EL LABORATORIO DEL CUERPO

Los científicos aseguran que no hay nada mejor que los remedios que fabrica el propio cuerpo humano.

20 de julio de 1987


El refrán popular que dice que "no hay cuña que apriete mejor que la del mismo palo", podría haber sido acuñado por la ciencia médica, a propósito de los nuevos desarrollos que la ingeniería genética está brindando, en la producción de las sustancias que el mismo cuerpo humano elabora para defenderse de las enfermedades, desarrollos que prometen ser el albor de una época totalmente nueva para la medicina.

Hasta ahora, el tratamiento de las enfermedades se ha basado en el uso de sustancias extrañas al organismo, que por una u otra razón, producen los efectos que se desean. Pero en el presente se está desarrollando una categoría totalmente nueva de medicación, en que los galenos estarán en capacidad de manipular el intrincado complejo de defensas internas, controles y balances bioquímicos que el propio paciente tiene.

Algunas de esas sustancias, que podrían denominarse drogas naturales del organismo, han sido conocidas de tiempo atrás, pero su producción para usos prácticos era virtualmente imposible. Otras, eran desconocidas hasta que las nuevas técnicas de investigación de la biología molecular hicieron posible no solamente identificarlas sino descubrir los genes que rigen su producción.

Hoy, tales genes han podido inclusive ser sintetizados, y transferidos a bacterias y levaduras que las producen en gran escala. Algunos ya están en proceso de aprobación de las autoridades de salud de Estados Unidos.

No obstante su importancia para tratar la enfermedad a corto plazo, algunos científicos creen que la trascendencia del conocimiento de las sustancias naturales con que el organismo se defiende está en lo que ellas podrán revelar sobre los complejos procesos a través de los cuales funciona el organismo humano.

"Cuando se conozcan y entiendan los procesos a nivel químico, habrá una forma totalmente nueva de enfrentar la enfermedad", dijo el investigador norteamericano John Mendelsohn. Según él, los tratamientos para el cáncer, que hoy se basan principalmente en la quimioterapia, serán hechos cada vez más por medio de sustancias biológicas. "Yo creo que no resulta irreal hablar de una proporción de 50-50 en los próximos años" dijo el investigador, aludiendo a la incidencia que tendrán las nuevas sustancias en la lucha contra esa terrible enfermedad.

La primera sustancia de la nueva generación de drogas "naturales" fue la insulina humana, que recibió la aprobación gubernamental en Estados Unidos en 1982. Luego vino la hormona humana del crecimiento, aprobada en 1985, y uno de los tipos de interferón, aprobado el año pasado para el tratamiento de una forma poco frecuente de leucemia.

Hoy, una gran cantidad de sustancias humanas están en capilla de ser aprobadas o se encuentran en los estadios avanzados de investigación. Entre ellas están las siguientes:

·Una hormona producida por el corazón, que es conocida, entre otros, por los nombres de auriculina y atriopeptina. Aunque su existencia ha sido sospechada por largo tiempo, la sustancia en si no fue descubierta sino hasta hace unos tres años. Los usos que se están estudiando incluyen el tratamiento de fallas cardíacas, de la presión arterial alta y de las fallas de los riñones. Se cree que hay otras posibles aplicaciones.

·El activador plasminógeno de los tejidos, una sustancia producida por las células que recubren los vasos sanguíneos, que es un factor de gran poder para la disolución de los coágulos de la sangre.

·La eritropoietina, una sustancia hecha por los riñones, que se ha revelado como vital para la producción de los glóbulos sanguíneos. Si las promesas que se hacen con esta sustancia resultan ciertas, haría innecesarias las repetidas transfusiones de sangre que deben hacerse los pacientes que requieren diálisis, mejorando de paso su condición general, y reduciendo el riesgo de infección por sangre contaminada, lo que hoy resulta de especial importancia por el contagio del SIDA a través de las transfusiones.

·El factor 8 de la sangre, que es un coagulante del que carecen los hemofílicos. Se espera que mejore enormemente la calidad de vida y la salud de los enfermos de hemofilia, algo que ni el poder de los zares de Rusia había podido lograr.

El camino es arduo y difícil, puesto que aunque se han encontrado verdaderas maravillas, los efectos secundarios de muchas de ellas aún no son conocidos suficientemente. Pero las posibilidades de la ingeniería genética y biológica, abiertas a partir de la producción artificial de las sustancias del organismo, son tan ilímites, que podrían conducir inclusive a la esperma y el huevo artificiales, con lo que el hombre sintético estaría a la vuelta de la esquina. -