EL RASTRO DE TU SANGRE

Nueva técnica permite identificar a los criminales por medios genéticos.

12 de noviembre de 1990

La conocida secuencia de las películas en la que tras encontrar un cadáver aparece en la escena del crimen un equipo de hombres armados de pinceles, frascos y lupas en busca de huellas digitales, está a punto de quedar en desuso. La ciencia ha desarrollado una técnica por la cual, a partir de información genética, pueden describirse con impresionante exactitud las características físicas de una persona. El ácido desoxirribonucleico (ADN), el principal material genético que existe en las células vivas, posee una estructura definida y absolutamente distinta en cada persona. Encontrar esa estructura equivale a establecer el código genético individual que diferencia a un ser humano del resto de los mortales. Ese código, que no es más que una huella digital genética está convirtiéndose en el principal instrumento de los médicos forenses y de los investigadores para encontrar a los autores de diferentes tipos de delitos. Violaciones y asesinatos principalmente, pero también paternidades dudosas, pueden encontrar en el ADN a su más implacable delator.
Las moléculas del ADN pueden realizar un detallado retrato de su dueño:color del pelo y de los ojos, estatura, color y textura de la piel.
Puesto que estas moléculas pueden obtenerse del semen, la sangre, el pelo o cualquier tejido del cuerpo, los criminales ven ahora inmensamente reducida su posibilidad de escapar sin dejar rastro especialmente en los casos de asesinatos violentos o de violaciones, es poco probable que el criminal logre salir intacto. Un pelo, un pedazo de piel o una gota de sangre son suficientes para lograr su identificación en un laboratorio.

El primer caso en el que se condena a una persona con base en esta prueba genética sucedió en Inglaterra hace tres años. La Corte y el jurado tuvieron que pasar por largas explicaciones científicas que demostraban no sólo la eficiencia sino la exactitud de la nueva técnica. Hoy, que el proceso de identificación de la cadena genética escondida en el ADN ha alcanzado altos grados de exactitud, los departamentos de criminología de los Estados Unidos y Europa han dejado a un lado su inicial escepticismo, para echarle mano a este recurso científico que pone en jaque a las más precavidas mentes criminales. Así las cosas, el Sherlok Holmes de antaño que desarrollaba miopía detrás de una lupa, ha cambiado el pesado abrigo y el sombrero chato por la bata blanca y el microscopio.