EL PEDRADON

Ultimos descubrimientos refuerzan la teoría de la intervención de un meteorito en la desaparición de los dinosaurios

22 de junio de 1987

Hay quienes afirman que los dinosaurios desaparecieron de la faz de la Tierra porque con su gigantesco tamaño no cabían en el Arca de Noé. Esa no es la única creencia que parece haber sido definitivamente desvirtuada por la teoría que al respecto han venido sosteniendo desde 1980 los científicos californianos Luis y Walter Alvarez, el primero de los cuales tiene a su haber un premio Nóbel de física.
El asunto vuelve a estar a la orden del día a partir del hallazgo hecho, por un equipo de cientificos, de indicios que favorecen fuertemente la teoría. Esta afirma que la desaparición de los gigantescos animales se debió a los efectos sufridos en el medio ambiente por el choque contra la Tierra, hace sesenta y cinco millones de años, de un cuerpo sideral que bien podría haber sido un asteroide o un cometa. La monstruosa nube de polvo producida por la colisión, cargada de materiales resultantes de la desintegración del cuerpo celeste, habría oscurecido los cielos durante un periodo suficientemente largo como para que se vieran afectadas muchas formas de vida existentes en esa época, entre las que estarían precisamente los dinosaurios y muchas especies más.
Los científicos han reportado ahora, en el último número de la revista norteamericana Science, que en ocho diferentes lugares del mundo se han encontrado lo que se cree serían fragmentos de roca resultantes del choque. Todos ellos tienen unas fracturas características que indican a las claras que sufrieron un impacto cataclísmico.
Los pedazos de roca parecen haberse originado en la misma formación geológica y haber sufrido un impacto mucho más intenso que cualquier otro de que se tenga noticia en la Tierra, con excepción de los choques de los meteoritos y los producidos por las pruebas nucleares. Se trata de cristales de cuarzo encontrados en una delgada capa de sedimentación, cuya edad calculada coincide precisamente con la época en que se presume que desaparecieron súbitamente los dino saurios. El cuarzo normal es transparente y límpido en su interior, mientras los cristales encontrados por los geólogos contienen fallas microscópicas en forma de planos que se cruzan entre sí.
El descubrimiento implica un significativo respaldo a la teoría de los Alvarez, padre e hijo, quienes la elaboraron a partir del descubrimiento de cantidades extrañamente altas de iridio (un elemento raro en la Tierra pero común en los meteoritos y otros cuerpos estelares), en una capa sedimentaria formada al final del periodo cretáceo, precisamente cuando las extinciones masivas se produjeron.
Los Alvarez dedujeron de ese hallazgo que la capa rica en iridio solamente se habría podido formar si un asteroide de gran tamaño o un cometa se hubiera estrellado contra la Tierra con suficiente fuerza como para vaporizarse y distribuir el iridio por la atmósfera, para finalmente sedimentarse en la superficie terrestre. Al mismo tiempo, según la teoría de los Alvarez, el impacto habría producido una nube de polvo tal, en las capas superiores de la atmósfera, que la luz del sol no habria podido atravesarla, produciendo una noche interminable con bajísimas temperaturas, que habría barrido a gran parte de la vida vegetal del planeta y, por consiguiente, a los animales que dependian de ella para su alimentación.
En los años siguientes a la publicación del estudio de los Alvarez, se han encontrado capas de iridio en muchos lugares del mundo, exactamente en el mismo estrato. Pero los críticos de la teoría afirman que los volcanes también producen iridio, y que la extraña acumulación de este raro elemento podría deberse a una intensa actividad volcánica.
Sin embargo, los hallazgos de los cristales de cuarzo vienen a reforzar la tesis del impacto, "yo creo que lo que estamos informando hace prácticamente evidente ahora que hubo un impacto que fracturó el cuarzo y distribuyó los pedazos por todo el planeta", dice Bruce Bohor, geólogo que publicó el nuevo reporte.
Los opositores a la teoría del impacto responden que los volcanes también pueden producir fracturas en el cuarzo, aunque solamente en planos paralelos. Bohor argumenta que, sin embargo, solamente un choque mucho más intenso puede producir los planos múltiples y entrecruzados que se presentan en los cristales hallados recientemente.
De esta forma, parece desvirtuada la teoría que se tenía por cierta, hasta ahora, de que los dinosaurios habrían desaparecido por su incapacidad para adaptarse a los cambios de clima que se operaron en el planeta. Lo que tal vez no saben los científicos autores de tan juiciosos estudios es que en Colombia se mantienen, vivitos y coleando, múltiples dinosaurios aunque de una especie muy distinta y, por lo que parece, lejos de extinguirse.

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