EL MUNDO AL VUELO

URSS aventaja a los Estados Unidos en la carrera espacial.

7 de diciembre de 1987

Es uno de los golpes más duros que ha sufrido el orgullo gringo en los últimos tiempos. Cuando los japoneses tomaron la delantera en ciertas investigaciones electrónicas los norteamericanos no se preocuparon al fin y al cabo eran sus aliados y trabajaban en llave. Pero que los soviéticos, con su nadadito de perro, cogieran la delantera en la carrera espacial, es algo que ha amargado a más de uno en Washington, especialmente cuando se tiene en cuenta que, en muchos años, nadie puso en tela de juicio la supremacía norteamericana en cuestiones espaciales.
Todo empezó con la suspensión de los vuelos del transbordador espacial después de la tragedia del Challenger, en enero del 86, que suscitó un debate en el que quedaron en evidencia la incompetencia y la excesiva burocratización de la NASA. Pero el punto más alto lo puso, en mayo pasado, el lanzamiento de la nave soviética "Energia" que utiliza motores criogénicos, desarrollados con una tecnología igual a la del transbordador, con una potencia de 170 millones de caballos y capaz de poner en órbitas bajas 100 toneladas en instrumentos o de hacer escapar a la atracción terrestre una carga de 27 toneladas, lo que contrasta con las 30 toneladas que puede poner en órbitas bajas el transbordador de los gringos, actualmente anclado en tierra y con escazas posibilidades de reanudar vuelos en febrero del 88, como se había previsto. Estas razones llevaron a los gringos a hechar mano de su limitado depósito de viejos cohetes, que frecuentemente explotan en el momento del lanzamiento, para llevar al espacio los satélites necesarios para su seguridad.
El desdén con que se miraba a las naves soviéticas, especialmente a partir de la llegada a la Luna, cuando la nave rusa que debía competir con el Apolo gringo explotó, ha cambiado. Su tecnología un poco tosca, su desventaja en el campo de la electrónica y la falta de materiales ultrasofisticados han sido convertidos por los rusos en ventajas al producir naves de alta confiabilidad. Su caballito de batalla conocido como el "Protón", un lanzador anticuado, con más de 20 años de buenos y leales servicios, ha sido fabricado en serie y un ejemplar es enviado cada 3 días al espacio. Su confiabilidad es total, su versatilidad sorprendente y su rendimiento en precio no tiene competencia: aproximadamente 1.600 dólares el kilo puesto en órbita, contra los 15.000 que cuesta en el transbordador norteamericano. La marcada diferencia en precios llevó a la agencia espacial soviética Glavkosmos a contratar un representante en los Estados Unidos, Para que negociara con los interesados en enviar al espacio satélites comerciales La idea molestó demasiado a Reagan quien prohibió la exportación a territorio comunista de este tipo de artefactos.
Pero si lo anterior fuera poco, los camaradas están pensando seriamente en la colonización del espacio. Desde febrero del presente año tienen en órbita la estación MIR, que si bien es cuatro veces más pequeña que la futura plataforma gringa, es un paso adelante en experimentación, pues cuando los norteamericanos lancen su plataforma en el 97, los rusos, gracias a la experiencia adquirida en ese tiempo, podrán lanzar verdaderos "condominios" espaciales. Además, ya se han dado, por parte de los muchachos del Kremlin, los primeros pasos para el viaje a Marte. Tienen la experiencia de largas jornadas espaciales, lo que prepara a sus cosmonautas para un viaje de 21 meses de ida y vuelta; tienen ya las dos sondas "phobos" que abrirán el camino observando a baja altura los satélites del planeta rojo, que enviarán al espacio el año entrante; tienen una fecha tentativa de lanzamiento que no sobrepasa los primeros años del siglo XXI y, lo más importante, quieren sacarse el clavo de su derrota en la carrera por la luna colonizando el único planeta colonizable del sistema solar, gracias a su gravedad aceptable y a su clima siberiano, es decir, una especie de Everest espacial.