EL MALO DEL PASEO

Por primera vez se comprueba que la reducción del colesterol en la sangre frena el proceso de deterioro de las arterias

3 de agosto de 1987

Aunque la noticia a primera vista parezca para muchos un "cuento viejo y mal contado", por primera vez en la historia de la medicina se ha podido demostrar, con absoluta seguridad, que la reducción del nivel de colesterol en la sangre disminuye, y en algunos casos incluso reversa, la formación y el crecimiento de los depósitos de grasa que obstruyen las arterias coronarias y provocan ataques cardiacos.
El 19 de junio pasado, un equipo de científicos norteamericanos, dirigido por el doctor David Blankenhorn de la Universidad de California entregó los resultados de un estudio que demostró que un tratamiento agresivo para la disminución del colesterol a base de drogas y dieta, reduce y aun evita la acumulación de grasa en las arterias. "Por primera vez se nos presentó evidencia de regresión de las lesiones de los depósitos de grasa en los humanos", afirmó el doctor Claude Lenfant, director del Instituto Norteamericano de Corazón, Pulmones y Sangre.
Estudios previos habían indicado que los tratamientos para la disminución del colesterol podían reducir la tasa de muertos y enfermos a causa de padecimientos del corazón, pero ninguno de ellos había podido demostrar si las terapias eran eficaces para prevenir, retrasar o reducir los depósitos de grasa. Y es aquí, precisamente, donde radica la importancia de este hallazgo. El tratamiento aplicado a los pacientes durante la investigación, a base de las drogas colestipol y niacina, combinadas con una dieta baja en grasas y colesterol, lograron aminorar el proceso de estrechamiento de las arterias, en hombres cuya enfermedad de corazón exigía una cirugía de bypass.
El estudio adelantado por el equipo del doctor Blankenhorn, fue practicado en 162 hombres no fumadores, en edades entre los 40 y los 59 años, y todos con padecimientos previos de obstrucción de las arterias y cirugías de bypass coronario, un procedimiento en el cual las venas son cosidas para conducir la sangre a través de las áreas obstruidas.
La mitad de los pacientes fue tratada con dosis diarias de colestipol y niacina y sometida a una dieta baja en calorías, grasas y colesterol. La otra mitad recibió píldoras falsas inofensivas (placebos) a cambio de las drogas y fue alimentada con una dieta un poco menos restringida. El 16.2% de aquellos sometidos a tratamiento de drogas y dieta experimentó una clara reducción en sus depósitos de grasa, comparado con sólo el 2.4% de quienes tomaron placebos. El 39% de los pacientes que experimentaron las drogas empeoraron las condiciones de obstrucción arterial, frente al 61% del grupo de placebos. El estudio mostró también que, en el grupo tratado, el nivel total de colesterol bajó un 26%, mucho más que lo alcanzado en estudios previos donde la reducción no superó el 15%. A su vez los niveles de las proteínas grasas de baja densidad en el colesterol, que juegan un papel clave en la formación de los depósitos de grasa, bajaron un 43%, al tiempo que los niveles de las lipoproteínas de alta densidad, que ayudan a reducir los depósitos de grasa, aumentaron un 37%.
Según el doctor Basil M. Rifkind, jefe del Departamento del Metabolismo de los Lípidos del Instituto del Corazón de Estados Unidos, estos tratamientos para la reducción del colesterol no deben limitarse a pacientes con bypass -quienes a menudo sufren recaídas después de la operación, porque continúan produciendo nuevos depósitos de grasa que obstruyen las nuevas venas en el término de uno o dos años-, sino que deberían ser extendidos a todas aquellas personas que presentan síntomas de deficiencia coronaria, sin importar que hayan sido o no sometidas a cirugía de bypass, ya que los tratamientos no solamente funcionan en las nuevas venas injertadas sino también en las arterias coronarias originales.
Para los habituales clientes del Palacio del Colesterol, el descubrimiento no significa pues que puedan hacer borrón y cuenta nueva con las morcillas que ya tienen entre pecho y espalda amenazando su corazón. Pero, por lo menos, los debe poner a pensar que si cambian sus costumbres gastronómicas, les quedará alguna esperanza de frenar el proceso de deterioro de sus arterias. Nunca es tarde.