EL PINCHAZO DE LA FELICIDAD

Una inyección semanal sería el tan esperado anticonceptivo para varones.

13 de abril de 1987

Cuando se trata de métodos anticonceptivos, casi todos tienen que ver con la mujer, quien tradicionalmente en esta materia ha tenido que correr con las incomodidades y las molestias. Desde las píldoras hasta las membranas, pasando por la famosa T y toda su familia de dispositivos intrauterinos, las doñas han tenido que llevar la peor parte. Salvo el incómodo y antirromántico condón, eufemísticamente llamado por muchos "preservativo", los métodos anticonceptivos poco o nada tienen que ver con los señores, varones o machos. Esta, sin embargo, parece ser una situación en trance de cambiar a mediano plazo.
El tan esperado método anticonceptivo para los hombres parece estar al alcance si las investigaciones que se están desarrollando sobre la testosterona sintética, dan el resultado que se espera.
No se trata de investigaciones recientes: desde 1972, el doctor Alvin Paulsen, profesor de la Universidad de Washington, en Seattle, ha venido investigando en el laboratorio y en animales, el uso de esa hormona sintética como anticonceptivo masculino. En este año, en un punto culminante de la investigación, se llevarán a cabo pruebas en cuatrocientos hombres alrededor del mundo.
Si las pruebas son exitosas, los investigadores creen que las inyecciones de testosterona sintética serán más efectivas que los condones y además una favorable alternativa ante la vasectomia.
El proceso de producción de la esperma es complejo. Normalmente, la cantidad de la hormona llamada testosterona, que circula en la sangre, regula la producción por parte de la glándula pituitaria de otras dos hormonas: una, llamada hormona "luteinizante", estimula la producción de más testosterona. La otra, hormona "foliculo-estimulante", facilita la producción de esperma. Los investigadores piensan que si se mantuviera la testosterona en un alto nivel, la pituitaria no recibiría la orden de producir las hormonas necesarias para elaborar testosterona y los testiculos dejarían de fabricar esperma.
El uso de la testosterona sintética como anticonceptivo debe, sin embargo, sufrir algunos años más de investigaciones. Aunque ya se usa para el tratamiento de otros problemas, algunas consecuencias o efectos secundarios no son bien conocidos todavía. Por ejemplo, según el doctor Paulsen, "la próstata es estimulada por la testosterona, así que debemos saber los efectos que pueda sufrir esa glándula".
El objetivo inmediato, fijado por la Organización Mundial de la Salud, es obtener una eficacia superior, o al menos igual, a la del condón.
La efectividad que se pueda lograr en la práctica es la clave para el éxito o el fracaso del programa. Estudios recientes han mostrado que los condones tienen un porcentaje de fallas del cinco al diez por ciento, esto es diez mujeres de cada cien parejas que usaban solamente ese método anticonceptivo, quedaron embarazadas. El diafragma, por ejemplo, tiene un porcentaje de fallas del 18 por ciento, la espuma vaginal del 25 por ciento y el "ritmo", del 40 por ciento. "Si la efectividad de la testosterona no es mayor que la del condón, habríamos fracasado -dice el doctor Paulsen-, pues el resultado sería de poco beneficio para la sociedad".

"MIJITO, ¿YA SE PUSO SU INYECCION?"
Otro problema tiene que ver con la frecuencia con que los hijos de Adán deberian sufrir las benditas inyecciones. Tal como van las cosas, el nivel ideal de testosterona sólo se puede mantener con una inyección semanal. Los investigadores creen que sería impráctico pensar en una aplicación tan frecuente. No se puede asumir que todo el mundo va a estar en disposición para ello, en opinión de los cientificos. Por eso, la OMS ya está trabajando en el desarrollo de una nueva testosterona sintética que puede ser inyectada sólo cada tres meses.
No se sabe, sin embargo, si lo que debe preocupar más a los científicos es la frecuencia de las inyecciones, o si el riesgo de fracaso del nuevo método sean las inyecciones en si. Si es difícil conseguir que algunas personas cumplan con los deberes más elementales, contando con que ninguno de ellos les cause la más mínima molestia, cabe preguntarse si los varones, con todo y el mito de su machismo a cuestas, estarán en disposición de sufrir un pinchazo cada cierto tiempo.
Muchos ya se estarán haciendo la ilusión de que el dichoso medicamento salga en forma de pastillas efervescentes. Pero si el éxito del nuevo sistema es total, al venerable condón sólo le quedará la virtud de ser la única protección existente contra el SIDA.