.
El primer diseño que requiere probarse es el multimillonario avión espacial X-30. A finales de los años 90 esa aeronave despegará de los aeropuertos en forma convencional, y se enrumbará directamente a las capas superiores de la atmósfera a 30 mil kmh, o sea 25 veces la velocidad del sonido, para conectar a esas alturas las ciudades más lejanas del planeta. Por el momento, los túneles de viento solamente pueden reproducir las condiciones de vuelo a la mitad de esa vélocidad.
Otro diseño que causa dolores de cabeza es el Vehículo Aeromaniobrable de Transferencia Orbital, una nave de costo relativamente bajo que tendrá una característica novedosa: En lugar de usar retrocohetes para disminuír velocidad y sincronizarse con la Tierra, la fricción de la propia atmósfera la pondrá en condiciones de reingresar en ella. No hay ninguna posibilidad actualmente de probar condiciones tan extremas, como tampoco las del ingreso y salida de Marte, Júpiter y Titán cuyas atmósferas son san diferentes a la de la Tierra como el día y la noche.
Algunas condiciones podrán ser simuladas con la ayuda de supercomputadoras, capaces de efectuar miles de millones de operaciones por segundo, pero los expertos coinciden en que ellas no serán suficientes: "Las computadoras no pueden hacer nada a menos que se sepa con cuáles datos hay que alimentarlas". Las soluciones propuestas son variadas. En la Universidad de Pennsylvania, el doctor Gary Settles propone un artefacto que proyecta rayos láser a través de túneles de viento convencionales, con lo que se revelan complejidades hasta ahora invisibles en la turbulencia del aire.
Otra posibilidad es construír túneles de alta potencia, como el complejo Hipersónico planeado por la Fuerza Aérea Norteamericana. En este camino se considera la opción del uso de rayos eléctricos enviados a través de aire supercalentado, que en esas condiciones se proyectarían a velocidades extraordinarias sobre el modelo.
Pero la posibilidad más revolucionaria es la propuesta conjunta de la NASA y la Universidad de Texas. En vez de hacer circular el viento o los gases sobre un modelo estacionario, el aparato usaría una "lanzadera" sobre rieles, capaz de proyectar por medio de imanes al modelo a 40 mil kmhora, a través de diferentes clases de gases atmosféricos. En una cámara de pruebas, el modelo se sometería a las tensiones de un vuelo simulado. El costo estimado de la instalación es de US$57 millones aproximadamente.
Más allá de los laboratorios terrestres, la NASA planea una serie de vuelos experimentales en los que un modelo del vehículo a probar sería enviado fuera de la tierra en cohetes convencionales. El primero de esos vuelos está planeado para enero de 1989, en lo que se ha llamado "Programa Hyfire". El clímax de ese plan llegará en 1993, cuando los Estados Unidos ensayarán por primera vez el sistema de "aerofrenado" para las naves espaciales, que convertirá en realidad lo que hasta ahora era ciencia ficción: la salida y reingreso de la atmósfera sin necesidad del uso de los incómodos y costosos cohetes de retroimpulso. Cuando esté perfeccionado el sistema, la verdadera explotación del espacio habrá empezado, pero antes, los medios para probarlo experimentalmente deberán haberse definido.